Paisaje de Catamarca
* Por Eduardo Anguita. Que los catamarqueños, después de 20 años, le hayan dado la espalda al oficialismo del Frente Cívico, no significa que mañana vayan a florecer industrias y se termine el lobby minero. Pero sin duda es parte de un proceso de cambio.
Mauricio Macri no tiene definido ni cuándo convocará a elecciones para jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ni tampoco si tiene pensado postularse para ese cargo o para las presidenciales de octubre. El PRO no tuvo candidatos en Catamarca y el único eventual socio político que le queda con armado nacional es Eduardo Duhalde, quien apoyó a Liliana Barrionuevo para gobernadora catamarqueña y que sacó algo más del 2% del padrón. El PRO tampoco tiene candidatos para los comicios provinciales de Chubut del próximo domingo 20, donde hay inscriptas ocho listas.
Macri no tiene un partido nacional y sólo consiguió el aval de Miguel del Sel en Santa Fe para configurar una fórmula que sólo pueda arrastrar el voto de la antipolítica. Sin embargo, hoy por la noche, el jefe de gobierno porteño dejará sus obligaciones para viajar a Washington, donde mañana al mediodía hablará en el aula donde da clases de campañas políticas su asesor Jaime Durán Barba en la Universidad George Washington.
Después de hablar con los alumnos de su asesor principal, Macri se irá a París. Allí se encontrará con su esposa y asistirá a la inauguración del Salón del Libro de la capital francesa. Quizá Macri esté en busca de ideas para aprovechar la fugaz visita de Mario Vargas Llosa para la Feria del Libro de Buenos Aires.
En vez de "un pueblito aquí y otro más allá" –como dice la canción "Paisaje de Catamarca", de Facundo Saravia– la idea de Macri es promocionarse en las grandes capitales del mundo, ya que en su círculo íntimo crece el desconcierto ante los planes de nuevos viajes al exterior en las próximas semanas.
La parálisis de Macri ante un escenario demoledor para sus ambiciones presidenciales está acompañada de una caída de la capacidad política del PRO en la Ciudad. La explícita pelea entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta tiene como telón de fondo que ni ellos mismos saben siquiera si su jefe los dejará presentarse a jefe de gobierno porteño, porque todo indica que, finalmente, se reservará esa candidatura para sí mismo.
Claro está, con grave riesgo de no retener los negocios que tiene en la Ciudad si es que pierde esa elección. Un detalle, pequeño pero indicativo: el domingo hubo elecciones de Junta Vecinal en el Barrio Fátima (Villa 3) de Villa Soldati, donde se impuso un frente de agrupaciones kirchneristas con el 53% de los votos. La lista identificada con el PRO alcanzó el 13%.
Cabe recordar que la pata peronista de Macri le dio una buena cantidad de votos en el sur de la Ciudad, tanto en 2007 como en 2009. El cambio de escenario ya no puede ser contenido por Cristian Ritondo, la cabeza visible de ese armado.
EL RADICAL BRIZUELA Y EL PERONISTA SAADI. El enviado especial de Clarín y toda la batería mediática que quedó paralizada ante el triunfo de Lucía Corpacci– Dalmacio Mera esgrimieron de inmediato que Ramón Saadi estaba en los festejos del Frente para la Victoria y que era parte de lo que se viene en Catamarca. Mera fue elegido vicepresidente del PJ provincial cuando acompañó al ex intendente de Tinogasta, Hugo Ávila, y le ganaron las internas a la lista que precisamente encabezaba Saadi. Cuando Ávila renunció, Mera quedó al frente del peronismo catamarqueño y tiene mandato hasta mayo próximo.
Por su parte, Corpacci es una médica infectóloga, que estuvo al frente del PAMI provincial, que fue vice de Eduardo Brizuela del Moral cuando el todavía gobernador provincial tenía buena sintonía con el kirchnerismo.
El principal referente de la todavía senadora nacional Corpacci es Armando Bombón Mercado, ex marido de Alicia Kirchner y dirigente provincial, que nada tiene que ver con las prácticas ni la historia de Saadi.
Lo que sucedió en Catamarca es muy importante, más allá del plano nacional. Una mujer en una provincia conservadora y machista, que tiene como antecedente el crimen de María Soledad Morales por parte de los llamados "hijos del poder", es la cara visible de un cambio de rumbo y de oxígeno político.
Corpacci advirtió que el 80% de los catamarqueños dependen del empleo público. Es sabido que, además de los aportes del Estado nacional, esa provincia vive de las regalías mineras que están en manos de multinacionales.
Es decir, se hace política a la sombra de contrastes abismales, entre la pobreza y las oficinas de corporaciones que reportan a Canadá y los Estados Unidos y que cuentan con recursos infinitos para comprar voluntades.
Que los catamarqueños, después de 20 años le hayan dado la espalda al oficialismo del Frente Cívico no significa que mañana vayan a florecer industrias y se termine el lobby minero. Pero sin duda es parte de un proceso de cambio. Brizuela del Moral no era de tal o cual referente radical.
Sin embargo, allí estaban, este domingo, dispuestos a sumarse al carro, tanto Ernesto Sanz como Julio Cobos. Ricardo Alfonsín, más serio, no fue a sacarse la foto y no quedó desubicado como Sanz y Cobos. En rigor de verdad, sería injusto y artificial decir que el radicalismo sufrió un golpe por el resultado de Catamarca.
En todo caso, puede advertirse que el partido de Yrigoyen sufre de inacción y no alcanza a despegar por capacidad propia. Tiene que ir a internas y está atomizado, tanto en sus conducciones provinciales como en su dificultad para cumplir con esa máxima de que quien gana conduce y quien pierde acompaña. El sábado 30 de abril, la Unión Cívica Radical celebrará elecciones internas para ver si la fórmula partidaria será encabezada por Sanz o Alfonsín.
Está claro que los plazos legales no los corren, dado que hasta el 24 de junio hay tiempo para inscribir los binomios que competirán en octubre. Pero hay una reflexión imposible de evitar: a los grandes méritos de Cristina Kirchner y su gobierno no parece empalidecerlos la determinación y la capacidad de quienes, según las encuestas, podrían disputarle las presidenciales de octubre.
Está claro que la actual presidenta no parece urgida por las definiciones que le reclaman, entre otros, Carlos Pagni o Eduardo van der Kooy desde las páginas editoriales de La Nación y Clarín.
Lo que sí podrían hacer estos analistas –claramente opositores– es advertir que lo acontecido en Catamarca no es un fenómeno local, sino que es la constatación en el plano electoral de un fenómeno profundo de identidad política, el que se inició el 25 de mayo de 2003 cuando asumía Néstor Kirchner.
Con el Peronismo Federal desunido, con Macri sin armado nacional y con una UCR tan delgada, los políticos opositores deberían reconocer que el armado de fórmulas al amparo de sugerencias de grandes empresas no dará resultado.
Por el contrario, la revitalización de la política sobre la base de la movilización popular, la construcción de organizaciones sociales, la lucha por la vigencia de los Derechos Humanos, el fortalecimiento de los sindicatos y la construcción de un gran frente nacional parecen ser el paradigma de estos tiempos en los que la militancia recuperó un lugar protagónico.
Macri no tiene un partido nacional y sólo consiguió el aval de Miguel del Sel en Santa Fe para configurar una fórmula que sólo pueda arrastrar el voto de la antipolítica. Sin embargo, hoy por la noche, el jefe de gobierno porteño dejará sus obligaciones para viajar a Washington, donde mañana al mediodía hablará en el aula donde da clases de campañas políticas su asesor Jaime Durán Barba en la Universidad George Washington.
Después de hablar con los alumnos de su asesor principal, Macri se irá a París. Allí se encontrará con su esposa y asistirá a la inauguración del Salón del Libro de la capital francesa. Quizá Macri esté en busca de ideas para aprovechar la fugaz visita de Mario Vargas Llosa para la Feria del Libro de Buenos Aires.
En vez de "un pueblito aquí y otro más allá" –como dice la canción "Paisaje de Catamarca", de Facundo Saravia– la idea de Macri es promocionarse en las grandes capitales del mundo, ya que en su círculo íntimo crece el desconcierto ante los planes de nuevos viajes al exterior en las próximas semanas.
La parálisis de Macri ante un escenario demoledor para sus ambiciones presidenciales está acompañada de una caída de la capacidad política del PRO en la Ciudad. La explícita pelea entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta tiene como telón de fondo que ni ellos mismos saben siquiera si su jefe los dejará presentarse a jefe de gobierno porteño, porque todo indica que, finalmente, se reservará esa candidatura para sí mismo.
Claro está, con grave riesgo de no retener los negocios que tiene en la Ciudad si es que pierde esa elección. Un detalle, pequeño pero indicativo: el domingo hubo elecciones de Junta Vecinal en el Barrio Fátima (Villa 3) de Villa Soldati, donde se impuso un frente de agrupaciones kirchneristas con el 53% de los votos. La lista identificada con el PRO alcanzó el 13%.
Cabe recordar que la pata peronista de Macri le dio una buena cantidad de votos en el sur de la Ciudad, tanto en 2007 como en 2009. El cambio de escenario ya no puede ser contenido por Cristian Ritondo, la cabeza visible de ese armado.
EL RADICAL BRIZUELA Y EL PERONISTA SAADI. El enviado especial de Clarín y toda la batería mediática que quedó paralizada ante el triunfo de Lucía Corpacci– Dalmacio Mera esgrimieron de inmediato que Ramón Saadi estaba en los festejos del Frente para la Victoria y que era parte de lo que se viene en Catamarca. Mera fue elegido vicepresidente del PJ provincial cuando acompañó al ex intendente de Tinogasta, Hugo Ávila, y le ganaron las internas a la lista que precisamente encabezaba Saadi. Cuando Ávila renunció, Mera quedó al frente del peronismo catamarqueño y tiene mandato hasta mayo próximo.
Por su parte, Corpacci es una médica infectóloga, que estuvo al frente del PAMI provincial, que fue vice de Eduardo Brizuela del Moral cuando el todavía gobernador provincial tenía buena sintonía con el kirchnerismo.
El principal referente de la todavía senadora nacional Corpacci es Armando Bombón Mercado, ex marido de Alicia Kirchner y dirigente provincial, que nada tiene que ver con las prácticas ni la historia de Saadi.
Lo que sucedió en Catamarca es muy importante, más allá del plano nacional. Una mujer en una provincia conservadora y machista, que tiene como antecedente el crimen de María Soledad Morales por parte de los llamados "hijos del poder", es la cara visible de un cambio de rumbo y de oxígeno político.
Corpacci advirtió que el 80% de los catamarqueños dependen del empleo público. Es sabido que, además de los aportes del Estado nacional, esa provincia vive de las regalías mineras que están en manos de multinacionales.
Es decir, se hace política a la sombra de contrastes abismales, entre la pobreza y las oficinas de corporaciones que reportan a Canadá y los Estados Unidos y que cuentan con recursos infinitos para comprar voluntades.
Que los catamarqueños, después de 20 años le hayan dado la espalda al oficialismo del Frente Cívico no significa que mañana vayan a florecer industrias y se termine el lobby minero. Pero sin duda es parte de un proceso de cambio. Brizuela del Moral no era de tal o cual referente radical.
Sin embargo, allí estaban, este domingo, dispuestos a sumarse al carro, tanto Ernesto Sanz como Julio Cobos. Ricardo Alfonsín, más serio, no fue a sacarse la foto y no quedó desubicado como Sanz y Cobos. En rigor de verdad, sería injusto y artificial decir que el radicalismo sufrió un golpe por el resultado de Catamarca.
En todo caso, puede advertirse que el partido de Yrigoyen sufre de inacción y no alcanza a despegar por capacidad propia. Tiene que ir a internas y está atomizado, tanto en sus conducciones provinciales como en su dificultad para cumplir con esa máxima de que quien gana conduce y quien pierde acompaña. El sábado 30 de abril, la Unión Cívica Radical celebrará elecciones internas para ver si la fórmula partidaria será encabezada por Sanz o Alfonsín.
Está claro que los plazos legales no los corren, dado que hasta el 24 de junio hay tiempo para inscribir los binomios que competirán en octubre. Pero hay una reflexión imposible de evitar: a los grandes méritos de Cristina Kirchner y su gobierno no parece empalidecerlos la determinación y la capacidad de quienes, según las encuestas, podrían disputarle las presidenciales de octubre.
Está claro que la actual presidenta no parece urgida por las definiciones que le reclaman, entre otros, Carlos Pagni o Eduardo van der Kooy desde las páginas editoriales de La Nación y Clarín.
Lo que sí podrían hacer estos analistas –claramente opositores– es advertir que lo acontecido en Catamarca no es un fenómeno local, sino que es la constatación en el plano electoral de un fenómeno profundo de identidad política, el que se inició el 25 de mayo de 2003 cuando asumía Néstor Kirchner.
Con el Peronismo Federal desunido, con Macri sin armado nacional y con una UCR tan delgada, los políticos opositores deberían reconocer que el armado de fórmulas al amparo de sugerencias de grandes empresas no dará resultado.
Por el contrario, la revitalización de la política sobre la base de la movilización popular, la construcción de organizaciones sociales, la lucha por la vigencia de los Derechos Humanos, el fortalecimiento de los sindicatos y la construcción de un gran frente nacional parecen ser el paradigma de estos tiempos en los que la militancia recuperó un lugar protagónico.