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País real, no pura propaganda

*Por Ricardo Kirschbaum. Comenzó ayer un nuevo sistema para obtener el pasaporte. Hay que pedir turno, hacer el trámite que, aseguran, lleva sólo un cuarto de hora y esperar quince días para que llegue por correo el nuevo documento.

Es un progreso, si el sistema se mantiene, sobre el anterior que dependía de la Policía Federal y que insumía muchísimo más tiempo y complicaciones. Este adelanto que, insistimos, beneficia a todos los que precisan simplificar la gestión diaria, es presentado como una modernidad cuando debería ser algo normal en una sociedad en desarrollo.

Pero lo anormal es la regla . Quienes han viajado en avión el fin de semana largo han asumido como normal las demoras y cancelaciones de los vuelos. Las explicaciones han sido de ocasión: había demasiados vuelos por el prolongado feriado y los turnos de despegue o aterrizaje debían respetar un orden muy estricto. Nadie aclaró si persisten los inconvenientes por reclamos gremiales. En general, la conducta de los pasajeros fue ejemplar. Es que se ha creado una cultura de resignación : los que viajan en avión deben saber que están sometidos a la arbitrariedad.

in embargo, la inmensa mayoría que utiliza los trenes son verdaderos héroes cotidianos . Por razones de espacio ahorramos la descripción de las condiciones, horarios e inseguridades, además de la suciedad, que sufren los pasajeros. Pasada la primera década del siglo XXI, los argentinos prácticamente carecen de trenes. Los que corren son una demostración palmaria de la mala gestión, la desidia, las políticas equivocadas y la cultura del abandono . Los responsables no sólo son los actuales funcionarios: la crisis viene de lejos y atraviesa a varias administraciones políticas y sindicales.

Síntomas del país real, no de la propaganda.