DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Pacman

*Por Hugo Caligaris. Las nuevas autoridades del Inadi se encontraron, de entrada, con un caso difícil: una denuncia del sindicato que agrupa a los Pacman de la industria nacional por discriminación, xenofobia y racismo.

Dicen que el exabrupto del presidente anterior del Instituto se debe a que el Pacman es amarillo, que esto constituye una ofensa para los trabajadores de origen asiático que se desempeñan en el sector videojuegos, que no seguirán comiendo pelotitas ni escapando graciosamente de sus perseguidores hasta que no haya una reparación y que de no haberla pronto cortarán la calle Moreno a la altura de la sede de la entidad y convertirán toda la zona céntrica en un auténtico despiporre.

Toru Iwatani, el inventor del videojuego, mandó un telegrama desde Tokio en defensa de sus criaturas. "Mis paku-paku son seres sensibles. No se debe jugar con ellos fuera del horario de trabajo", dijo Toru, en lo que pareció una referencia elíptica al tiempo ocioso en ciertos organismos oficiales. La expresión japonesa "paku-paku" significa "comer" y de allí viene el nombre de este clásico de los árcades.

Usar la palabra "Pacman" como insulto nos afecta, en cierta medida, a todos. Suele darse entre quienes acceden al poder el síndrome de una metamorfosis kafkiana en la que el afectado en lugar de convertirse en cucaracha se convierte en Pacman. Es una enfermedad, más bien una epidemia, lo que agrava las cosas: es horrible reírse de la desgracia ajena, no sólo porque el día de mañana puede ser también propia, sino porque revela un gusto poco refinado. En Estados Unidos, al jueguito le cambiaron el nombre original, que era "puckman" para prevenirse de los chistosos que ya se habían dado cuenta de que cambiando la "p" por una "f" formaban una mala palabra. En el caso del Inadi, todo se complica aún más porque la destinataria del agravio es una dama. En otros términos: aquí no hay "man" que valga.