Otro ladrillo en la pared
*Por Pablo Guidi. El próximo marzo del 2012, el británico Roger Waters brindará una serie de recitales en la gira del The Wall Live Tour. En este show Waters recorrerá todas las canciones del álbum The Wall, publicado en 1979 por el grupo Pink Floyd, al cual pertenecía el cantante. El que dio pie a la película del mismo nombre que fue estrenada en 1982, dirigida por Alan Parker y protagonizada por Bob Geldof.
Para los que la vieron quizás recordarán que durante el mismo se iba construyendo un muro simbólico alrededor del protagonista principal (Pink). ¿A qué viene toda esta introducción?
El pasado jueves 13, en el diario "El Cronista" se publicó una noticia que mencionaba una supuesta "intención de parte del kirchnerismo" de cambiar los contenidos de los planes de estudios de las carreras de Economía en las universidades estatales.
Según lo mencionado en dicho diario, el objetivo sería que en ciertas materias del currículo solamente se estudien a Marx y Keynes, eliminando la bibliografía de economistas como Milton Friedman, Paul Samuelson, Ludwig von Mises o Friedrich Hayek.
Las palabras del ministro de Economía y candidato a la vicepresidencia, Amado Boudou, vendrían a confirmar la probable medida, al decir que existe la "necesidad de discutir nuevos planes de estudio, porque los tópicos que se enseñan actualmente son parte de herramientas de dominación para que el pueblo no piense y compre lo que diga el Fondo Monetario Internacional" ("El Cronista", 13/10/11, página 7).
De confirmarse la implementación de esta medida estaríamos frente a un nuevo "ladrillo en la pared", otra andanada contra las libertades individuales a las cuales este gobierno nos tiene muy bien acostumbrados. En esta oportunidad, contra la libertad de enseñar y aprender (artículo 14 de la Constitución nacional).
La prohibición de autores y libros ha sido un elemento típico de los regímenes autoritarios y totalitarios en la historia de la humanidad. Recordemos algunos: la quema de libros en Bebelplatz por las juventudes nazis (10 de mayo de 1933) o la ordenada por Luciano Benjamín Menéndez durante la última dictadura militar (29 de abril de 1976), las persecuciones de las juventudes del Partido Comunista chino a intelectuales y profesores universitarios durante la Revolución Cultural (1966-1969) o la "hoguera de las vanidades" en Florencia, propiciada por el inquisidor Savonarola, donde se quemaron libros y cuadros a fines del siglo XV.
Independientemente de la consistencia de las teorías de Marx, Keynes, Friedman y de los otros economistas que serían prohibidos en los contenidos de algunas materias de las carreras de Economía, podemos decir que en caso de llevarse a cabo dicha medida iría en contra del espíritu de una universidad, que es precisamente el debate y la confrontación de ideas y teorías, con el objetivo de buscar el progreso y el avance de la sociedad. Así como la eliminación de la competencia entre fabricantes de teléfonos celulares o lavarropas genera productos más caros y de menor calidad, lo mismo sucedería en las universidades.
Se impondría el "pensamiento único" a la fuerza, no por sus virtudes sino por la coacción estatal, provocando una menor calidad de enseñanza y aprendizaje, y un raquítico espíritu crítico ya que no habría nada para confrontar del otro lado. La pluralidad de la que habla en sus discursos el gobierno se vería seriamente dañada al eliminarse de la bibliografía de los cursos a aquellos autores que algunos funcionarios creen que no vale la pena ni siquiera ser descubiertos y discutidos.
Por otro lado, este tipo de medidas confirmaría, una vez más, lo peligroso que resulta la intervención del Estado en materia educativa, ya sea mediante la determinación de contenidos educativos como de regulaciones en lo que respecta a horarios, extensión de la formación de los programas, etc. Por eso los regímenes autoritarios y totalitarios rápidamente buscan el adoctrinamiento de la población a través de las escuelas, colegios y universidades: para eliminar cualquier disidencia y crítica en materia de ideas.
La intención de convertir a las universidades estatales en usinas de adoctrinamiento no es una excepción sino un "ladrillo más en la pared", un paso más en una estrategia de homogeneizar el pensamiento, de eliminar la crítica y el debate, de reducir la esfera de acción individual para ampliar el ámbito de intervención estatal en la vida de las personas.
El problema, como decía Hayek, no es la democracia, sino el uso arbitrario del poder por parte de un gobierno democráticamente elegido: "... no es el modelo democrático en sí, sino su variante de tipo ilimitado, lo que, en mi opinión, puede llegar a resultar tan opresivo como cualquier otro gobierno arbitrario" (Democracia, justicia y socialismo, Unión Editorial, 1985, p. 7).