Otro fuerte cimbronazo en el tablero electoral
* Por Marisa Alvarez. El oficialismo nunca pensó que iba a ganar las elecciones provinciales de Santa Fe (aunque, en rigor, a algún fundamentalista, el entusiasmo por el resultado de las internas de hace dos meses lo llevó a creer por un rato que el milagro podía ocurrir).
Pero tampoco imaginó que la derrota iba a ser tan dura. Como no creyó el macrismo que iba a conquistar semejante caudal de votos, ni intuyó siquiera el peronismo antikirchnerista que los ciudadanos que adscriben a esa corriente política podrían, adhiriendo a Miguel Del Sel, pegarle un golpe tan duro al oficialismo. Por eso, el resultado de los comicios de ayer significó otro fuerte cimbronazo en el tablero electoral nacional, que, por lo pronto, profundiza las expectativas sobre las elecciones internas, convertidas en el primer gran examen de la contienda presidencial.
El voto santafesino dejó como primera lectura que aunque el kirchnerista Agustín Rossi fue a las urnas con el sello oficial del PJ -asimilado al Frente para la Victoria-, el peronismo "clásico", que supo ganar muchas elecciones en esa provincia, aportó poco y nada al escuálido 22% de los sufragios que conseguía el jefe de los diputados nacionales del oficialismo.
Y dejó asentado también que otra propuesta nítidamente opositora al gobierno nacional, la del socialismo que lidera Hermes Binner, sigue siendo un proyecto confiable para los santafesinos.
El golpe mayor de la elección de ayer fue, así, para el oficialismo, con especial repercusión en la Casa Rosada y en la provincia de Buenos Aires, en la medida que el peronismo bonaerense es el que aparece más atado a la suerte del gobierno nacional.
CAMBIO DE CLIMA
En esos dos ámbitos se admitía ayer que la dura derrota de Santa Fe vino a agravar un tiempo de amargos reveses para el oficialismo que -vale repetirlo- estuvieron desde siempre en las previsiones del sector pero que mostraron fallas gruesas de cálculo en cuanto a su dimensión, y que están provocando un sensible cambio de "clima" electoral.
Es que el tercer -y rezagado- puesto de la elección de ayer se sumó a la también dura caída del kirchnerismo sufrida hace apenas tres semanas en la capital federal, donde al oficialismo lo sorprendió -y le dolió- más el vigor del opositor Mauricio Macri que la derrota propia. Y funcionó también el resultado santafesino como la antesala del ballotage porteño, que se realizará el domingo que viene y que, según todos los análisis, no hará más que reforzar la simpatía de ese distrito por la propuesta de oposición que encarna el macrismo.
A la Casa Rosada le queda también otro mal trago por superar. En dos semanas, la elección de gobernador en Córdoba instalará, gane quien gane, un triunfo opositor, porque el kirchnerismo no logró allí que lo represente el peronismo que conduce José Manuel De la Sota ni consiguió construir un candidato propio.
El panorama que dejaron todos estos primeros comicios en el país revela, en suma, para el kirchnerismo, que el proceso electoral ya no sería el "paseo" que la Casa Rosada imaginó hasta hace pocas semanas. Y anoche mismo sus principales operadores trabajaban en eventuales modificaciones y en profundizar el proselitismo para las internas del 14 de agosto.
En esa instancia, como se sabe, la contienda presidencial se pondrá en juego en todo el país. Y para el kirchnerismo, que Cristina acumule en esos comicios un caudal de votos y una diferencia con quien resulte su más cercano perseguidor ha pasado a tener una importancia que no registraba hasta ahora.
Estiman en la Casa Rosada que sólo una ventaja muy contundente en las primarias podría torcer el clima adverso para el oficialismo nacional que bruscamente se instaló en las últimas semanas.
UN LIDERAZGO NACIONAL
Para la oposición, en tanto, el resultado santafesino revela el surgimiento del macrismo como una fuerza nacional, una categoría que el propio Macri no imaginó para su sector hace apenas tres meses, cuando desistió de la candidatura presidencial con la que coqueteó durante casi dos años.
Los analistas estiman que la cosecha de votos que consiguió Del Sel, desde su solitaria y breve campaña, sin estructura, y con el rótulo, siempre sospechoso para importantes segmentos de la sociedad, de ser un integrante de la farándula que de pronto quiere "ser político", muestra que la marca del Pro, y el padrinazgo de Macri, resultaron decisivos para su impresionante performance de ayer.
Su propio triunfo en la capital federal, y la de su candidato en Santa Fe, reubican a Macri en el escenario político nacional con una fuerza inusitada, que constituye quizás la novedad y el dato más fuerte que ha dejado hasta aquí el proceso electoral del 2011.
El Peronismo Federal, por su lado, si bien expresó su apoyo a la candidatura de Del Sel, no formalizó una alianza consistente con el macrismo para la elección santafesina, y deberá preguntarse porqué no funciona su objetivo de representar el voto peronista no kirchnerista. Tal vez en su atomización y en su carencia de figuras y candidatos reconocidos por la ciudadanía resida una respuesta que, con todo, ya difícilmente le sirva para modificar las tendencias para las elecciones generales de octubre.