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Otro escándalo sin responsables

*Por The Irish Times. Cuando Néstor Kirchner juró como presidente, en mayo de 2003, juró sanear la cultura de la corrupción a la que muchos argentinos atribuían la debacle económica de 2001.

Envalentonados por esta promesa, los jueces procesaron al ex presidente Carlos Menem, cuyos 10 años en el poder, hasta 1999, se destacaron por los continuos escándalos que treparon a las primeras planas, pero nadie marchó preso.

Hoy Menem ocupa su banca en el Senado y vota con lealtad a la mandataria Cristina Kirchner. Mientras, el patrimonio de la familia Kirchner creció en más del 600 por ciento. La prensa suele publicar noticias sobre sus oscuros negocios, que involucran pingües transacciones inmobiliarias. Pero las indagaciones han sido cajoneadas por los fiscales. Potencialmente, una de las acusaciones más chocantes emergió en 2010, cuando el ex embajador de Argentina en Venezuela dijo que las empresas argentinas oblaban cientos de millones de dólares a mediadores de la administración Kirchner, por el derecho a hacer lucrativos contratos en Venezuela. El embajador Eduardo Sadous afirmó ante el Congreso que el ministro de Planeamiento Julio De Vido, viejo aliado de los Kirchner en su provincia patagónica, mantenía una "embajada paralela" en Caracas para instruir el esquema. Néstor Kirchner y su aliado

Hugo Chávez habían firmado acuerdos que permitían a Argentina abastecer a Venezuela en alimentos, maquinaria y remedios, parte de un esfuerzo mayor para cimentar la alianza de izquierda entre los dos gobiernos populistas. Tras este acuerdo, el comercio entre ambos países escaló de 126 millones a más de 2 mil millones en 2009.