"Otra vez la ineptitud en los espacios curriculares"
* Por Graciela Chayle. Carta al director. Señor Director: Quien suscribe, solicita por este medio disponga de un espacio de la sección "Lo bueno, lo malo, lo feo" para publicar lo siguiente;
Señor Director:
Quien suscribe, solicita por este medio disponga de un espacio de la sección "Lo bueno, lo malo, lo feo" para publicar lo siguiente;
Mi hijo participó representando a su escuela (Colegio Polimodal Nº 21 de Andalgalá) en las Olimpíadas Informáticas que comenzaron a desarrollarse en junio de este año. Con mucho esfuerzo, ya que estudiaba por sus propios medios, valida su participación para la instancia provincial, y un mes más tarde lo evalúan y obtiene el 1º lugar en la categoría y nivel en que había sido inscripto. Este logro lo habilitaba para competir en dicha Olimpíada a nivel nacional. Hasta aquí podrá parecerle al lector que todo estaba en orden, pero no fue así, ya que la falta de coordinación entre la Dirección de Informática de la Provincia, responsable de este evento, la escuela a la que asiste mi hijo y la responsable de TIC a nivel local, era por demás evidente: no se pudo lograr el apoyo pedagógico para su preparación, y tampoco nadie sabía las fechas de evaluación sino hasta una hora antes en que la misma se produjera. Entre otros "pequeños desajustes". No obstante, él obtuvo el 1º lugar y esta noticia apareció publicada en los medios periodísticos provinciales.
Como nadie sabía la fecha de la evaluación de la Instancia Nacional, decido llamar a la Dirección de Informática para averiguar dicha fecha y ahí uno de los coordinadores me informa que la misma se llevaría a cabo a fines de agosto. Y cuando di el nombre de mi hijo comenzó el problema: se deshicieron en disculpas y me informaron que él, lamentablemente, no podrá participar porque recién se daban cuenta de que él participaba solo y que no integraba un equipo. No podía salir primero de mi asombro y después, de la indignación que tenía. Seguían las disculpas y me dijeron que, como era muy meritoria su actuación, intentarían incluirlo en un equipo de Recreo que había salido también ganador en otra categoría del mismo evento.
Quedaron en llamarme, pero como los días pasaban y no sabía nada, vuelvo a llamar a estos "personajes". Esta vez me dijeron que (por razones obvias) era imposible su participación, y como compensación, me ofrecían, vía telefónica, un viaje a Tecnópolis para mi hijo, a lo cual me negué porque con ¡semejante ineptitud de los organizadores podía esperar cualquier cosa!
Soy mamá, pero también docente y ejerzo mi profesión con responsabilidad y compromiso, y estas últimas semanas me desvelo pensando en lo siguiente:
-¿Basta sólo con pedir disculpas, sin pensar en el daño moral que se le ocasiona a un alumno que puso todo su esfuerzo y tiempo para concretar una meta?
-¿Actuaron así porque... total es un alumno del interior? Y como el interior no existe...
-¿Cuál es el grado de responsabilidad con que nuestras autoridades actúan tanto a nivel provincial como a nivel local?
-¿De qué sirve el discurso con el cual los adultos se llenan la boca cuando sostienen que hay que estimular a los jóvenes?
Hasta la fecha, sólo siguen las disculpas.
Cada vez que surge este tema y veo en los ojos de mi hijo que está masticando su frustración y desilusión, le explico que son cosas de la vida... Que ya vendrán nuevas oportunidades.
Es más, hasta pensé en olvidarme también del tema, pero luego, tratando de encontrar una salida a toda esta situación absurda, pensé: nada mejora si no trabajamos para ello. Por callarnos, muchas veces dejamos que nos avasallen en nuestros reclamos y que nos pisoteen nuestros derechos (Andalgalá es una prueba palpable de ello), pero fundamentalmente ser conscientes de que nuestros jóvenes merecen respeto y respuestas coherentes.
Los atropellos, las injusticias (de la Justicia, por ejemplo), los actos de corrupción, las postergaciones, etc., etc., (el listado sería interminable) se están convirtiendo en nuestra sociedad es moneda corriente, y cuando los ciudadanos se levantan y hacen oír su voz, los amigos del poder los tildan de inadaptados. Así les dijeron a nuestros jóvenes cuando pedían por un edificio para el IES, o alumnos que hoy tan justamente reclaman las netbooks.
Parece al mundo del revés.
Vaya un mensaje especial para nuestras autoridades educativas, y para las de otros espacios: nuestros jóvenes no son intolerantes, sólo van cansándose de patrañas y mentiras de los que ostentan el poder, sumados los inoperantes de turno. Lo que le pasó a mi hijo sólo es uno de los tantos pisotones que a diario sufrimos.
Y por eso esta carta. Que alguien se haga responsable.
Prof. Graciela Chayle
DNI 16.449.715