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Otra mirada sobre el presupuesto educativo

* Por Roberto Luis Rull. He leído con suma atención la opinión de la Fundación Progreso y Libertad referida a la problemática del financiamiento de la educación pública en Neuquén, publicada el 21 de julio. Sin pretender inmiscuirme en asuntos de esa provincia, quiero dar mi opinión sobre el fondo del tema en tratamiento.

Tengo algunas coincidencias generales y algunas diferencias, más y muy profundas, con lo expuesto.

Coincido en el estado de decadencia del sistema público educativo argentino y no sólo neuquino (este mismo matutino ha tenido la gentileza de publicar una columna de mi autoría al respecto no hace mucho tiempo). Coincido también en la inadecuada y rígida distribución interna del presupuesto educativo, aunque haciendo alguna salvedad importante: el hecho educativo es y seguirá siendo (aun tecnología mediante) por mucho tiempo fundamentalmente una relación interpersonal entre el docente y el alumno y es por ello que el "principal e imprescindible insumo" es la labor docente y, aunque considero que hay que mejorar la incidencia relativa de los otros rubros en el presupuesto, resulta imposible no destinar la mayor parte a salarios docentes porque sería ir contra la esencia y la sustancia del hecho educativo (algunos proyectos de financiamiento adicional, procurando mejorar esa relación, establecieron destinar el 80% de los fondos suplementarios a salarios y el 20% a otros insumos).

La proporción docente-alumno tal como está planteada es engañosa porque no considera que además del docente al frente de un curso hay docentes de áreas especiales como Educación Física o Estético-Expresiva, equipos directivos, preceptores, etcétera. Además, hay que considerar el grado de dispersión geográfica del sistema educativo en nuestras provincias patagónicas en las que hay y debe haber escuelas rurales con siete u ocho alumnos y escuelas hogar en las que hay que tener personal docente permanente. Es posible que pueda y deba mejorarse esa relación pero sé que difícilmente pueda lograrse un cambio importante en la misma sin resentir seriamente los servicios y disminuir aún más la calidad ya deficitaria actual. Puedo coincidir en que hay abuso en el ausentismo docente (en verdad me preocupa muchísimo más por la incidencia negativa que la "discontinuidad" tiene en el proceso de enseñanza y aprendizaje que por el aspecto económico) pero no puede caerse en facilismos que han logrado casi la categoría de "mitos" a fuerza de ser repetidos.

Considero con sinceridad que hay otros caminos mucho más relacionados con lo pedagógico y creativos para lograr reducirlo sabiendo que por causas lógicas y naturales de la propia vida siempre habrá un porcentaje ya que los docentes o sus hijos se enferman, afortunadamente las docentes quedan embarazadas y lamentablemente sus familiares fallecen (menciono las causas porcentualmente más importantes del ausentismo). Este ausentismo no difiere en demasía del que se da en el resto de la administración, pero la diferencia con una oficina que maneja expedientes radica en que la ausencia debe ser cubierta porque hay niños y jóvenes que deben seguir aprendiendo. Digo esto con la particularidad de haber sido una de las autoridades educativas que más han luchado y enfrentado esta cuestión; he intentado diferentes caminos y sé que en el largo plazo no se soluciona ni con presentismos, ni con el simple contralor médico habitual ni cambiando los regímenes de licencias y mucho menos los estatutos (hay que modificarlos por otros motivos mucho más profundos que se vinculan con la carrera docente y la calidad).

Por otra parte, sostener que 1.000 pesos por alumno por mes son más que suficientes es absolutamente arbitrario y discrecional si no se analizan los orígenes o las fuentes de gasto. No se puede comparar con lo que le cuesta cada alumno a una escuela privada pretendiendo afirmar que son más eficientes cuando el sistema público debe atender a todos los alumnos de la provincia en situaciones reales (ruralidad, capacidades diferentes, bajas condiciones socioeconómicas que inciden en el aprendizaje, bajas posibilidades de apoyo familiar, diversidad y heterogeneidad, repitentes etcétera).

No voy a referirme a la afirmación de sobrecosto burocrático porque eso sería opinar sobre las decisiones gubernamentales de otra provincia.

Dicho esto, con algunas coincidencias y otras disidencias con el contenido de la nota, quiero enfocar la cuestión con la que más disiento. He sido defensor e impulsor del modelo de autonomía institucional y de descentralización a las unidades escolares, incluso de la administración de sus propios fondos, con participación de padres y docentes. Por ello me he enfrentado duramente con el sindicato en mi provincia hace ya muchos años. No coincido en absoluto (como no coincidí entonces) con el modelo de "vouchers" que implica cambiar el subsidio de oferta por el de demanda como se aplicó en Chile, se aplica en algunos estados de Estados Unidos y en otros países y aquí propuso en su momento la Asociación de Bancos de la República Argentina con el apoyo técnico de FIEL (hay un libro de la Dra. María Etrchar, con la que discutí personalmente acerca de esa propuesta que financió Adeba y se llamó "Descentralización y desregulación de la escuela primaria argentina", que estuvo muy en boga en aquellos tiempos y con el que estuve y estoy en desacuerdo justamente por los "vouchers" y en especial por la "desregulación" de las relaciones laborales).

Debo decir aquí que no logré al respecto convencer a muchos de mis comprovincianos y en especial a la dirigencia sindical de que la propuesta que hacíamos era totalmente diferente (en esos años incluso compartí y debatí en Bariloche en un panel sobre el tema con el señor Marcelo Mango, actual secretario general de la Unter). Yo decía en aquella época (y sigo convencido de ello) que se podía descentralizar en Washington o en La Habana porque la cuestión era el sentido ideológico que se le daba y que no todo proceso de descentralización con participación es neoliberal. Pero no supe explicarlo y transmitirlo, además de tener que reconocer que el "clima de época de los noventa" y la situación económica y política provincial de Río Negro hacían muy difícil que se creyera que no había intenciones economicistas o privatistas subyacentes que me cansé de desmentir vanamente.

Me diferencio del modelo que en la nota se propone porque lleva inevitablemente a la segmentación del sistema, afecta gravemente la igualdad y genera "escuelas de primera para unos y de tercera o cuarta para otros". Así lo dije en aquel momento y sigo pensándolo hoy.

Coincido, en cambio, en que hay que mejorar la calidad y hacer más eficaz el sistema educativo público, pero también más igualitario y justo para evitar profundizar la brecha social y aumentar de hecho la exclusión. Estoy convencido de que ese modelo que proponen no es el que sirve a esos fines y que produce más daños que soluciones. Coincido en que hay que producir profundas reformas en las formas de gestión de recursos financieros y sostengo, como sostuve, que "más dinero para más de lo mismo no sirve" y hasta es faltar al deber de disponer correctamente del dinero de los impuestos de los ciudadanos y habitantes. Sigo convencido de que hay que modificar el Estatuto del Docente, generar un modelo participativo de gobierno escolar, descentralizar (cuidando la equidad) la gestión y adoptar nuevas formas orgánicas tendientes a la mayor calidad (que no es sólo un problema didáctico o exclusivamente pedagógico ni sólo de los docentes, aunque esté convencido de que tienen una parte de responsabilidad, sino principalmente de política educativa y, por ende, también principalmente de la dirigencia).

Estoy también convencido de que si se lograran estas reformas se debería disponer de más fondos presupuestarios para producir un impacto (un shock, si se me permite el anglicismo) de calidad que al reducir el abandono, la repitencia y la "sobreedad" no sólo aportaría más igualdad sino que incidiría fuertemente en una mejor inversión por alumno, ya que reduciría la sobrematriculación causada por la ineficiencia interna del sistema. Pero estoy simétricamente convencido de que por el camino que la nota propone no se logran esos fines.

Por último, quisiera decir que creo que es una discusión superada.

(*) Ex presidente del Consejo Provincial de Educación de Río Negro
ROBERTO LUIS RULLI (*)