Otero: "El instrumento del músico es la cabeza"
*Por H. Inzillo. Produce a Iván Noble y Spinetta grabó para él: Mariano Otero cruza más jazz con rock
Empecemos por "Guevara", esa suerte de réquiem que Mariano Otero compuso en homenaje al Che y que incluyó en el flamante Rojo (Sony), su sexto disco como solista. "El disparador fue el film de (Steven) Soderbergh", explica el músico. "Por la época cuando lo escribí, estaba leyendo un librito en que el Che habla de filosofía, política y marxismo. Entonces, tuve la visión del entierro que no tuvo. Un delirio. Una idea musical. Es una melodía compuesta con dolor y amor a una figura tan hermosa ideológica y espiritualmente."
Igual que en "Song for Che", compuesta por el contrabajista Charlie Haden para el disco
Liberation Music Orchestra (Impulse, 1969), en "Guevara" hay una cita de "Hasta siempre", del cubano Carlos Puebla, en la voz profunda de Liliana Herrero. Consciente de esto, Otero establece una comunión con el pensamiento político y filosófico de Haden: "Siempre tuve en cuenta la sincronicidad entre la música y sus ideas".
Con la carga ideológica de esa canción, Otero establece un nuevo cruce entre el jazz y la militancia política. Entre los antecedentes locales, vale la pena mencionar la suite para orquesta de jazz El grito (1967) y Bronca Buenos Aires (1970), dos obras conceptuales compuestas por el contrabajista Jorge López Ruiz. Y, también, los discos del saxofonista Gato Barbieri editados entre 1969 y 1975, donde revisitaba músicas latinoamericanas (o del "tercer mundo"), con títulos como "Viva Emiliano Zapata" o una versión rabiosa de "El arriero", de Atahualpa Yupanqui.
"Toda mi vida está atravesada por un pensamiento político", dice Otero, pareja de la actriz Florencia Peña. "También milité en el secundario. Artísticamente, trato de poner en mi música lo que intento ser como persona todos los días. No puedo separar mi pensamiento político o filosófico del artístico, porque para mí son lo mismo. Si eso se expresa más claramente en una grabación, y entro a formar parte de la galería de los artistas que logran esa sincronicidad, está buenísimo. En definitiva, Rojo es una toma de posición. Y es, también, un disco de ruptura".
-Rojo no encierra sólo una ruptura estilística, sino también un alejamiento del contrabajo, tu primer instrumento.
-A los 15 años, no es el momento en que estás mejor capacitado para reflexionar sobre cuál es el instrumento que mejor va para expresarte en un arte que recién estás conociendo. En mi cabeza, ahora me siento más afín a tocar el piano o la guitarra que el contrabajo. Más allá de lo que toques, el instrumento del músico es la cabeza: la forma de pensar las melodías, las armonías y todo lo que brota musicalmente de uno. El instrumento es lo que lo canaliza. Por eso aparece la necesidad de usar la voz como un instrumento más.
-En algunos pasajes, Rojo recuerda a aquel disco de la orquesta de Gil Evans interpretando la música de Jimi Hendrix.
-No es un disco que haya curtido demasiado. Pero, por separado, son dos de mis influencias más importantes. Me siento parte de todos los lenguajes. Para mí, Hendrix y los Beatles son tan importantes como Louis Armstrong y Gil Evans. La administración de esas influencias define cómo vas creando tu obra artística.
-¿Hay algo que una a los músicos de jazz de tu generación? En tal caso, ¿qué sería?
-Un pensamiento musical estético muy unificado. Todos queremos mucho el rock, amamos el jazz y con algunos compartimos el gusto por la música contemporánea. Además disfrutamos de estar juntos y comernos un asado. Con Sergio Verdineili, Jerónimo Carmona, Carto Brandan, Ale López y Ramiro Flores, entre otros, compartimos muchos momentos. Nos comunicamos con la misma estética. Con el Colo [Arredondo] y el Pato [Carpossi], por ejemplo, comparto el fanatismo por el grunge. Y también escuchamos Radiohead.
-Luis Alberto Spinetta colabora en tu nuevo disco. ¿Qué representa eso para vos?
-Es una presencia especial, emotiva, clave... El valor musical de escucharlo cantar esa canción excede cualquier análisis. Es el artista más emblemático y admirado del crossover jazzístico-rockero. Su participación fue muy hermosa y significativa, y un espaldarazo.
-Obras tuyas como "Espíritu" y "Antidoping" integran el Real Book Argentina, versión local del clásico libro de partituras estadounidense. ¿Qué sentiste?
-Es lindo juntar en un libro trabajos que venimos haciendo y que no tienen mucha visibilidad. La ilusión es que, dentro de unos años, tenga un valor musical interesante. La idea fue de Esteban Sehinkman, que es un tipazo, y todos nos prendimos.
-Produjiste los dos últimos discos de Iván Noble, ¿cómo encarás ese trabajo?
-Para mí es un desafío muy interesante trabajar con un artista dentro de las limitaciones que impone el mundo de la música comercial: la duración del tema, la posibilidad de instalar un solo o no, la necesidad de generar leitmotivs y que la música sea fácilmente recordable. Pongo todas mis neuronas al servicio de esa situación. Me fascina y me apasiona ser el nexo entre todo eso y la poética del autor.