Oscar Martínez, en su trabajo consagratorio
Aplausos para un trabajo actoral que se perfecciona -aún más- con el correr de las funciones de "Amadeus"; uno de los grandes trabajos de Martínez a lo largo de su carrera.
Por Adrián Pallares
@adrianpallares
Por Rodrigo Lussich
@rodrigolussich
Oscar Martínez compone en "Amadeus", una de las mejores puestas actuales en la cartelera porteña, a un Antonio Salieri, la contrafigura y némesis de Mozart (Rodrigo de la Serna, también genial), con una intensidad y una fuerza demoledora. Pocas veces como espectadores hemos visto a un actor del calibre de Martínez hacer un trabajo tan perfecto y tan brutal, que parece imposible de superar.
En este caso se trata de su trabajo consagratorio. Lleva adelante el hilo de la trama; sus monólogos son de una excelencia superlativa y su camaleónica caracterización cautiva al público de manera subyugante.
Los matices y colores que tiene Martínez, que pasa de ser un viejo de 70 años a un joven de treinta y pico, lo convierten en una verdadera creación dramática. Es tan fuerte la interpretación, que los demás actores, todos correctos y muy bien en sus papeles, quedan desdibujados por el trabajo de Oscar que es absolutamente perfecto.
La única recomendación que les hacemos es que si tienen la posibilidad de ir a ver "Amadeus" en el remodelado Teatro Metropolitan, no se lo pierdan; no se van a arrepentir, y van a ver un trabajo que sin dudas va a quedar en la historia del teatro argentino.
@adrianpallares
Por Rodrigo Lussich
@rodrigolussich
Oscar Martínez compone en "Amadeus", una de las mejores puestas actuales en la cartelera porteña, a un Antonio Salieri, la contrafigura y némesis de Mozart (Rodrigo de la Serna, también genial), con una intensidad y una fuerza demoledora. Pocas veces como espectadores hemos visto a un actor del calibre de Martínez hacer un trabajo tan perfecto y tan brutal, que parece imposible de superar.
En este caso se trata de su trabajo consagratorio. Lleva adelante el hilo de la trama; sus monólogos son de una excelencia superlativa y su camaleónica caracterización cautiva al público de manera subyugante.
Los matices y colores que tiene Martínez, que pasa de ser un viejo de 70 años a un joven de treinta y pico, lo convierten en una verdadera creación dramática. Es tan fuerte la interpretación, que los demás actores, todos correctos y muy bien en sus papeles, quedan desdibujados por el trabajo de Oscar que es absolutamente perfecto.
La única recomendación que les hacemos es que si tienen la posibilidad de ir a ver "Amadeus" en el remodelado Teatro Metropolitan, no se lo pierdan; no se van a arrepentir, y van a ver un trabajo que sin dudas va a quedar en la historia del teatro argentino.