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¡Ojo con Twitter!

*Por Susana Quadrado. Que Twitter ha conformado una nueva forma de opinión pública que va demostrando su capacidad de forzar a la clase política, empresarial y a los medios de comunicación es algo que nadie discute. Que así sea.

Después de años en que el ciudadano tenía la impresión de que no podía cambiar su entorno, Twitter ha obrado el milagro. La gente actúa, la gente decide. Una red que detecta los mensajes telegráficos de muchas personas (en España hay casi cuatro millones de tuiteros) y los socializa a toda velocidad y ¡a tiempo real! es un buenísimo sensor de lo que preocupa en la calle. O, digamos más bien, de lo que preocupa en internet, porque todavía está lejos de ser una fórmula eficaz de representatividad democrática.

El atractivo de Twitter para las redacciones de los diarios es indudable, más aún cuando lo que vale es la inmediatez. Los mensajes que corren por las venas de la red llevan implícita una pátina de credibilidad por dos motivos. El primero, a esa información tuiteada el emisor le aporta su reputación y su identidad. Y segundo, al formarse comunidades con intereses comunes se fomenta la sensación de selectividad. Si encima te brindan la opción de ir a enlaces para ampliar la información, Twitter se convierte en la moneda. Su poder como corriente de opinión echa el resto. Así que todos quieren estar allí. Si no estás, no influyes. Si no influyes, no estás.

La mejor definición que he leído sobre Twitter la escribió hace un par de meses un analista de televisión: "No es una red de amigos, aunque algunos aún lo crean, sino más bien un latigazo informativo, superficial". Ahí es donde queríamos llegar, al latigazo informativo. Es más habitual de lo que parecería razonable que los periodistas corramos como pollos sin cabeza detrás de un tuit lanzado por alguien que busca su momento de gloria fácil. O que lo hagamos cuando el tuit lo firma quien quiere revelar una intimidad propia o ajena sin dar la cara. O, en el peor de los casos, que el tuit proceda de alguien que suplanta la identidad de otro, como ocurrió hace unos días con el ministro Montoro. ¿Por el hecho de ser TT, trending topic, es palabra de Dios? ¿No estaremos sobrevalorando la capacidad informativa de Twitter?

Se conoció antes por Twitter que por la policía la trifulca entre gitanos y senegaleses del Besós. Antes que se activara la alerta oficial, trascendió el leve terremoto del Maresme de anteanoche. Pero, en uno y otro caso, no quieran saber las versiones que circulaban. Por no hablar de la iniciativa, creativa eso sí, de dos ingenieros de vender más barato las T-10 aun sin tener ni plan de empresa ni capital riesgo. Twitter es ágil y puede ser muy útil. Pero ojo, que también puede propiciar tremendas meteduras de pata. El peligro está en que los periodistas no seamos capaces de discernir entre lo relevante y lo anecdótico. Suerte que aún estamos aprendiendo.