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Ofensiva contra YPF

Una sórdida fusión de problemas, conflictos de intereses y duros internismos entenebrece la ofensiva lanzada por el Gobierno nacional contra Repsol-YPF.

En enero de 2008, el grupo Eskenazi irrumpió en Repsol-YPF. Lo hizo luego de haber cerrado en Madrid una singular transacción con la petrolera española, que le cedía el 15 por ciento de las acciones de YPF, con una opción por 10 por ciento más y condiciones de pago que parecían inspiradas en humorismo gallego.

Ocho años antes, Repsol había abonado 15.168 millones de dólares y Eskenazi pagaba por el 14,9 por ciento de YPF 2.235 millones, lo que equivaldría a un valor total de la petrolera argentina de 15 mil millones. Curiosa operación, porque en 1999, el barril de petróleo valía 10 dólares y en 2008 se cotizaba a más de 90 dólares.

El informe oficial de la operación señalaba que el grupo Petersen-Eskenazi presentaba un compromiso de financiación de un grupo de bancos de Suiza, Francia, Estados Unidos y Brasil, y Repsol contribuía con un préstamo de 1.015 millones, casi la mitad del total de la operación.
Analistas financieros europeos y estadounidenses sostuvieron que ese financiamiento generoso sólo podía ser explicado porque la operación tenía como garantía los 600 millones de dólares que Néstor Kirchner había recibido de Menem-Cavallo como "regalías petroleras", suma que, 12 años después y en sus confortables refugios externos, superaría los 1.050 millones.

La alianza Kirchner-Eskenazi parece haber terminado, a juzgar por la violenta ofensiva lanzada por la Presidenta de la Nación contra la hoy demonizada YPF. Julio De Vido se hallaría en baja y La Cámpora aspira a sustituir a Roberto Baratta, subsecretario de Coordinación, Control y Gestión de Planificación y director del Estado en Repsol-YPF, por Axel Kicillof, secretario de Política Económica y cuadro de primera línea de la agrupación oficialista. Su candidatura cuenta con dos avales fuertes: Máximo Kirchner y Guillermo Moreno. Con La Cámpora, el margen de maniobra de Eskenazi sería muy estrecho.

Sea cual fuere la resolución de la agresiva interna en el kirchnerismo, la renacionalización de YPF es una batalla fácilmente ganable pero difícilmente pagable en la actualidad, por la ahora exigua disponibilidad de dólares que aportan las exportaciones de soja. Daniel Montamat, ex secretario de Energía, calcula que el déficit energético (cuatro mil millones de dólares en 2011) este año podría trepar a seis mil o siete mil millones, con compras externas por 11 mil ó 12 mil millones. Nada provoca mayor irritación en el Gobierno que las remesas de utilidades de Repsol-YPF a España.

El monolítico poder político vigente permite deducir que este conflicto de intereses empresarios, internismo oficialista y pulsiones nacionalistas, se resolverá según la voluntad presidencial. El resto es un malabar de enigmas, de pases de mano, cuentas extrañas en las cuales dos más dos dan tres o cinco, y ascensos y descensos de camaraderías y deslealtades.