Occidente frente a los países árabes
La caída de regímenes autoritarios que se creían arraigados en las estructuras de poder y las sociedades del mundo árabe ha abierto paso a nuevos escenarios de esperanza e incertidumbre.
Emergen, claramente, sociedades civiles distintas, cuyos contornos se encontraban ocultos a los ojos externos y de los propios observadores locales.
Este movimiento concatena hechos y fenómenos de un alcance y proyección inesperadas que, como lo fue la caída del Muro de Berlín y la Unión Soviética, reclama un esfuerzo de comprensión y adaptación por parte del mundo occidental. Sobre todo, en una etapa de alta inestabilidad, riesgos de violencia y en algunos casos de guerra civil como los que se insinúan y han ocurrido en el caso, el reconocimiento del camino hacia formas democráticas que las sociedades de los países árabes requiere de una enorme responsabilidad en las respuestas por parte de la comunidad internacional, y principalmente de los EE.UU. y Europa.
Un aspecto problemático en este escenario son las propuestas de intervención pacificadora, que han surgido a partir de los ataques armados de las fuerzas de Kadafi a la población civil. Cualquier actividad en ese sentido puede ser visto por el mundo árabe y en otras latitudes, como un intervencionismo inaceptable y puede dar lugar a reacciones inesperadas. Será necesario, por lo tanto proporcionar ayuda humanitaria, con un cuidadoso respeto por la independencia y reconocer la capacidad de autogestión y de recuperación de las sociedades en movimiento.
Las propuestas de intervención pacificadora en Libia pueden ser vistas como intervencionismos inaceptables. Es necesario respetar la capacidad de autogestión de las sociedades.