Obstáculos en la circulación y accidentes
La prensa registra a diario una gran cantidad de accidentes que ocurren en la vía pública, de las más diversas características, con graves secuelas en las víctimas, discapacidades, daños, familias destruidas o interminables litigios judiciales. Deben unirse todos los esfuerzos para luchar contra este mal.
Muchos accidentes son provocados por imprudencia, negligencia, irresponsabilidad, carencia de conocimientos mínimos en la conducción de vehículos, alcohol. Pero muchos otros podrían evitarse a condición de que las personas y los entes públicos involucrados, cumplieran con las obligaciones definidas en las normas legales existentes. Los factores que pueden atribuirse a los organismos públicos, por acción u omisión son muchos, y algunos fácil de solucionar.
Comencemos por las calles y caminos en mal estado. Baches, roturas, inexistencia de banquinas o enormes diferencias de nivel entre el pavimento y las banquinas en mal estado. Los accidentes viales por estas causas son graves y frecuentes. En el caso de las banquinas en rutas, se cuentan por decenas los vuelcos y casos fatales. Las señalizaciones deficientes, confusas o inexistentes agregan problemas a los conductores.
Los accesos Sur, Este y Norte, además del congestionamiento habitual, tienen fallas de diseño, en algunos casos de iluminación y demarcado, en otras -como el Norte- su estado general es deplorable. A ello se agregan las pésimas conductas de las personas que intentan atravesarlos por cualquier lugar y no por los pasos indicados.
La imprudencia e incapacidad de los conductores que no guardan las distancias necesarias o que circulan a velocidades superiores a las indicadas, llevan a que casi a diario se produzcan choques en cadena. Circulan por estas vías rápidas, vehículos que distan de estar en condiciones técnicas para hacerlo. No es ajena a los accidentes de tránsito la proliferación de perros que atraviesan caminos y calles.
En los centros urbanos más poblados, como el gran Mendoza, existen decenas de obstáculos que impiden una adecuada circulación de vehículos y personas. Al mal estado de veredas y calles se agregan en particular las múltiples obstrucciones a la visibilidad en los cruces de calles, contribuyendo a los accidentes. Un simple recorrido por las calles de la ciudad y alrededores nos muestra decenas, cientos de carteles y elementos de publicidad ubicados en las veredas, sobre las acequias, colgando de los árboles, que convierten a ciertos cruces de calles en verdaderos "juegos de ruleta rusa".
Puestos de venta de todo tipo invaden veredas, y aún las calles (automóviles usados), a lo largo y ancho del Gran Mendoza. Verdulerías, mueblerías, venta de ropa, artículos del hogar. Pareciera que la única regla que rige es "haga usted lo quiera", nadie vendrá a decirle nada. Quédese ocupando el espacio público para su negocio privado y luego será un "derecho adquirido" que ninguna autoridad podrá quitarle, máxime con la abundancia que tenemos de tiempos electorales.
Sobran, por otro lado, los ejemplos de veredas y plazas desde hace ya largos años "privatizadas". Las veredas en mal estado provocan caídas y lesiones a los peatones, y son cada vez más frecuentes los juicios al "Estado bobo" que con frecuencia debe pagar indemnizaciones, generalmente más para bienestar de los abogados que de los accidentados.
Hay normas vigentes y dependencias públicas para evitar la mayoría de los excesos mencionados y si no los hay, basta el sentido común. ¿Qué puede impedirle a un inspector municipal hacer retirar un cartel que obstruye la visual en una esquina? No parece que sea necesario hacer notificaciones especiales, bastarían algunos avisos de los municipios recordando las normas vigentes y luego pasar con un camión haciendo limpieza, si no fueron retirados.
En síntesis, a diario observamos desorden, caos en la circulación de vehículos y personas, que deben sortear múltiples obstáculos para circular por calles y veredas. La vida urbana es cada vía más difícil y odiosa, generadora de violencia en las relaciones. Hay que hacer algo antes de que las cosas terminen peor de lo que están.