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Obama, interesado en la Argentina

Por Julio Burdman* El tema político de la semana que pasó fue los gestos públicos de Barack Obama hacia Cristina Kirchner tras la última cumbre del G-20, que pueden ser tomados como parte de un contexto accidental, o como algo más que eso.

Lo accidental reside en que la frase que recorrió la prensa internacional -"Nicolás, los dos tenemos que aprender las lecciones"- es finalmente una autorreferencia de Obama y Sarkozy para con sus propias campañas electorales, y en que el discurso de la Presidenta argentina y su denuncia del "anarcocapitalismo" fue muy comentado en todo el mundo porque tuvo la virtud de expresar con claridad un debate mundial. No fue, en suma, sólo un discurso de ella.

En cuanto a la posibilidad de que estos gestos hayan sido algo más que una cuestión del momento, hay una hipótesis poco probable, pero que merece especulación: la del presidente fundador de la consultora Stratfor, George Friedman. Su argumento, en el libro The Next Decade, es que el ascenso de Brasil representa un fenómeno inédito en la historia latinoamericana: por primera vez, un país de este continente está en condiciones de convertirse en una potencia global.

Y por tanto, Washington debería fomentar en la Argentina un balance de poder interno en América del Sur a partir del diseño de una nueva relación estratégica de largo plazo.

Realista clásico, Friedman sugiere prudencia. Recomienda una política de seducción económica y de seguridad para los argentinos que no genere recelos en Brasilia, y que también utilice, por caso, mecanismos multilaterales. Ésta es, probablemente, la tesis más provocadora que se ha escrito sobre la Argentina en los últimos años, caracterizados por una visión fuertemente parroquial de nuestra política.

Decíamos, sin embargo, que la recomendación de Friedman luce poco viable. Los brasileños, aunque restringidos financieramente, desplegaron un conjunto de políticas comerciales, de integración física, de inversiones directas, de integración en seguridad y de amistad política hacia la Argentina, que crean vínculos profundos. En cambio, desde la ayuda que dieron en el marco del FMI para sostener al gobierno de Duhalde en 2002, EE.UU. no desplegó ninguna política significativa hacia la Argentina en la década. Y la tesis de la importancia de contar con una política hacia la región ya se planteó antes, ante oídos sordos.