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Obama en Latinoamérica

* Por Andrés Oppenheimer. Cuando el presidente Obama inicie su muy esperado viaje a Latinoamérica el 19 de marzo próximo, debería llevar consigo su reciente discurso anual sobre el Estado de la Unión -que este año dedicó al tema de la educación, la ciencia y la innovación- y convertirlo en una causa continental.

Tanto Obama como la región lo necesitan. Mientras que todos los recientes presidentes de Estados Unidos tuvieron un gran plan para Latinoamérica -George Bush propuso la Empresa para las Américas, Bill Clinton firmó el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, y George W. Bush intentó crear un Area de Libre Comercio de las Américas- la administración Obama no ha propuesto ningún plan de desarrollo hemisférico.

Es cierto que Obama ha estado ocupado con varias crisis. Y también es cierto que las encuestas muestran que Obama es muy popular en Latinoamérica. Su discurso en la Cumbre de las Américas del 2009 en que prometió "una relación de iguales" con la región cayó muy bien en América latina.

Pero ya han pasado casi dos años desde entonces, y muchos esperan que Obama ofrezca algo más ambicioso que palabras bonitas destinadas a crear un clima de confianza.

Entonces, ¿qué puede ofrecerle Obama a Latinoamérica en un momento en el que el Congreso de Estados Unidos está haciendo drásticos recortes en el presupuesto nacional y de ayuda exterior?

Obama debería ofrecerle a la región la misma receta que está proponiendo en casa: una cruzada para mejorar los estándares educativos, y hacer que todo el continente sea más competitivo en la economía global.

"El mundo ha cambiado", le dijo Obama al Congreso recientemente. "Naciones como China e India se han dado cuenta que si hacían algunos cambios, podrían competir en este nuevo mundo. Y empezaron a educar a sus niños más temprano y durante más tiempo, con mayor énfasis en matemáticas y ciencias, invirtiendo en investigación y en nuevas tecnologías".

"No podemos quedarnos quietos", agregó. "Necesitamos superarnos en innovación, en educación".

En Estados Unidos, Obama ha puesto la educación en el centro de su agenda política. En las últimas semanas, se ha dedicado a recorrer el país proponiendo drásticas reformas para formar a 100.000 nuevos docentes en matemáticas y ciencias, ofreciendo estímulos financieros a los Estados que acepten la evaluación y el pago por mérito a los maestros, y abogando por mayores intercambios estudiantiles y docentes con el resto del mundo.

Debería hacer lo mismo en Latinoamérica. Estados Unidos y América latina están en el mismo barco cuando se trata de competir con los niveles educativos cada vez más altos de los países asiáticos.

Mientras el año escolar de las escuelas primarias en Japón es de 245 días, en Estados Unidos es de 180 días, y en muchos países latinoamericanos -tomando en cuenta los feriados no programados y las huelgas de docentes- suele ser de 160 días. Y el día escolar en China -contando las horas de estudio después de clase- es más del doble que en Estados Unidos, o en Latinoamérica.

No resulta sorprendente, entonces, que en los más recientes tests Pisa de estudiantes de 15 años de 65 países del mundo, Estados Unidos descendió al puesto número 17, mientras que Brasil, Argentina, Panamá y Perú quedaron al final de la lista, en los puestos 53, 58, 62 y 63 respectivamente.

La ciudad de Shanghai, China, obtuvo la más alta puntuación en los exámenes, seguida por Corea Del Sur.

La educación es un área en la que Estados Unidos tiene algo que ofrecer a los países latinoamericanos. Las universidades estadounidenses aún dominan abrumadoramente los primeros puestos del Ranking Universitario Mundial de las mejores 400 universidades del mundo, donde no hay ninguna universidad latinoamericana entre las primeras 200.

Y en materia de innovación, Estados Unidos sigue a la cabeza. Según la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos, los inventores estadounidenses registran alrededor de 83.000 patentes anuales, comparadas con 36.000 de Japón, 1.600 de China, 100 de Brasil, 60 de México y 40 de Argentina.

Mi opinión: Obama debería anunciar una Iniciativa Educativa de las Américas que incluya un intercambio en gran escala de estudiantes y docentes.

Y podría ofrecer compartir sus experiencias sobre su ambicioso programa Carrera Hacia la Cumbre, que ofrece dinero a Estados que modifican sus leyes para permitir evaluaciones de maestros según los resultados de los exámenes de sus alumnos y pago por mérito, para que los maestros no sean recompensados únicamente por su antigüedad. Es un plan que revolucionaría la educación en Latinoamérica.

Es hora de que Obama construya un puente concreto para que las Américas puedan competir mejor con los bloques comerciales de Asia y Europa. La educación, su máxima prioridad del momento en casa, sería un excelente tema para constituirse en una de sus máximas prioridades a nivel hemisférico.