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¿Nuevo proceso histórico o vuelta al pasado?

*Por Hugo Haime. Luego de 8 años de crecimiento de nuestra economía y una reafirmación electoral estupenda, el nuevo período que comienza abre preguntas fuertemente interesantes, y respuestas abiertas.

¿Estamos ante un nuevo ciclo histórico en donde al proceso de salir del infierno de la recesión y la desocupación, le seguirá un período virtuoso en camino a combinar crecimiento económico, definición de metas nacionales comunes, integración de la producción primaria con la industrial, pleno empleo y elevación de la calidad de vida; o estaremos en poco tiempo volviendo a las típicas crisis cíclicas de nuestra economía? ¿Estaremos en lo político ante la aparición de un nuevo proceso en donde el protagonismo de nuevas generaciones y sectores sociales y expresiones políticas den lugar a la aparición de nuevos paradigmas y a una nueva dinámica que genere saltos de calidad institucional y una orientación común y permanente de las políticas de Estado o volveremos a los péndulos de empezar a redefinir el rumbo con cada gobierno nuevo? Veo difícil que podamos encontrar respuestas a estos interrogantes en el corto plazo.

El segundo mandato de Cristina Kirchner aún no comenzó, la política económica necesita ajustes y el modo en que se resolverá en el Cristi-Peronismo la sucesión es una incógnita. Política y economía son un interrogante.

Ante nuestra preguntas los sectores más cercanos al kirchnerismo no vacilan en contestar que estamos ante un nuevo e inédito ciclo de la historia, en el cual se están saldando viejas deudas con el pasado y generando un virtuoso proceso de crecimiento y distribución del ingreso, al cual las corporaciones quieren revertir. Si fuera por los sectores más claramente opositores la respuesta es que para el futuro solo debemos esperar volver a las crisis que siempre generan los populismos.

Para poner en perspectiva las cosas tiene sentido mirar lo que sucede en América Latina. Todos los países en la primer década del siglo han venido creciendo económicamente y en casi todos ellos se han ido conformando procesos políticos y sociales de ruptura con la dinámica política y económica del siglo pasado. En muchos, entre los que se encuentra nuestro país, se han refirmado liderazgos por encima de estructuras partidarias. Y los viejos partidos han dejado de dar respuesta a los nuevos problemas. Aunque un nuevo sistema de partidos no ha logrado emerger ni las instituciones de la democracia parecen ser las más confiables para la población resulta revelador el análisis comparativo entre la opinión pública de 18 países que realiza Latinbarómetro en su investigación de 2011.

Parte de sus conclusiones son que “la primer etapa de construcción de la democracia ya está terminada, esta es la recuperación de los derechos civiles que hoy están mayoritariamente garantizados, América Latina ahora está demandado igualdad, garantías sociales, igualdad de acceso al desarrollo. Es así que vemos que el éxito de los gobiernos se asienta en dos aspectos centrales, la capacidad de trasmitir que se gobierna para la mayoría y en segundo lugar su capacidad para mejorar la distribución de la riqueza.

Vemos, entonces, que la búsqueda de saltos de calidad en la política económica, social e institucional, la necesidad de dar un salto de calidad en relación a la formalización del trabajo, en la educación, en los servicios de salud, en el transporte no es sólo una demanda que se produce en nuestro país sino que abarca al continente. La nueva etapa no significa más de lo mismo sino mejor en todo.

En nuestro país el hecho de tener como paradigma una sociedad con movilidad social genera una presión adicional de la opinión pública sobre sus gobiernos. El 54% obtenido en octubre incluye, entonces, un premio a la gestión y una demanda de optimización de un salto a la calidad del modelo.

Cristina tiene algunas ventajas de opinión pública sobre otros países latinoamericanos. Es una de los pocos ejecutivos que creció en la estima pública, en el último año a su vez mientras la imagen de progreso disminuyó en 14 de los 18 países, en Argentina ese índice creció, como también lo hizo la idea de que se gobierna para todos. Mientras disminuye el temor a la pérdida del empleo entre la población, tiene junto con Uruguay, Brasil y Ecuador el mayor índice de confianza en el consumo. Ocupa el 5to lugar en el ranking de confianza en la economía personal, está 6to en el ranking de percepción de progreso nacional.

Pero a pesar de la buena valoración en los ítems anteriores llama la atención que este 10º en el ranking de distribución del ingreso, a la vez que está primera en la valoración de que partidos políticos y legislatura son esenciales para la democracia. Se valora, entonces, el esfuerzo realizado pero el desafío hacia adelante es mucho. La demanda de mayor distribución y de mayor calidad institucional están a la vuelta de la esquina. Para compatibilizar ambas demandas se necesita una fuerte sintonía fina. Ese es el desafío de la etapa que viene. Quizás para 2013 podremos tener más claro en que momento del ciclo histórico estamos.