Nuevo mapa de fidelidades K
* Por Gabriel Profiti. En términos psicológicos la de Cristina Kirchner -o el kirchnerismo- con Daniel Scioli tiene todas las características de una relación "tóxica".
Hasta ahora esa sociedad funcionó con vaivenes y reproches por conveniencia y podría seguir bajo ese criterio político algún tiempo más, pero parece tener destino de separación.
Luego de múltiples desacoples de gestión en el último semestre, la bifurcación quedó señalizada con el desplazamiento del gobernador de la conducción real del PJ, tras haber planteado sus intenciones de ser candidato presidencial.
Se trató de un golpe sin derrocamiento en el que la Presidente supervisó la lista de 21 integrantes de la flamante Comisión de Acción Política (CAP) del PJ, que quedó conformada en la reunión partidaria realizada en la sede de la calle Matheu.
Así, el gobernador sigue siendo formalmente el presidente del partido con todas las atribuciones que le confiere la carta orgánica, pero la CAP se encargará de trazar el camino a las elecciones internas, fijadas para el 31 de marzo de 2013, y también para las legislativas que serán ese mismo ano.
"Pese a las diferencias cada vez más evidentes si Scioli no decía lo de su candidatura esa comisión no se iba a formar: ése fue el resultante de su pronunciamiento", admitió uno de los armadores del cristinismo a este columnista.
La nómina de 21 apóstoles en la que trabajaron Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico, y Jorge Landau, apoderado partidario, muestra el nuevo cuadro de fidelidades de la jefa de Estado. Fueron 21 por una cuestión aleatoria: nadie quería quedarse fuera y se permitieron ingresos de última hora.
El dato político es que, pese a excepciones, ese grupo está encuadrado en el justicialismo, al que los Kirchner recurrieron sólo cuando fue necesario durante sus nueve anos en el poder, y al que Cristina vuelve a colonizar porque precisamente no ve a Scioli como un sucesor sino como una amenaza.
Si al mandatario bonaerense le quedaban esperanzas de ser ungido como el continuador del modelo de cara a 2015, ya tuvo demasiadas pruebas de que no lo será.
La última Comisión de Acción Política del PJ se había creado para correr a Carlos Menem de la conducción y asumió en su reemplazo el jujeño Eduardo Fellner.
A la nueva CAP la conforman seis gobernadores, algunos muy cercanos a la Presidente como el chaqueño Jorge Capitanich y el entrerriano Sergio Urribarri; dos ministros, el de Planificación, Julio De Vido y el de Interior, Florencio Randazzo; y las principales espadas en el Congreso. También están los infaltables representantes de La Cámpora, Juan Cabandié y José Ottavis; un intendente, el Florencio Varela, Julio Pereyra, y tres sindicalistas neo K: Antonio Caló, Omar Viviani y Andrés Rodríguez.
Una curiosidad del nuevo elenco kirchnerista es la inclusión del gobernador salteno, Juan Manuel Urtubey, quien tiene aspiraciones presidenciales y no es un hijo de este modelo, sino un peronista ortodoxo y conservador como Scioli.
Dentro de este lenguaje de gestos y señales, la incorporación de Viviani es la confirmación de su alejamiento de Hugo Moyano y la de Caló es la venia implícita para su llegada a algún trono sindical en medio de la casi segura fractura de la CGT.
Otro hecho que confirmó un proceso fue la asistencia de una guardia pretoriana de La Cámpora al encuentro de la calle Matheu. A los consejeros Cabandié y Ottavis, se sumaron Andrés "Cuervo" Larroque, Eduardo "Wado" De Pedro y Mariano Recalde, además del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
A todos ellos se los notó nerviosos y atentos a lo que ocurría, pese a que Scioli no opuso resistencia a la jugada ni al documento que cuestionó su decisión de anticipar sus ambiciones presidenciales y ratificó su alineamiento al kirchnerismo.
El gobernador prefiere no confrontar con Cristina y esperar su turno, pero las primeras definiciones sobre el futuro se acercan y habrá que ver si decide pulsear o seguir tolerando.
Una de esas definiciones es la situación del PJ bonaerense, que se debe una reunión y encuba otra pelea entre sciolistas y kirchneristas; pero la más significativa es el armado de las listas para 2013, luego de los problemas que le causó en la Legislatura la preponderancia k.
Lo curioso es que algunos de los kirchneristas que más critican a Scioli, ya le piden que sea candidato testimonial nuevamente el ano próximo porque es el que mejor mide en las encuestas.
Pero al mismo tiempo, un pelotón de peronistas opositores o sin espacio en el kirchnerismo, como Alberto Fernández, Francisco de Narváez, o los agrupados en La Juan Domingo esperan que dé el salto para acompañarlo.
Junto con este cuadro de situación planteado en el justicialismo, Cristina Kirchner esbozó que no quiere la re-reelección dentro de tres años. "Transferir la posta es ineludible", dijo durante el acto por el 25 de Mayo en Bariloche.
Si finalmente declina de ir por un tercer mandato, lo que requeriría de una compleja reforma constitucional, sus seguidores imaginan que bendecirá a un continuador de sus políticas.
"La gran incógnita es quién será el Dilmo de Cristina", soltó esta misma semana un hombre del PJ kirchnerista que imagina una "remake" de lo ocurrido en Brasil donde el respaldo de Lula Da Silva fue suficiente para que Dilma Rousseff llegara al poder.
Lo cierto es que hoy no hay sucesor -el vicepresidente Amado Boudou, parecía tener todas las fichas, pero su popularidad está muy cascada- ni está claro si la Presidente llegará con la misma fortaleza política que Lula al final de su mandato.
La economía, que se comportó siempre como el principal disciplinador político, hoy no muestra la misma solidez que en 2007 o en 2011, y puede contribuir al desbande.
Luego de múltiples desacoples de gestión en el último semestre, la bifurcación quedó señalizada con el desplazamiento del gobernador de la conducción real del PJ, tras haber planteado sus intenciones de ser candidato presidencial.
Se trató de un golpe sin derrocamiento en el que la Presidente supervisó la lista de 21 integrantes de la flamante Comisión de Acción Política (CAP) del PJ, que quedó conformada en la reunión partidaria realizada en la sede de la calle Matheu.
Así, el gobernador sigue siendo formalmente el presidente del partido con todas las atribuciones que le confiere la carta orgánica, pero la CAP se encargará de trazar el camino a las elecciones internas, fijadas para el 31 de marzo de 2013, y también para las legislativas que serán ese mismo ano.
"Pese a las diferencias cada vez más evidentes si Scioli no decía lo de su candidatura esa comisión no se iba a formar: ése fue el resultante de su pronunciamiento", admitió uno de los armadores del cristinismo a este columnista.
La nómina de 21 apóstoles en la que trabajaron Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico, y Jorge Landau, apoderado partidario, muestra el nuevo cuadro de fidelidades de la jefa de Estado. Fueron 21 por una cuestión aleatoria: nadie quería quedarse fuera y se permitieron ingresos de última hora.
El dato político es que, pese a excepciones, ese grupo está encuadrado en el justicialismo, al que los Kirchner recurrieron sólo cuando fue necesario durante sus nueve anos en el poder, y al que Cristina vuelve a colonizar porque precisamente no ve a Scioli como un sucesor sino como una amenaza.
Si al mandatario bonaerense le quedaban esperanzas de ser ungido como el continuador del modelo de cara a 2015, ya tuvo demasiadas pruebas de que no lo será.
La última Comisión de Acción Política del PJ se había creado para correr a Carlos Menem de la conducción y asumió en su reemplazo el jujeño Eduardo Fellner.
A la nueva CAP la conforman seis gobernadores, algunos muy cercanos a la Presidente como el chaqueño Jorge Capitanich y el entrerriano Sergio Urribarri; dos ministros, el de Planificación, Julio De Vido y el de Interior, Florencio Randazzo; y las principales espadas en el Congreso. También están los infaltables representantes de La Cámpora, Juan Cabandié y José Ottavis; un intendente, el Florencio Varela, Julio Pereyra, y tres sindicalistas neo K: Antonio Caló, Omar Viviani y Andrés Rodríguez.
Una curiosidad del nuevo elenco kirchnerista es la inclusión del gobernador salteno, Juan Manuel Urtubey, quien tiene aspiraciones presidenciales y no es un hijo de este modelo, sino un peronista ortodoxo y conservador como Scioli.
Dentro de este lenguaje de gestos y señales, la incorporación de Viviani es la confirmación de su alejamiento de Hugo Moyano y la de Caló es la venia implícita para su llegada a algún trono sindical en medio de la casi segura fractura de la CGT.
Otro hecho que confirmó un proceso fue la asistencia de una guardia pretoriana de La Cámpora al encuentro de la calle Matheu. A los consejeros Cabandié y Ottavis, se sumaron Andrés "Cuervo" Larroque, Eduardo "Wado" De Pedro y Mariano Recalde, además del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
A todos ellos se los notó nerviosos y atentos a lo que ocurría, pese a que Scioli no opuso resistencia a la jugada ni al documento que cuestionó su decisión de anticipar sus ambiciones presidenciales y ratificó su alineamiento al kirchnerismo.
El gobernador prefiere no confrontar con Cristina y esperar su turno, pero las primeras definiciones sobre el futuro se acercan y habrá que ver si decide pulsear o seguir tolerando.
Una de esas definiciones es la situación del PJ bonaerense, que se debe una reunión y encuba otra pelea entre sciolistas y kirchneristas; pero la más significativa es el armado de las listas para 2013, luego de los problemas que le causó en la Legislatura la preponderancia k.
Lo curioso es que algunos de los kirchneristas que más critican a Scioli, ya le piden que sea candidato testimonial nuevamente el ano próximo porque es el que mejor mide en las encuestas.
Pero al mismo tiempo, un pelotón de peronistas opositores o sin espacio en el kirchnerismo, como Alberto Fernández, Francisco de Narváez, o los agrupados en La Juan Domingo esperan que dé el salto para acompañarlo.
Junto con este cuadro de situación planteado en el justicialismo, Cristina Kirchner esbozó que no quiere la re-reelección dentro de tres años. "Transferir la posta es ineludible", dijo durante el acto por el 25 de Mayo en Bariloche.
Si finalmente declina de ir por un tercer mandato, lo que requeriría de una compleja reforma constitucional, sus seguidores imaginan que bendecirá a un continuador de sus políticas.
"La gran incógnita es quién será el Dilmo de Cristina", soltó esta misma semana un hombre del PJ kirchnerista que imagina una "remake" de lo ocurrido en Brasil donde el respaldo de Lula Da Silva fue suficiente para que Dilma Rousseff llegara al poder.
Lo cierto es que hoy no hay sucesor -el vicepresidente Amado Boudou, parecía tener todas las fichas, pero su popularidad está muy cascada- ni está claro si la Presidente llegará con la misma fortaleza política que Lula al final de su mandato.
La economía, que se comportó siempre como el principal disciplinador político, hoy no muestra la misma solidez que en 2007 o en 2011, y puede contribuir al desbande.