Nueva ley: políticos argentinos bajo exámen psicológico
En el pasado quedarán los funcionarios violadores de menores, los intendentes consumidores de trata blanca y abusadores de poder o violentos irascibles. ¿Qué te parece?
Por Sebastián Sainz
@sainzseba
No a todos, pero a la mayoría de los ciudadanos corrientes cuando están por ingresar efectivos a un empleo los obligan a realizarse estudios médicos, inspección de tatuajes y test psicotécnicos. Un filtro más para que la empresa se quede con el más puro diamante en bruto y producir ganancias mayores.
Está bien. Así son las reglas del juego, pero qué injusticia, hermano ciudadano. Ellos nos representan, son nuestros líderes, forman el inconsciente colectivo cultural de nuestra cultura llamada país y nadie pero nadie certifica con qué clase de persona estamos tratando.
Sólo es el tiempo, el gran alquimista, el que todo lo transforma y ubica las cosas en su lugar. Así descubrimos tarde, muy tarde, que existe gente como Juan Rosario Mazzone, el intendente salteño envuelto en un escándalo sexual con menores.
O peor aún, un exfuncionario de Entre Ríos, Javier Broggi, que abusó a 40 menores y lo confirmó en un email a los padres de una víctima. Un enfermo total, rodeado de otros enfermos que lo cubrieron, porque, seamos realistas, siempre alguien conoce lo peor de otra persona.
Está bien que sean personas de carne y hueso, pero tienen suficiente capital monetario y responsabilidad social para formarse como MEJORES PERSONAS.
El insulto prepotente de Beatriz Rojkés ("yo tengo 10 mansiones, no una, pero estoy acá pedazo de animal, vago de miércoles"); las descalificaciones constantes de Elisa Carrio a todo ser que respire otro aire distinto al de ella. ¡Basta!
Cuidense y cuiden al prójimo. No sigamos el ejemplo de este mundo loco. De los Strauss-Kahn perdidos en la lujuria y el poder, de los senadores en rol de boxeadores. Eduquemos al mundo desde esta latitud. Un poquito más de amor, por favor. Eso es salud.
@sainzseba
No a todos, pero a la mayoría de los ciudadanos corrientes cuando están por ingresar efectivos a un empleo los obligan a realizarse estudios médicos, inspección de tatuajes y test psicotécnicos. Un filtro más para que la empresa se quede con el más puro diamante en bruto y producir ganancias mayores.
Está bien. Así son las reglas del juego, pero qué injusticia, hermano ciudadano. Ellos nos representan, son nuestros líderes, forman el inconsciente colectivo cultural de nuestra cultura llamada país y nadie pero nadie certifica con qué clase de persona estamos tratando.
Sólo es el tiempo, el gran alquimista, el que todo lo transforma y ubica las cosas en su lugar. Así descubrimos tarde, muy tarde, que existe gente como Juan Rosario Mazzone, el intendente salteño envuelto en un escándalo sexual con menores.
O peor aún, un exfuncionario de Entre Ríos, Javier Broggi, que abusó a 40 menores y lo confirmó en un email a los padres de una víctima. Un enfermo total, rodeado de otros enfermos que lo cubrieron, porque, seamos realistas, siempre alguien conoce lo peor de otra persona.
Está bien que sean personas de carne y hueso, pero tienen suficiente capital monetario y responsabilidad social para formarse como MEJORES PERSONAS.
El insulto prepotente de Beatriz Rojkés ("yo tengo 10 mansiones, no una, pero estoy acá pedazo de animal, vago de miércoles"); las descalificaciones constantes de Elisa Carrio a todo ser que respire otro aire distinto al de ella. ¡Basta!
Cuidense y cuiden al prójimo. No sigamos el ejemplo de este mundo loco. De los Strauss-Kahn perdidos en la lujuria y el poder, de los senadores en rol de boxeadores. Eduquemos al mundo desde esta latitud. Un poquito más de amor, por favor. Eso es salud.