Nueva discriminación
No puede impedirse el ascenso de un oficial porque su esposa haya manifestado ideas distintas de las del Gobierno.
Se han repetido en estos años los casos de postergación de ascensos y de pases a retiro de oficiales de las Fuerzas Armadas en razón de sus apellidos o también por manifestaciones de sus cónyuges.
El hecho es que la Junta de Calificaciones de la Armada había propuesto el año pasado el ascenso al grado inmediato superior del capitán de fragata Marcelo O. Toulemonde. La recomendación había superado la clarificación sobre la ausencia de responsabilidad del oficial en la avería de un buque hidrográfico. Sin embargo, el Ministerio de Defensa decidió, de acuerdo con lo manifestado en una carta de lectores publicada en este diario el 4 de junio del corriente año por el propio secretario de Estrategia y Asuntos Militares, Alfredo Forti, que "este ministerio no considera que el capitán Toulemonde cuente con la idoneidad profesional requerida para el ?desempeño de las funciones de responsabilidad que demanda el grado de oficial superior, ya que fue probadamente negligente en el ejercicio de funciones correspondientes a su grado actual".
Hay un hecho que parece explicar esta particular situación. Durante un acto realizado en 2007, en el que recibían su sable dos hijos del capitán Toulemonde, y cuando la presidenta Cristina Kirchner hacía uso de la palabra, la esposa del capitán, Mónica Liberatori, preguntó en voz alta "¿Y Larrabure?" Luego del acto, el jefe de Inteligencia de la Armada le comunicó a Toulemonde que habían identificado a su señora como la persona que hizo la pregunta. En razón de ello, se le ordenó al oficial presentarse ante el almirante Godoy para recibir una sanción, lo que efectivamente ocurrió. La sanción se fundamentó en "no controlar debidamente a su señora esposa respecto de las normas a seguir, dando lugar a que las incumpliera en una ceremonia de entrega de espadas a oficiales de las tres fuerzas con motivo de sus egresos, la cual era presidida por la señora comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas".
De esto se desprende que las esposas de militares deben contar con la autorización de sus maridos para poder expresarse, sea que cumplan o que alteren reglas protocolares. Sería interesante saber qué piensa la Presidenta de esta regla frente a su permanente preocupación por la igualdad de género. De la misma forma habría que preguntar cuál debería haber sido la reacción inmediata del Instituto Nacional Contra la Discriminación (Inadi) frente a este episodio, que debería haber conocido por la vía oficial. Pues bien, no hubo reacción y este organismo sólo respondió con el silencio ante la posterior denuncia efectuada por la propia señora del oficial afectado.
Sería también de interés saber si la ?reacción y la sanción hubieran ocurrido si la expresión de viva voz hubiera tenido un signo afín a la sesgada visión oficial sobre la dramática historia de los años setenta. Sin duda el nombre del coronel Argentino del Valle Larrabure expone por sí solo todo lo que esa visión oficial no quiere recordar. La diputada Patricia Bullrich ha presentado un proyecto de resolución en la Cámara de Diputados de la Nación, pidiendo informes sobre este episodio. Es importante que sea aprobado y que se comience a poner coto a estas graves arbitrariedades.