No son desechables
No despreciamos la búsqueda de satisfacciones terapéuticas para quienes tienen disfunciones reproductivas, pero nunca cosificando a las personas. Armando S. Andruet.
Días atrás, tres noticias fueron tapa de un diario nacional: 1) "Polémico fallo por el uso de embriones", 2) "La píldora soñada: vence a las arrugas", 3) "Avanza en Diputados la ley que permitirá el cambio de sexo". Entre ellas existe un hilo conductor: una medicina tecnificada que permite dar curso a proyectos terapéuticos, estéticos y sociales y, como es lógico, una demanda que cristaliza el sueño de una salud perfecta.
Reflexionaremos sobre el supuesto 1: una relación conyugal desgranándose y que otrora acudiera a las técnicas de reproducción asistida mediante las cuales se fecundaron óvulos in vitro . Algunos fueron transferidos al útero y otros se crioconservaron. Sobrevenida la desavenencia marital, la esposa solicita una nueva transferencia embrionaria y el cónyuge niega su consentimiento.
No haremos aportes sobre la resolución judicial; formularemos, sí, nuestra preocupación por la ausencia de cualquier reflexión bioética en el pronunciamiento.
Casos trágicos como este –puesto que no hay ley regulatoria y presuntivamente se compromete a la persona humana– merecen más que pura ortodoxia judicial. Cualquier realidad compleja impone miradas transdisciplinarias y los jueces somos poco atentos a tal apertura epistemológica y gustamos de ejercitar imperialismos disciplinares.
¿Es o no persona? Lo sustantivo del problema es si la materialidad que está conservada en frío es o no una persona humana. Los argumentos para negarlo dirán que hay una vida humana y no una persona humana, porque la viabilidad del componente no está asegurada, o porque no hay individualidad por falta de anidación o porque no hay un desarrollo de cresta neuronal. Algunos de estos argumentos esbozó Mary Warnock en su informe de la década de 1980, cuando buscó razones que avalaran el concepto de "pre-embrión" para que las técnicas de reproducción asistida pudieran expandirse. El concepto se asocia al de "pre-persona" y con él no habrá lugar para objeción moral, jurídica, social o científica respecto de una supuesta cosificación.
Sin intentar rebatir técnicamente las tesis, oponemos el sentido común. Es la ciencia médica la que inicialmente brinda asentimiento a que dicho conglomerado celular es valioso per se, puesto que si es retirado del hábitat hostil donde está y se coloca en otro natural, seguirá un decurso autopropulsado desde su propia estructura.
La vida humana no es en abstracto; no es entelequia, sino algo objetivamente verificable: la vida es de alguien, no de algo.
El hecho de que en dicho conjunto celular no se vea reflejada la integridad de un hombre es cierto, pero tampoco es visualizado en una ecografía de pocas semanas; sin embargo, en ambos casos, lo que vemos no es en potencia el hombre, sino que está todo el hombre que ya es. Ello es así de acuerdo a la confirmación que la biología molecular ha descifrado: el ADN no muta y se conformó en la fase inicial de la vida de la persona. Tan pronto los gametos del óvulo y del espermatozoide se fusionen, arrojarán una realidad diversa a ellos mismos y que, como tal, dispara el devenir de la vida personal.
Cuando se cumple el pronucleamiento y se produce la primera división celular –hay dos hemicélulas–, se tiene la inevitable certificación empírica de que el óvulo ha sido fecundado. Hay allí una realidad diferente y nueva a la que existía. Esa realidad, de no interrumpirse congelándose, seguirá sucesivas divisiones y organización celular y tendrá ya ganado desde aquella primera, su ADN, que no variará jamás.
Ensayar que es una vida sin persona o que, por no estar amarrada al útero, puede ser desconocida en su individualidad, o que, por carecer de sistema nervioso, no se puede considerar persona humana, son líneas argumentales que empalidecen a la naturaleza humana que es cosificada y representativa de una mentalidad tecno-científica prohijada por la medicina moderna.
No despreciamos la búsqueda de satisfacciones terapéuticas para quienes tienen disfunciones reproductivas, pero nunca cosificando a las personas.