No son argentinos, son "indignados"
* Por ABC Carmen De Carlos Madrid. Se llaman "Indignados". En el mundo, en Buenos Aires y hasta la presidenta Cristina Fernández de Kirchner les compara con los argentinos que, a golpe de cacerola, gritaban "que se vayan todos" en el 2001.
Pero entre ambos movimientos hay un gran abismo, con diferencias de forma y de fondo. La brecha que los separa empieza en un país desarrollado y no es comparable a otro que, pese a todo, aún no ha recorrido ese camino que conduce, con todos sus vaivenes, al hoy maltrecho estado de bienestar.
Los españoles que acampan en Sol y en otras plazas lo hacen en total tranquilidad. En ambiente festivo. Se reparten "bocatas", refrescos y cervezas. Sin bandera partidaria comparten el descontento de un país que parece haber abandonado a su juventud, incapaz de dar trabajo al 20 % de su población.
Ellos y los afectados por la crisis, tienen techo pero a duras penas pueden pagar sus hipotecas. Para buena parte de los españoles el futuro se torna gris y el presente se ha convertido en una cuestión de dependencia del Estado o de sus familias. El "mayo español" es un movimiento de protesta del primer mundo. Lo que pasó en Argentina en el 2001 fue un grito desesperado de hambre, injusticia y tragedia. En diciembre del 2001 la Policía dispersó a sangre y fuego a los manifestantes.
Cristina Fernández de Kirchner también tuvo su ración de cacerolas públicas pocos meses después de llegar a la Presidencia. Lo resolvió rápido, mandó a sus piqueteros y a matones como Luis D’Elía y Guillermo Moreno a silenciarlas. En alusión a la "spanish revolution", la presidenta dijo: "Lo que están pidiendo estos jóvenes es tener esperanza y construcción de futuro que es lo que hemos hecho y estamos haciendo aquí en estos años felices (sic...) Reclaman lo que nosotros ya hemos hecho." Pues no, ni reclaman lo mismo ni lo que sucede hoy en España es igual a lo que pasó en Argentina en el 2001. No lo fue antes ni, por muy feliz que se sienta ella, lo es ahora.