"No podría ser jurado en televisión"
Por Fernanda Sandez* Director teatral y coreógrafo de grandes éxitos, cultiva un perfil bajo. Histrionismo, realities, caracolismo y la red de amigos.
Son, desde siempre, él y su circunstancia. Y primero viene, a los talonazos, su circunstancia: un gordito en calzas ciclistas, una chica con tutú rosado, un danzarín brasileño, una colombiana en maillot, como en el film "Fama", pero en el Centro Cultural Borges. Entre el marasmo de rodetes, vinchas y mallas de baile, él. Ricky Pashkus, chiquito, sonriente, blanco como un siamés. Director artístico en el área comedia musical de la Fundación Julio Bocca, tiene el don de la empatía y comienzo a entender por qué para tantos chicos tomar sus clases es tocar el cielo con los pies. Quiso ser actor ("pero era muy malo"), es director teatral y coreografió, entre otros, todos los espectáculos de Enrique Pinti, varios de Bocca y el show de apertura de la Copa América 2011; dirigió "Patito feo", el musical "La rotativa del Maipo" y "Sweeney Todd", protagonizado por Julio Chávez, con quien comparte una escuela de danza y actuación. Un detalle encantador: tiene los ojos llenos de búlgaros, de círculos dorados, verdosos, grises. "Mi mamá era polaca y mi papá, austríaco", se justifica. Las canas, en cambio, no tienen genealogía.
Noticias: ¿Qué cree que buscan quienes están acá?
Ricky Pashkus: Yo creo que formarse integralmente como actores. Hay gente de todo tipo: gordos, flacos, altos, porque lo que se necesita en comedia musical es un actor que cante y baile, así no tenga mucha experiencia. Pero el actor tiene que estar sí o sí. Fijate Glenn Close: cantó Sunset Boulevard como nadie. Y, por otro lado, hay una sobrecarga positiva del mercado en cuanto a los musicales. Yo estoy planeando una revista de las de antes, con menos desnudo y más morbo, porque lo que calienta no es el desnudo sino la historia que haya detrás, y estoy armando una comedia musical basada en la novela de Osvaldo Bazán, "Y un día, Nico se fue", que trasciende el mundillo gay y habla del desamor, el no ser elegido, una historia universal, digamos. Y en agosto estreno "Te quiero, sos perfecto, cambiá". Es decir que trabajo hay.
Noticias: ¿Cuando usted empezó no era así?
Pashkus: No, todo cambió mucho. El miedo a no tener trabajo es algo atávico que los chicos arrastran a veces, por culpa de los padres. Yo no soy padre, pero podría serlo. O abuelo, incluso. Un abuelo rejoven, un pendejo, ¡un viejo verde! (risas).
Noticias: ¿ Y por qué no fue papá?
Pashkus: Te voy a ser sincero: alguna vez tuve la fantasía, pero nunca nada concreto. Tengo una relación muy profunda con el alumnado, de paternidad, te diría. Y además me siento muy acompañado por mis compañeros de ruta en la vida: mi hermano Tommy y Julio Chávez, mi amigo del alma. Pero nada de amores. Nada. Cero, muy pero muy solitario.
Noticias: ¿Hay mucho "padre de estrella"? ¿Cómo lidia con eso?
Pashkus: Mira, yo soy muy psicoanalizado y te puedo decir que un padre obstructivo es preferible a un padre que proyecte su propio deseo en el hijo. Porque el desafío es necesario, y el impedimento genera fortaleza en el chico. Eso me pasó a mí. Amo profundamente a mis padres, pero me la hicieron pasar como el orto. Igual, nunca pusieron en tela de juicio lo mío ni me extorsionaron. Pero hoy siento que se sigue dando el mensaje de "Mi hijo el doctor" y se mezcla esa información atrasada con una nueva, que daña todavía más: que si no te metés en el sistema corrupto, no te va a ir bien. Son informciones de mierda para los jóvenes.
Noticias: ¿A qué se refiere con "sistema corrupto"?
Pashkus: Me refiero a los realities, a esos programas que muestran que si no sos vedette con cuatro tetas o no te acostás con quien corresponde, no vas a ningún lado. Y eso es mentira. Que me den la lista de cuantas son las que se acuestan. ¡Quiero la lista! ¡Quiero la lista! (risas). Porque una cosa es decir "esta persona se vendió", en el sentido filosófico del asunto, eso sí te lo compro. Sería el caso de alguien que cobró 20.000 pesos por dejar de hacer su propia vida y comenzar a hacer la vida de Tinelli.
Noticias: Reconocerá que muchos de los que estudian comedia musical sueñan con Tinelli y la cámara voraz...
Pashkus: Sí, con Tinelli y con los "teen programs". Pero no es el único campo de acción. Conozco un montón de gente que vive de otra cosa: de escribir sus obras, de dar clases, de ser Elena Roger, de todo.
Noticias: ¿Alguna vez fue jurado de esos concursos de baile?
Pashkus: Sí, hace siete años, con Tinelli, cuando bailaban chiquitos. También estuve en otros, donde el premio era un trabajo. Y eso me generaba cierta tranquilidad de espíritu, e imagino que al ganador también. En relación con ser jurado ahora y en tele, yo no podría. El otro día lo hablaba con Aníbal Pachano, que me preguntó cómo andaba. Le respondí: "Bien, pero en uno de esos días en los que el cuerpo tiene miedo". A veces me pasa; la piel, el cuerpo, teme algo. Pero no es panic attack. Es...
Noticias: Como un caracolismo...
Pashkus: Eso, eso. Es caracolismo, necesidad de meterse hacia adentro. Y Aníbal me dijo que cuando a él le pasaba, su solución era: "¡Para adelante!". Yo no podría, el caracolismo hace falta, sobre todo para tolerar el miedo que genera tan alto nivel de exposición.
Noticias: Hablando de miedos, ¿qué tal la pasó en la escuela?
Pashkus: Mal, pésimo. Yo tenía seis o siete años cuando mis papás me llevaban al Colón, bailaba horas y horas. A la salida imitaba a Nureyev, y ellos estaban chochos ante semejante payasada. Estrenaban películas de Gene Kelly y Fred Astaire, y con Tommy jugaba a que era un cantante italiano y hacía un show. Pero como iba a un colegio inglés, muy deportivo, me cargaban todo el tiempo. Me elegían último para jugar al fútbol, la pasaba para el orto. Por suerte, en mi adolescencia todo drenó.
Noticias: ¿Por qué?
Pashkus: Porque entré en un colegio estatal, el ILSE y además, comencé a desarrollar una actividad en un templo judío. Bailaba, cantaba en las reuniones. Sentí que me aceptaron como era: histriónico, exagerado. Cantaba "Es preferible reír que llorar", y bailaba flamenco. Pero no quería ser bailarín, quería ser actor. Estudié durante cuatro años con Antonio Mónaco y con Agustín Alezzo. Y comencé dirección teatral en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Pero era pésimo. Soy histriónico y actor nato, pero no profesional. Era muy... débil. Llegué a actuar en televisión, en una novela fui un cura que se robaba a un chico, y en otra, compañero gauchesco de Rodolfo Bebán. ¡Imaginate yo, de "compañero gauchesco"! Le di batalla, pero no hubo caso.
Noticias: ¿Cómo llega, entonces, la danza profesional?
Pashkus: Cuando me fui a los Estados Unidos a tomar seminarios de verano, ahí empezaba a haber cierta conciencia de la danza y de la comedia musical. Vi "A chorus line," "El fantasma de la ópera". Me di cuenta de que era lo que quería hacer y estudié con Freddy Romero, Oscar Araiz y Ana Itelman.
Noticias: ¿Qué hace cuando no hace todo lo que hace?
Pashkus: Me voy de viaje. Este verano, con Tommy y con Julio Chávez nos vamos a Nueva York, a ver dos obras por día. Ya lo hicimos hace años con Pinti, y es el mejor plan. Vamos a ver muchos musicales, a comprar libros que acá no se venden y... estar en Nueva York. Me pasa algo muy raro, porque descanso en lugares que me sobrepasan en energía.
Noticias: Digamos que a usted irse a Santa Teresita no le sirve.
Pashkus: No, me pondría muy nervioso. En Nueva York, en cambio, duermo. ¡No sabés lo feliz que estoy y cómo me relaja despertarme en esa especie de hipertensión! Me asusta más un perro que aúlla en medio de la nada que el lío de la ciudad.
Noticias: ¿Y el cuerpo? ¿Comienza a pesar?
Pashkus: Sí, hago todo lo posible por hacer Pilates y tener cada tanto un personal trainer. Si me preguntás si la vejez es un tema, sí; es un tema. Pero me pongo contento de poder estar triste. Para mí, ser escéptico es un acto de optimismo bien entendido: no es descreer, sino ver las cosas sin engañarse, y a partir de ahí encontrar los valores. Y yo prefiero ver cómo se viene la edad. Prefiero hacer chistes de que soy viejo, sobre la muerte, y decir: "¡Qué jovato que soy!", y que vos me digas "¡Pero si estás divino!". Siempre preferí imaginar anticipadamente lo malo, para que todo cuando llegue duela menos.