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No está claro que el país podrá resistir un colapso global

*Por Carlos Pagni. Los principales presidentes de América latina se pasearon la semana pasada por esta ciudad como inusuales protagonistas de una bonanza que contrasta con la tormenta del mundo.

Los cuatro que dirigen economías investment grade -Juan Manuel Santos, Ollanta Humala, Sebastián Piñera y, sobre todo, Dilma Rousseff- fueron saludados como estrellas por banqueros y empresarios. Pero la aclamación se cruzó con el presentimiento de alguna adversidad. No es una sensación infundada. El índice bursátil latinoamericano de Morgan Stanley tuvo la semana pasada un deterioro de 13%, el mayor desde noviembre de 2008. Las monedas se devaluaron y el precio de las commodities cayó.

La presidenta de Brasil encendió una alarma: "Mi país ha sido poco afectado por la desaceleración internacional, pero nuestra capacidad de resistencia no es ilimitada".

Rousseff fue exaltada aquí como una joya del sistema. La revista Newsweek le dedicó su tapa. Los empresarios neoyorquinos la agasajaron el martes en una comida de fundraising de la sección brasileña del Wilson Center, en la que se pagó más de un millón de dólares por mesa. Al día siguiente, Barak Obama la distinguió con un encuentro a solas, del que ambos salieron como copresidentes de un programa de transparencia gubernamental. Muy adecuado para el mani pulite que Rousseff lanzó sobre la estructura heredada de Lula da Silva.

Pero mientras la presidenta disfrutaba de esas delicias, el Banco Central brasileño debió intervenir en el mercado de futuros del dólar para detener la caída del real, que fue del 17% en lo que va del mes. Hacía dos años que no lo hacía.

La pregunta recurrente de quienes observan América latina es hasta cuándo la región estará protegida por la membrana que forman las altas reservas monetarias, el aceptable nivel de deuda y un crecimiento sostenido . Ese blindaje lo provee China. El interrogante, entonces, debe ser reformulado: ¿hasta cuándo China se mantendrá invulnerable al vendaval occidental? El martes pasado, el vocero del ministerio de Comercio chino, Shen Danyang, advirtió que la crisis de los Estados Unidos y Europa podría llevar a fricciones que afecten a las exportaciones de su país. Un rato más tarde, el representante norteamericano de Comercio ingresaba en la OMC una batería de denuncias antidumping contra China.

Esta potencia puede ser la cadena que transmita las turbulencias del mundo desarrollado -Estados Unidos y Europa- a los exportadores de commodities. En otras palabras, los chinos están en condiciones de globalizar una crisis que hasta ahora estuvo encapsulada en las economías avanzadas.

La casa Morgan encendió la luz de alarma el viernes pasado, cuando advirtió a sus clientes que Europa entrará en recesión en el último cuarto de este año hasta, por lo menos, mediados de 2012. La reunión del Fondo celebrada este fin de semana en Washington estuvo recorrida por un susurro: para los efectos prácticos, Grecia ya entró en default -sólo tiene recursos para los vencimientos de los próximos tres meses- y dejó herido al sistema bancario europeo, sobre todo al francés.

Estados Unidos y Europa son los receptores del 40% de las exportaciones de los países emergentes. Si esas dos economías entran en recesión, China crecerá menos y afectará el precio de las commodities. Este es el riesgo latinoamericano que perciben los mercados y que Rousseff no se animó a pronunciar.

TEMPESTAD

La tempestad encuentra a la Argentina en una situación inconveniente. A los enigmas del contexto, se agrega la incertidumbre que siembra Cristina Kirchner.

Si bien la Presidenta adelantó que corregirá algunas desviaciones económicas, hasta ahora ofreció pocas señales sobre cómo piensa hacerlo. Y las que ofrece aumentan la inquietud. El Gobierno intentó conjurar la restricción en la oferta de dólares obligando a los importadores a convertirse en exportadores. Ahora, BMW vende vinos en el exterior, y Subaru, alimento para pollos. Puede ser un negocio interesante para quienes les transfieren los contratos. Todo sea para aplacar a Guillermo Moreno.

La semana pasada, estas excentricidades llegaron al mercado de cambios. La AFIP envió inspectores a las colas de los bancos, para intimidar a los pequeños ahorristas que compraban divisas. Fue para combatir el lavado de dinero, claro; pero tal vez alimente más la fuga.

La mayor extravagancia la está aportando el juez Alejandro Catania con sus pesquisas sobre los informes de inflación. No sólo porque pidió datos sobre periodistas. Con esa broma de mal gusto, Catania logró disimular una decisión más llamativa, y es que le ha concedido a Moreno que la persecución a las consultoras económicas merecía la apertura de una causa penal. ¿No será una pérdida de tiempo para un juzgado que todavía debe desentrañar cómo fue que los hermanos Juliá volaron a España con una tonelada de cocaína sin que el Estado los detectara?

Son las dimensiones orwellianas de un país en el cual el mismo gobierno que elabora el presupuesto con una hipótesis de inflación anual del 9% persigue a economistas por mentir sobre los precios.

Esta colección de rarezas explica que Morgan Stanley haya anunciado, como informó la agencia Dow Jones, que seguirá excluyendo a la Argentina de su índice bursátil de mercados emergentes por considerarla un mercado fronterizo, como Jamaica, Serbia y Kenya.

La misma excepcionalidad se refleja en el índice de riesgo que calcula JP Morgan: es de 915 puntos; sólo lo supera el venezolano, de 1315. El de Brasil es de 256; el de Uruguay, de 266, y el de Colombia, de 225. Ese puntaje no está registrando la eventualidad de una cesación de pagos, sino el nerviosismo por las incógnitas de la gestión económica.

La Presidenta se ha revelado como una maestra del misterio. Hasta sus más íntimos allegados están en ascuas respecto de cómo sostendrá un modelo cuyo rasgo sobresaliente, la inducción al consumo, resulta cada vez más problemático.

Ese vacío alimenta la batalla por la conducción del Palacio de Hacienda. El conflicto enfrenta a Amado Boudou con Mercedes Marcó del Pont. Detrás de ellos se alinean dos sectores del empresariado. Adeba, que conduce Jorge Brito y tal vez prefiera a Mario Blejer, postula a Hernán Lorenzino, delfín de Boudou. La UIA levanta a Marcó del Pont, ex asesora del titular de la entidad, Ignacio de Mendiguren. Es un duelo entre conocidos: en la secundaria, Brito tuvo a Mendiguren como celador de disciplina.

Que la guerra entre Boudou y Marcó esté cifrada en cuestiones técnicas no quiere decir que no determine grandes negocios. Por ejemplo, la presidenta del Central se niega a operar en el mercado del dólar futuro alegando que sería reducir a cero el riesgo de los bancos. Pero la semana pasada la Casa Rosada la obligó a vender 700 millones en ese mercado. Fue el ministro quien impulsó la orden.

La estrategia de Boudou es conocida: compensar la declinante oferta de dólares con endeudamiento externo. El plan está sufriendo varios tropiezos. En Wall Street, el viernes se aventuraba que hoy la Argentina debería pagar una tasa muy alta, acaso del 14%, por colocaciones a 10 años. El acuerdo con el Club de París también podría obturarse. Los Estados Unidos comenzaron a votar contra Cristina Kirchner en los organismos internacionales, como sucedió la semana pasada en el BID. El bloque Mendiguren-Marcó va por otro camino. A tono con el "sálvese quien pueda" internacional, pretende instalar la idea de un acuerdo económico y social que proteja a las empresas. Se trataría de seleccionar un listado de sectores para beneficiarlos con un tipo de cambio preferencial. En la UIA no defienden la devaluación nominal. Reciclan un arcaísmo y hablan de crear "espacios internos de rentabilidad".

INTERVENCIÓN ESTATAL

Traducido: utilizar las mil formas de la intervención estatal para proteger determinadas actividades con barreras arancelarias, tecnológicas o fitosanitarias. El de las montadoras de electrónicos sería el envidiable ejemplo por seguir. Este programa esconde un dardo contra Brito: la pretensión de orientar al crédito. Por ahora, el Central sólo ofrece este combate en las licitaciones de Lebac.

Cristina Kirchner empezó a paladear algunas de estas ideas, que hacen juego con sus inclinaciones más antiguas. Por estos días, está estudiando un proyecto para privilegiar a las empresas nacionales en las contrataciones con el Estado. Le acercaron el ejemplo de Dilma Rousseff quien, mientras condena al proteccionismo, premia a los proveedores brasileños con una preferencia del 25% en las licitaciones. Ya que se trata de "vivir con lo nuestro", tal vez la Presidenta debería aprovechar que desde 1963 en la Argentina existe un régimen similar, ideado por el gobierno de José María Guido. Es cierto: su inspirador tal vez no tenga el magnetismo de Rousseff. Fue José Alfredo Martínez de Hoz.