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Ni en la Rosada se hacen cargo

Yo, argentino. para aníbal fernández, son las empresas las que tienen que resolver la escasez de nafta.

En medio de la interminable cola para cargar nafta, resignados tras superar la bronca, algunos incautos se consuelan porque, suponen, la escasez no puede extenderse en forma indefinida y se esperanzan con las gestiones que con seguridad estarán realizando los funcionarios para resolver la enojosa situación. Ingenuos. En el Gobierno provincial nadie se ha hecho todavía eco de la crisis de los combustibles -y de ninguna otra-. Y a nivel nacional, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, consideró que son las empresas las que deberían resolver la cuestión, al tiempo que negó que la Casa Rosada actúe con "desidia". "No hay desidia por parte del Gobierno, sino que hay en esto un montón de medidas que se tienen que ir corrigiendo y resolviendo, y no todas tienen que ver con la situación del Gobierno", sostuvo el funcionario en uno de sus habituales comentarios. "Seguramente las empresas también habrían podido tener otros gestos, porque yo quisiera saber exactamente qué fue lo que pasó" para que falte combustible, añadió. Esto es muy ilustrativo: el jefe de Gabinete quisiera saber qué pasó para que falte combustible. Es decir que no lo sabe. Y si no lo sabe él, ¿quién podría saberlo? Es una suerte, de todos modos, saber al menos que el Gobierno nacional no actúa con "desidia". Porque si hay que atenerse al Gobierno provincial... o mejor sería ir comprando un sulky.

La nafta falta porque las refinerías de petróleo están trabajando por debajo de su capacidad plena, a un 88%, debido a que no tienen crudo suficiente para refinar. Esto ha desembocado en una caída de la provisión a las expendedoras, en especial YPF, que concentra el 70% del mercado. La falta de crudo, a su vez, obedece en gran medida a los conflictos petroleros y docentes en el sur. El ex diputado Pedro Vega, titular de la Cámara de Expendedores de Catamarca, consideró que "la solución posible, inmediata, pasa por una decisión a nivel nacional. Que no se tomaría si, como dijo Aníbal Fernández, hay que esperar "otros gestos de las empresas". Un indicador de la indefensión institucional catamarqueña es que la escasez de naftas recién parece haber generado alguna inquietud a nivel nacional -aunque sea tan decepcionante como las declaraciones de Fernández- cuando comenzó a extenderse a otros puntos del país como Mendoza. Una pequeña diferencia: en Mendoza el Gobierno, las expendedoras y las organizaciones de defensa del consumidor se pusieron de cabeza a gestionar soluciones apenas el problema comenzó a insinuarse. Obtuvieron así un refuerzo del cupo, lo que no excluyó un planteo concreto del Gobierno pidiendo a los mendocinos que consumieran menos combustible.

Contrastar lo que pasa en Mendoza con la situación catamarqueña es indignante. También allá hay colas, pero acá ni el oficialismo, ni la oposición ni las organizaciones no gubernamentales han movido un dedo. Y se trata de una crisis que va para las dos semanas, al punto que las colas de vehículos ya forman parte del paisaje cotidiano y los catamarqueños han incorporado entre sus interrogantes diarios, a los habituales de si tendrán luz y agua, el de averiguar en qué estación de servicio hay combustible para ir a clavarse tres o cuatro horas en la espera. Pero hay un hecho positivo, no hay que ser tan pesimistas: el mercado laboral podría empezar a moverse con el oficio de "hacedor de colas para cargar nafta", sujetos que por una módica suma reemplazan al propietario del vehículo en la hartante espera. Las tarifas variarán conforme al lugar en la cola: tanto si el vehículo está a una cuadra, tanto más si está a cinco.

 Ironías al margen, la falta de reacción de las autoridades provinciales en este tema, la indiferencia por los inconvenientes que significa para el ciudadano raso, aporta, y mucho, al malestar generalizado. Más aún cuando se conoce la actitud decidida y ejecutiva adoptada por los gobiernos y organizaciones de otras provincias, que salieron sin mayores especulaciones a ponerle el hombro a su gente.

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