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Nervios por la falta de definiciones

*Por Carlos Sacchetto. La presidenta Cristina Fernández estira su meditación y demora el anuncio sobre si será o no candidata a la reelección, lo que genera nerviosismo en su propia tropa.

Un diagnóstico de lo que está ocurriendo estos días con buena parte de la política nacional podría resumirse bajo el síntoma de "ansiedad confusional". Los psicoanalistas la definen como una

situación emocional en donde la ansiedad emergente se vincula a sentimientos de desorientación.

Hay que reconocer que en el concepto también están incluidos los medios periodísticos que reflejan la actividad política. Necesitan comunicar primicias que por ahora no se producen, y entonces reciclan la ansiedad.

Aunque son conocidas, vale la pena repasar las causas de esta situación. Es cierto que los tiempos están establecidos y todo se desarrollará dentro de los plazos acordados, pero la presidenta Cristina Fernández estira su meditación sobre si será o no candidata a la reelección, y con eso está generando en su propia tropa un nerviosismo inocultable.

Todos contribuyen

La Unión Cívica Radical suspendió su interna porque uno de los precandidatos, Ernesto Sanz, desistió de la compulsa. Acto seguido el partido proclamó para la presidencial a Ricardo Alfonsín, quien deberá sin embargo disputar las primarias oficiales del 14 de agosto, no se sabe aún contra quién.

El desmembrado Peronismo Federal acaba de protagonizar un nuevo y resonante papelón después de las deserciones de varios dirigentes. Ahora se suspendió el duelo electoral entre Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde y se ignora de qué manera lo resolverán.

Mauricio Macri espera infructuosamente un retorno al protagonismo de Carlos Reutemann y no ha definido aún si será candidato a presidente o a la reelección en el gobierno porteño. Pino Solanas, que se había lanzado como postulante a la Casa Rosada, ahora duda y podría limitar sus aspiraciones a la Capital Federal.
 
Elisa Carrió se proclamó encabezando la fórmula presidencial, pero muchos de sus seguidores no entienden que se haya refugiado en el silencio.

Están pendientes también los criterios que utilizará cada fuerza para construir sus políticas de alianzas, y un calendario electoral que puede arrojar sorpresas en algunos distritos y modificar planes y expectativas. Ante semejante cuadro, nadie está en condiciones de armar una grilla de quiénes serán efectivamente los candidatos presidenciales para octubre.
 
Como eso no está definido, de ahí para abajo ocurre otro tanto con candidatos a gobernadores, intendentes y legisladores de todos los niveles. No hay certezas y a todos los gana la ansiedad. Eso está en la naturaleza misma de la lucha política. Algunos porque temen perder el poder. Otros porque quieren alcanzarlo.

Interna oficial

Los tres sectores que integran la plataforma de apoyo de la Presidenta, han dado señales inequívocas de que seguirán unidos sólo si el liderazgo de Cristina lo exige. Al kirchnerismo no peronista, al peronismo político y al sindicalismo moyanista los liga la posibilidad de usufructuar la buena imagen que la jefa del Estado registra en las encuestas.

Eso la convierte en la única garantía de que las diferencias cada vez más marcadas entre ellos serán administradas con cierta armonía.

Ese esquema sobre el que se asienta el poder tiene sin embargo la debilidad que generan dos interrogantes. El primero se abre si Cristina, por la razón que sea, decide no postularse a la reelección.

El segundo, cuándo comenzará la lucha por la sucesión si la Presidenta es reelegida. Estas razones son más que suficientes para inquietar a quienes ocupan hoy posiciones relevantes en el oficialismo.

Por lo pronto, para amenizar la espera del pronunciamiento oficial de Cristina, el peronismo político ya notificó que la actual alianza no es eterna y que tiene serias aspiraciones a quedarse con la herencia.
 
Lo hizo por boca del joven reelecto gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien despotricó contra el líder de la CGT, Hugo Moyano, por ser "piantavotos", y le mojó la oreja al kirchnerismo duro al decir que en su provincia no se votó a un delegado del Gobierno nacional.

Urtubey se imagina posicionado para el 2015, y también lo hacen otros dirigentes de su generación.
 
Pero el salteño también expresa el pensamiento de ese peronismo que mantiene la expectativa por si Cristina desiste de la reelección. Por el lado del sindicalismo, la ofensiva se da en la integración de listas electorales para cargos ejecutivos y legislativos, y también en el reclamo de mayor participación.

El kirchnerismo duro, por su parte, avanza ocupando todo espacio de poder oficial que esté disponible, incluidos los directorios de compañías privadas.

Si hay tensiones y ansiedades cerca del Gobierno y en los partidos de la oposición, no las hay menos en otros sectores que esperan señales tranquilizadoras. Nadie mejor que los empresarios para saber que los indicadores económicos que hoy se califican de buenos pueden devenir en preocupantes. Eso siembra dudas y temores.

La sociedad, con natural desconcierto, espera su turno en las urnas para decidir. Allí expresará sus preferencias y reproches.