Neocolonialismo chino
*Por Marcelo Zlotogwiazda. El gigante asiático ya provee más de la mitad que lo que se compra a Brasil, y está disputando con Estados Unidos el segundo lugar como país de procedencia.
Es cada vez más evidente que el futuro de la economía argentina depende en medida importante de cómo se vincule con las potencias emergentes, y particularmente de su relación con China, que en pocos años pasará a ser la primera economía del mundo y que ya ocupa el liderazgo en varios rubros relevantes; por ejemplo, desplazó a Alemania como primer exportador y a Estados Unidos como el mayor mercado automotriz. Sin embargo el tiempo transcurre y lo que se va consolidando es una relación muy desequilibrada en materia de intercambio comercial, a lo que suma que el creciente flujo de inversiones chinas tiende a afianzar el rol de la Argentina como proveedor de materias primas y bienes de poco valor agregado.
El comercio bilateral registra un desequilibrio cuantitativo en aumento. En los primeros cinco meses del año la balanza con China fue deficitaria en algo más de 2.000 millones de dólares, cifra que ya supera holgadamente el saldo en rojo de todo el año pasado. La brecha se ensanchó como consecuencia de que las exportaciones se redujeron un 30 por ciento y las importaciones subieron un impactante 52 por ciento. El gigante asiático ya provee más de la mitad que lo que se compra a Brasil, y está disputando con Estados Unidos el segundo lugar como país de procedencia.
El desequilibrio también es cualitativo. Las ventas chinas por 3.668 millones de dólares en el período enero-mayo se componen, aproximadamente en partes iguales, de bienes de capital, insumos intermedios, piezas y accesorios para bienes de capital, y artículos de consumo.
Muy distinta es la fotografía de lo que le exporta la Argentina. De los 1.652 millones de dólares, el 66 por ciento fueron materias primas, el 22 por ciento manufacturas de origen agropecuario, y 7 por ciento productos energéticos. Los bienes industriales apenas sumaron 80 millones de dólares.
Además de absoluto predominio de productos de casi nada o poco valor agregado, la estructura exportadora de la Argentina a China se caracteriza por su muy escasa diversificación. Los cinco principales rubros explican el 92 por ciento del monto total, y la soja y el aceite de soja por sí solos representan cerca del 80 por ciento.
No es este último un rasgo singular de la Argentina, sino que es compartido por todos los países sudamericanos. Los cinco principales productos de exportación a China explican más del 90 por ciento de lo que le venden Venezuela, Ecuador, Colombia y Chile, el 82 por ciento de lo que le vende Brasil y el 76 por ciento de Bolivia. Y así como en la Argentina prepondera en forma abrumadora el complejo sojero, sucede lo mismo con algún otro producto en cada uno de los países mencionados: 45 por ciento de lo que le exporta Bolivia es estaño y sus aleaciones, 45 por ciento de lo que envía Brasil es mineral de hierro, 80 por ciento de las ventas chilenas es cobre, y el petróleo es preeminente para Colombia (54 por ciento), Venezuela (78) y Ecuador (95).
Este esquema de intercambio desigual, claramente desfavorable para el conjunto de los países de la región y con rasgos de neocolonialismo, está siendo aprovechado de manera creciente, dado que el comercio entre China y América latina ha sido en los últimos años de los más dinámicos a escala global. Mientras que en el quinquenio 2005-2010 las exportaciones chinas crecieron a una tasa anual promedio del 15,7 por ciento, las destinadas a Latinoamérica aumentaron al 31 por ciento anual en promedio. Lo mismo con las importaciones: las totales subieron a un ritmo del 16,1 por ciento, y las originadas en esta región al 27,7 por ciento.
Por supuesto que también ocurrió lo mismo si el análisis parte desde América latina: las exportaciones totales aumentaron a una tasa anual del 6,5 por ciento, y las dirigidas a China al 33,5 por ciento; por su parte, las importaciones subieron al 9,3 por ciento, y las procedentes de China al 22,7 por ciento.
Toda esta situación está muy bien descripta en un documento titulado "La República Popular China y América Latina y el Caribe - Hacia una nueva fase en el vínculo económico y comercial", que acaba de publicar la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Se señala críticamente que "las estructuras comerciales están bien definidas: China importa materias primas de bajo valor agregado y exporta productos manufacturados de creciente nivel tecnológico".
El trabajo también ilustra sobre la incipiente pero vertiginosa llegada de inversiones chinas, que es el otro mecanismo a través del cual ellos pretenden acceder a los recursos de la región. A lo largo del período 1990-2009 China invirtió en toda América latina y el Caribe algo más de 7.000 millones de dólares, que fue un monto muy poco significativo. La Cepal observa que a partir de 2010 la inversión "irrumpió con fuerza", y sugiere que ha habido "un cambio de tendencia". El año pasado las inversiones en la región superaron los 15.000 millones de dólares (el doble que en los 20 años anteriores), y en 2011 ya se anunciaron proyectos por cerca de 23.000 millones.
El detalle clave, apunta el organismo, es que "más del 90 por ciento de esa inversión se ha dirigido a la extracción de recursos naturales, principalmente al sector de hidrocarburos, y en menor porcentaje a la minería".
La Argentina es un ejemplo típico de este proceso. Mientras que entre 1990 y 2009 recibió inversiones chinas por apenas 143 millones de dólares, sólo el año pasado esa cifra se multiplicó por 38 hasta alcanzar los 5.550 millones, y en 2011 ya se anunciaron proyectos por 3.530 millones. Casi sin excepción, son inversiones en sectores primarios destinadas a satisfacer las necesidades del imponente desarrollo chino. Sobresalen las compras de la mitad de Pan American Energy (segunda productora de petróleo y gas) y la de la filial local de Occidental Argentina (tercera en el ranking petrolero y séptima en gas) por parte de dos de sus grandes petroleras estatales, una larga lista de inversiones en minería, la instalación de una planta de fertilizantes en Tierra del Fuego, y el reciente acuerdo de otra de las gigantes compañías estatales con el gobierno de Río Negro que contempla la realización de obras de riego y mejoras portuarias en función de la producción agrícola en 300.000 hectáreas que será exportada a China.
¿Tendrán algo que decir y proponer al respecto los ocho candidatos a presidente de la Nación?