Necesidad de prevenir las afecciones de la audición
La posibilidad de que los recién nacidos tengan acceso a la detección temprana y un tratamiento adecuado a la hipoacusia infantil, al quedar reglamentada la ley nacional que contempla el abordaje de esa patología, determinándose además que la atención de esa enfermedad sea cubierta por las obras sociales, constituye no sólo un acierto sino la puesta en marcha de mecanismos que aumentarán las posibilidades de luchar contra ese mal.
Con la entrada en vigencia de la norma, a partir de ahora la detección y tratamiento de la hipoacusia infantil deberá ser incluida entre las prestaciones obligatorias de obras sociales y entidades de medicina prepaga, según se informó oficialmente. Tal como se detalló, el decreto 1093/11, que reglamenta la ley, establece que esto se hará a través del Programa Nacional de Detección Temprana y Atención de la Hipoacusia, del Ministerio de Salud de la Nación.
En los fundamentos de la norma se establece que la precocidad en la realización de los estudios exploratorios resulta de fundamental relevancia ya que advertir la deficiencia a tiempo permite iniciar en forma oportuna una rehabilitación temprana y evita los impedimentos que produce la deficiencia auditiva en el desarrollo normal del lenguaje y de las capacidades cognitivas que de él se derivan.
La sordera, entendida como la falta de capacidad para escuchar sonidos, puede producirse por factores hereditarios, congénitos y adquiridos desde el momento del nacimiento, o adquirirse a lo largo de la vida, obedeciendo a numerosos factores causales.
La indudable importancia de esta norma podría verse acompañada por acciones tendientes a defender la buena audición en personas de toda edad, hoy afectada sin embargo -muy gravemente en algunos casos- por la continua exposición de la población a altos decibeles de sonido o ruido.
En muchas oportunidades los fonoaudiólogos platenses advirtieron sobre las consecuencias de la contaminación sonora. Hubo llamados de alerta a tener en cuenta. Uno que vincula a los adolescentes a los que consideran segmento en riesgo, por la costumbre de escuchar música a todo volumen. Lo que exige una campaña educativa tendiente a modificar los hábitos. Pero también apuntan los especialistas al ruido, sobre todo el urbano provocado por la concentración de tránsito y de vehículos que no cumplen con las normativas vigentes, lo que obliga a las autoridades a un urgente control.
La medida arriba mencionada podría servir, también, para activar todas aquellas fórmulas universalmente conocidas que apunten a disminuir los efectos de la contaminación sonora, intensificándose además, desde el mismo nacimiento, el contralor sanitario que debe efectuarse para defender una buena audición de las personas.