DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Necesidad de consolidar en la Región mayores márgenes de seguridad en el tránsito

Una vez más los accidentes de tránsito han vuelto a sumar muertes y dolor en nuestra ciudad, en una penosa sucesión que se registró en las últimas jornadas y que nuevamente puso en evidencia, como ocurre en el resto del país, la necesidad de que se desplieguen renovados esfuerzos para poder acrecentar los márgenes de seguridad vial, que hoy siguen siendo extremadamente bajos.

A tal punto es así que en la Región, durante el año en curso, son ya 55 las personas que murieron como consecuencia de los accidentes registrados. Los datos estadísticos no pueden sino causar alarma: una persona muere cada tres días a raíz de los choques. Por cierto que a ese saldo hay que sumar la cantidad de lesionados y heridos.

Cabe recordar que a fines del año pasado se habían conocido algunos datos alentadores, referidos a una disminución de los accidentes de tránsito, con una sensible baja en el número de víctimas, en un fenómeno que se ha constatado en algunas jurisdicciones como, por caso, en el distrito porteño.

Sin embargo, especialmente en los últimos feriados largos, se produjeron graves accidentes de consecuencias luctuosas en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Río Negro, La Rioja, Santiago del Estero y Salta, además de los ocurridos en Bavio, Ensenada, Arana y nuestra ciudad, alcanzándose en ellos una treintena de víctimas fatales.

Se ha mencionado anteriormente aquí la diversidad de factores que inciden en este proceso, entre ellos la temeridad de los conductores, la indisciplina imperante en las calles, el mal estado de las calzadas y, en no pocos casos, el tendido de redes de pavimentación que no previeron mecanismos aptos para disminuir, en forma estructural, la velocidad de los vehículos. Un ejemplo de esto último podría ofrecerlo el casco de City Bell, una zona que perdió su seguridad vial interior a partir de una desaprensiva pavimentación de sus calles, en la que hoy cada esquina representa un peligro para automovilistas, peatones y ciclistas.

Se sabe que los indudables esfuerzos realizados en los últimos años para resolver el problema del tránsito en nuestro país -traducidos fundamentalmente en la sanción de numerosas leyes y ordenanzas en las distintas jurisdicciones, buscándose, inclusive, unificaciones de normativas en temas como la expedición de licencias de conducir o en el registro de reincidencias- se han reflejado en mejorías parciales, insuficientes para lograr el objetivo de una mayor seguridad vial.

Sería oportuno, entonces, que, sin perjuicio de las correctas planificaciones urbanísticas que el tránsito merece, se instrumente de una vez por todas, en forma seria y extendida, a partir de las escuelas, la educación vial y la formación de una conciencia ciudadana. Temas que, lamentablemente, sólo salen a la palestra cuando se producen accidentes gravísimos que involucran un escalofriante número de muertes y que en consecuencia alcanzan enorme repercusión. Persistiendo en esa línea y sosteniendo una política racional de controles, despojada de afanes recaudatorios, se podrán alcanzar resultados valederos en materia de seguridad vial.