Murió León Ferrari: el artista que comprometió religión, guerra, poder y sexo
Es el artista del Cristo crucificado en el avion de guerra, el provocador, el crítico. En DiarioVeloz repasamos su historia en un humilde homenaje.
Durante su carrera logró el reconocimiento local e internacional –considerado como uno de los cinco artistas plásticos más importantes del mundo por el New York Times- y alcanzó su punto máximo en 2007, cuando fue elegido mejor artista en la Bienal de Arte de Venecia, donde le entregaron el mayor galardón, el "León de Oro".
Un párrafo aparte de este humilde homenaje merece la obra "La Civilización Occidental y Cristiana", realizada en 1965. Con sólo dos elementos Ferrari logró su creación más famosa, generando polémica en diversos sectores de la sociedad con su visión crítica política. En plena guerra de Vietnam presentó a su Cristo de santería crucificado sobre un avión de bombardeo norteamericano; sin embargo, su sentido sigue resignificándose con el correr del tiempo.
Aquella no fue la única vez que Ferrari plasmó en una obra un concepto tan fuerte: la guerra, la religión, el poder, el sexo y la violencia eran temáticas recurrentes en sus pinturas, esculturas, dibujos, ilustraciones, collage literarios y esculturas sonoras. Irreverente, sorprendió con vírgenes y santos dentro de licuadoras, ralladores de queso, mamaderas y cajas de muñecas, entre otras escenas.
Todo en el mundo de León llama la atención. Además de criticar a la Iglesia Católica, hizo lo propio ante el régimen militar argentino; en 1976 tuvo que exiliarse en San Pablo, Brasil, tras el triunfo del gobierno de facto. Los años siguientes, escritos en ráfaga, siguieron con palomas, jilgueros y canarios defecando sobre el Juicio Final de Miguel Ángel; homenajes al preservativo, poemas de Jorge Luis Borges escritos en braille sobre fotografías de desnudos; fragmentos de la Biblia en braille sobre imágenes religiosas; heliografías...
Como cada vez que un artista de tal grandeza desaparece físicamente, decimos que queda su obra. La salvedad es que no sólo quedarán sus obras, si no el espíritu de León y originalidad, la eterna juventud y la intensa crítica sobre el fundamentalismo cultural, que siempre renueva y nunca viene mal en la escena artística.