Murió Fernando de la Rúa: la salida en helicóptero de la Casa Rosada que selló su mandato como presidente
Tras las marchas del 19 y la jornada violenta del 20, le siguió la renuncia del entonces mandatario. La crónica de un periodista de Clarín de aquel día trágicos e histórico.
La renuncia de Fernando de la Rúa no sorprendió a nadie. Por el contrario, la salida anticipada del Presidente trajo algo de alivio a una sociedad angustiada por el estallido social que produjo 30 muertos y más de 400 heridos, víctimas de la crisis económica que ha puesto a la Argentina al borde de la cesación de pagos y en el centro de la atención mundial.
Por eso, a las 19.45 del 20 de diciembre, cuando la violencia callejera y la represión policial alcanzaban su punto más salvaje en la Plaza de Mayo, el texto con la renuncia del Presidente fue distribuido entre los periodistas de la Casa Rosada. Nadie lo festejó. Ni siquiera los manifestantes que reclamaban el alejamiento de De la Rúa en la zona céntrica de Buenos Aires. El estruendo de las balas y de las sirenas logró que por allí apenas algunos pocos se enteraran.
Siete minutos más tarde, el Presidente que ya había dejado de serlo subió a un helicóptero y dejó definitivamente el poder. Lo acompañaba su edecán, Gustavo Giacosa. Lo saludaban con la mano el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, y el ministro de Turismo, Hernán Lombardi, quien no podía disimular una lágrima. El viento que cruzaba el helipuerto despeinaba el pelo escaso de De la Rúa. El 15 de setiembre cumplió 64 años.
Este viernes 21 habrá una Asamblea Legislativa a las 11 de la mañana que aceptará la renuncia del Presidente. El presidente provisional del Senado, el misionero Ramón Puerta, se hará cargo formalmente del poder y luego dará paso a que el reemplazante de De la Rúa surja de la compleja situación interna que atraviesa el peronismo.
El Congreso tiene 48 horas para decidir quién será el próximo presidente de la Argentina. La decisión saldrá del acuerdo al que llegue el Partido Justicialista, que controla el Senado y la Cámara de Diputados desde el 14 de octubre. No será fácil. Tanto Puerta como el ex gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, aparecen como los más interesados en reemplazar a De la Rúa, pero pedirán quedar hasta completar el mandato, a fines del 2003.
En cambio, los gobernadores peronistas de las provincias más grandes -el bonaerense Carlos Ruckauf, el cordobés José Manuel de la Sota y el santafesino Carlos Reutemann- preferirían que el PJ y la UCR armen un gobierno de coalición por un lapso breve (podrían ser dos o tres meses), para llamar luego a elecciones presidenciales anticipadas. Todos ellos, claro está, tienen intenciones de ser candidatos a presidente lo más pronto posible.
El nuevo Gobierno deberá enfrentar un gravísimo cuadro económico y social. La primera medida que deberá tomar, según lo prefieren la mayoría de los dirigentes peronistas, será una devaluación que deteriorará aún más a los argentinos. Hoy, por lo pronto, habrá feriado cambiario.
En medio de las especulaciones políticas, atrás quedó una nueva jornada de miedo. Al igual que el miércoles, ayer se produjeron saqueos a supermercados en todo el país. La variedad de ataques incluyó cuatro camionetas quemadas y 5 muertos en la Capital Federal y robos masivos en un local de la cadena de hamburguesas McDonald's. A la madrugada, desconocidos habían baleado la casa del ex vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez. Al atardecer, también hubo saña contra la sede del Comité Nacional de la UCR.
Pero fue la represión policial la que empujó a De la Rúa de su cargo. A media mañana de ayer, agentes de la Policía Montada se enfrentaron a un grupo de Madres de Plaza de Mayo, en una imagen que recordó a la última dictadura militar.
Luego, los manifestantes espontáneos -que habían sido decisivos para precipitar anteayer la renuncia de Domingo Cavallo-, fueron perdiendo protagonismo a manos de militantes políticos con mayor gimnasia callejera. Entre estos últimos y la Policía se desató una batalla en las calles aledañas a la Plaza que fue creciendo en intensidad durante toda la tarde.
De la Rúa y sus ministros vieron esos combates por la televisión, sin tomar decisiones que pusieran fin a la violencia. Tal vez porque, para la tarde de ayer, el Presidente ya se había quedado sin poder. En definitiva, la debilidad política fue la característica básica de los 740 de su gestión.
Por eso, el Presidente ensayó ayer la última jugada para recomponer la situación de su Gobierno. A las cuatro de la tarde, pronunció un discurso por televisión en el que volvió a convocar a la "unidad nacional" y le pidió al peronismo que ofreciera una respuesta para armar un esquema de coalición que hiciera frente a la crisis.
La respuesta del PJ le llegó casi de inmediato. Puerta lo llamó por teléfono al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y le dijo lo que todo el Gobierno ya esperaba.
-No, Chrystian... Me parece que ya es tarde para probar con algo así -fue la frase que ensayó Puerta para dar por terminado el juego-. Al mediodía, los senadores y diputados del PJ le habían pedido al Presidente "un gesto de grandeza". Por si faltaba algo, el peronista Humberto Roggero salió por TV a negar también cualquier posibilidad de acuerdo con un gobierno que encabezara De la Rúa.
Esa fue la última señal que esperó el Presidente para comenzar a escribir su renuncia. Lo hizo junto a Colombo, Giavarini y el secretario de la Presidencia, Nicolás Gallo. Fue el canciller quien le sugirió que la escribiera de puño y letra.
En esos minutos tensos del final de la tarde, De la Rúa habló con el jefe del bloque radical de senadores, el chubutense Carlos Maestro.
A esa hora, casi las siete de la tarde, la violencia crecía en las calles argentinas y las centrales sindicales daban comienzo a un paro "por tiempo indeterminado" que agigantaba la incapacidad del Gobierno para resolver la crisis. El Presidente juntó entonces a sus ministros y les dijo lo que todos ya sabían: que renunciaba. "Hice todos los esfuerzos; convoqué a la unidad nacional y no fui escuchado", se excusó.
Así terminó una gestión que comenzó con un De la Rúa votado masivamente hace dos años, como candidato de una Alianza que venció al PJ proponiendo justicia y trabajo, las dos demandas sociales más fuertes tras diez años de menemismo.
Pero la popularidad del Presidente sólo duró seis meses. A mediados del 2000 lanzó un impuestazo que golpeó a su base social -la clase media- y que profundizó la recesión que ya traía dos años. Después vinieron las crisis políticas, la renuncia de Chacho Alvarez; el incendio de Ricardo López Murphy en 15 días como ministro de Economía, y la era Cavallo, que se terminó ayer a la madrugada, con un cacerolazo que bajó de los mismos balcones que habían llevado a la Alianza al poder.
Entre los muchos misterios del poder que De la Rúa no entendió como presidente, el último fue el mensaje que llevaba ese cacerolazo nocturno: no era Cavallo el único destinatario. También a él le hizo saber la sociedad que su tiempo al frente de la Argentina había concluido. Veinte horas después de la protesta, con la demora que caracterizó la mayor parte de su gestión, De la Rúa entendió el mensaje de los argentinos y renunció.