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Mundo Travesti: historias de deseos, chantajes y negocios inmobiliarios

Otra vez la "zona roja" ardiendo y no precisamente por los deseos y negocios que ahí se mueven. Escraches en la red, "pago por no salir" y la violencia siempre latente que alguna vez tuvo sus muertos en el Bajo Flores. Enteráte de qué se trata.

Por Jorge D. Boimvaser

@boimvaser

info@boimvaser.com.ar

 

Una paranoia fundamentalista contra todo lo que tenga que ver con sexo pago se desató en los últimos meses en la Argentina, consecuencia directa de la brutal impunidad que sigue teniendo la desaparición de Marita Verón.

Ya no es el tema de luchar contra la trata de personas, sino aún de las relaciones consentidas en el mercado de oferta y demanda sexual.

Y llegó lo que tardó bastante en llegar: el escrache digital a los autos que buscan travestis en la "zona roja" de los bosques de Palermo.

Si frecuentás el lugar, podés buscar en "travestispatentes.blogspot.com.ar" si la foto con la chapa de tu auto está escrachada, y si te compromete familiarmente andá buscando alternativas de respuesta. Una, "la foto es trucada y me quieren chantajear". Dos, "debe ser un auto mellizo, yo no fui".  Tres, "es una campaña de difamación en mi contra".  Cuatro, la que se te ocurra.

Las escrachadoras digitales dicen proteger a las mujeres de enfermedades de transmisión sexual y también a "los hijos de ellas". Primer blooper, ¿a los hijos de qué mujeres? Por lo que se sabe hasta ahora, los travestis no pueden tener hijos.  Sabiendo que por Internet se puede localizar la historia de todo auto solo teniendo la patente, ya suena extraño que el blog spot tenga solo esa finalidad. No van a Constitución o Flores donde hay ofertas callejeras similares, pero los autos que frecuentan esos lugares no son de tan alta gama como en los bosques de Palermo.

Y se sabe que en la gran movida de travestis aparecen cuando es necesario bandas de matones listos a proteger el negocio.  No es barato meterse en un auto a fotografiar a los clientes de travestis en esa zona boscosa, sin correr el riesgo de que una patota las descubra merodeando y accionen sus métodos de amedrentamiento.

Definitivamente, el blog puede presentarse como de mujeres defensoras de sus pares y de los hijos de sus pares, pero la realidad no es tan sencilla como parece. Una simple acción judicial (el escrache atenta contra el derecho a la privacidad y a la protección de los datos personales, dicen los juristas consultados) y la sección Delitos Informáticos de la Policía Federal podría descubrir y mostrar otra cara de la moneda.

¿Denuncias de chantajes? No se las conoce, si las hay no se han hecho públicas, pero todo en la zona roja corre fuera de los carriles mediáticos.

Hace más de una década los travestis algo organizados comenzaron una actividad en la vía pública cerca del Bajo Flores. Andar casi desnudas, tener sexo en sus varias formas en las sombras de las calles, y en la entrada de las viviendas tuvo sus consecuencias.

Los vecinos de ese barrio no toleraron la grosera exhibición y después de algunas advertencias para que se fueran, vinieron las consecuencias. Travestis asesinados y arrojados a los volquetes de los alrededores fue suficiente para trasladar el negocio a barrios más tranquilos que aquellos donde reina el cuchillo y la pólvora.

El polo gastronómico de lo que se conoce como Palermo Soho (el Soho es la zona neoyorquina ubicada al "sudeste del río Hudson", de allí la abreviatura con que se lo denominó en Manhattan y después en lo que antes era Palermo Viejo),  se cortaba a doscientos metros de la calle Godoy Cruz.

Esa arteria se caracterizó por la galería de espectáculos sexuales más promiscuos de la ciudad.  Familias enteras se encontraron rodeadas y con la gran barbaridad de tener que esconder a las criaturas del atroz escenario.

Ni la policía ni los controles del Gobierno de la Ciudad hicieron algo durante mucho tiempo. O sí lo hicieron, cobrar el peaje por el libre tránsito a quienes iban a la zona roja de Palermo. Los vecinos desprotegidos y a merced que sus hijos presenciaran lo más bajo de la condición humana. Ni siquiera llevaban la actividad a los albergues de la zona, todo en la calle y a cualquier hora.

Hartos de las denuncias que nadie respondía, muchos decidieron poner en venta sus viviendas. Los especuladores inmobiliarios los esperaban como tiburones al acecho, les ofrecían comprarlas pero a precio vil.  Desesperados frente a la impotencia, muchos vecinos vendieron casonas antiguas por monedas. Todo por pasar la pesadilla y llevar a sus hijos a buen resguardo.

Hubo quienes sabían, o presentían que el delirio de la zona roja de Palermo Soho tenía que pasar en algún momento. Aunque la TV mostraba escenas escabrosas (que los chicos estén al alcance de esos escenarios es directamente atacar a sus derechos, algo que nadie defendió en su momento como había que hacerlo), el flujo de clientes en autos caros y de más travestis desnudos hizo romper el mercado de los precios de las viviendas.

Se vendieron en pesos propiedades cotizadas en dólares, y ya había pasado la convertibilidad.

Después, lo previsible. La zona roja ya liberada hizo que las viviendas retomaran no su precio anterior, sino que fueran más caras que antes. El Soho extendió el polo gastronómico y de entretenimiento, y hoy Godoy Cruz tiene una actividad a full y dejó a atrás esa pesadilla.

Ganaron los especuladores, perdieron los vecinos que tuvieron que emigrar y en medio de ese berenjenal, la pregunta siempre sin respuesta. ¿Fue casualidad o predeterminación que los travestis tomaran Godoy Cruz por asalto?

Ahora el conflicto está en los bosques de Palermo y en Internet, pero la actividad es tan intensa, no cesa nunca,  que sólo de ver las fotos en el blog te asombra.

Nadie sabe cómo sigue esta historia.