Mucho bombo y pocas nueces
* Por Diego Cabot. La mayoría de los planes oficiales que se anunciaron en los últimos años para combatir la inflación o apuntalar la actividad económica no alcanzaron los objetivos que se plantearon y terminaron con escasos resultados
Hubo de todo, como en la botica. Pescados frescos que se vendían en carros ambulantes para hacer más amena la Pascua pasada; inquilinos que con sólo presentar un puñado de recibos de alquiler podrían amanecer en su casa propia; taxistas ilusionados en cambiar su auto negro y amarillo por otro más reluciente. Pasó la carne de primera a precios populares y se vieron por ahí algunas amas de casa ansiosas por entregar la vieja heladera y a cambio llevarse otra, con freezery en cómodas cuotas. Algún que otro ciclista también llevó su viejo fierro a la bicicletería del barrio para hacerse de un modelo más moderno, similar a aquella violácea y lustrosa con la que posó la presidenta Cristina Kirchner el verano de 2009 en una de sus conferencias, en la residencia de Olivos.
Afecto a los anuncios y a los efectos mediáticos de corto plazo, el kirchnerismo se ha caracterizado por imaginar y lanzar una profusión de planes para los más variados fines. Una suerte de reacción espasmódica; algo así como soluciones a medida para problemas que aparecen de un día para otro, o por lo menos, que así parecen ser visualizados por el Gobierno. Y la mayoría de ellos termina en fracaso, o al menos, en el olvido. Se anuncian con bombos y platillos, y terminan sin pena ni gloria.
Ayer se completó el lanzamiento del plan Milanesas para Todos, un programa mediante el que se pretende poner a disposición de los consumidores carne vacuna rebozada a 20 pesos. Sólo el tiempo dirá si el tradicional plato argentino se consigue o no a ese precio.
El plan es un capítulo más en la extensa lista de programas que se sucedieron en los últimos años. Hubo uno para comprar autos 0 km, quizás el más ambicioso de todos. Se anunció a fines de 2008 y se pretendían vender alrededor de 100.000 unidades a un precio promocional y con la financiación de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Un año después, en diciembre de 2009, el organismo informó que se vendieron 12.766 vehículos con ese plan. "Es verdad que el plan fracasó en cuanto al número, porque quedó muy lejos de los 100.000 que se había propuesto el Gobierno, pero la verdad es que mucha gente se acercó a las concesionarias para averiguar y se terminó llevando el auto con otro financiamiento. Para acercar a la gente a las concesionarias sirvió", dijo un ejecutivo de una automotriz europea.
Para la industria automotriz, hubo algunos planes más. Taxis y camiones también tuvieron lo suyo. En aquel movido verano de 2009, entre la catarata de anuncios figuraba uno que contemplaba la renovación de los taxis. Los taxistas podrían abonar 50% del valor de la nueva unidad al contado o hasta en 12 cuotas y en forma previa a la recepción del vehículo, y el restante 50% en 24 cuotas fijas con una tasa de interés del 11% anual. Pasó algo similar que con los 0 km particulares. Los propietarios de autos de alquiler se interesaron en la operatoria, pero la falta de precisiones que tenían los concesionarios impulsó que los que compraron se volcaran a otro tipo de financiamiento, por ejemplo, el que ofrecen las automotrices con sus planes de ahorro.
Según confió el dueño de una flota de decenas de taxis, el plan prácticamente no se usa y no se sabe a ciencia cierta cuáles son los modelos ofrecidos por las marcas y si el precio actual está acordado o no con el Gobierno.
Los camioneros también tuvieron su plan propio. A principios de 2009, el 24 de febrero más precisamente, la Presidenta anunció un plan canje de renovación de utilitarios y camiones. Las restricciones del plan llevaron a que sólo fuera la firma Iveco, la única empresa privada que hoy hace publicidad en las transmisiones de fútbol, la que pudiera ofrecer sus vehículos. Además, la práctica llevó a que sólo los dueños de las grandes flotas de camiones accedieran al beneficio. Los planes consistían en líneas de financiamiento para la compra de camiones y utilitarios en la modalidad del 70% en cuotas y 30% al contado o en hasta 12 cuotas.
En marzo pasado, se corrigió el defecto de aquel sistema. El Gobierno volvió a relanzar el plan para la renovación de la flota de camiones de una antigüedad mayor a 30 años apuntando a las pymes. Cada transportista -que posea cinco unidades como máximo- recibirá un subsidio de entre 25.000 y 35.000 pesos a cambio de la vieja unidad. El plan contempla el canje de una sola unidad por transportista.
Para acceder al programa, el propietario de la unidad debe inscribirse en una oficina de Federación Argentina de Entidades de Empresarios del Autotransporte de Cargas (Fadeac). En la entidad dijeron que llegan muchas solicitudes para acceder al crédito a cinco años a una tasa subsidiada del 10,5 por ciento. Pero el vocero de una de las cámaras que están afiliadas a la Fadeac dijo que hay muchas solicitudes, pero que no es tan sencillo para los transportistas chicos llegar a reunir todos los requisitos necesarios.
Al mismo tiempo en que se lanzaba el primer plan de camiones, los bicicleteros aplaudían a rabiar. Por primera vez en la historia, un Gobierno lanzaba un plan para renovar el parque de bicicletas. El esquema que se anunció establecía créditos de 12 cuotas para adquirir nuevas unidades. La condición era entregar otra usada y adquirir un rodado fabricado en el país. La tasa prevista era del 11% anual y sería financiada por el Estado, con fondos de la Anses.
El entusiasmo de los bicicleteros se fundaba en las expectativas que había generado el Gobierno. Se estimaba que habría un menú de seis modelos y la cuota promedio sería de 40 pesos por mes. Se destinarían 200.000 unidades.
Días después, bicicleta usada en mano, La Nacion recorrió seis bicicleterías de la zona de Palermo en busca de colocar el derruido bólido de dos ruedas. Tres de los bicicleteros miraron con asombro; dos ya habían atendido a varios ilusionados ciclistas y estaban en tema, pero no tenían ningún elemento que permita ofrecer el plan; uno había intentado conocer los detalles del sistema para ofrecer en su comercio. Ninguno de ellos ofreció jamás el plan.
Otro de los fracasos rutilantes fue el plan Heladeras, también lanzado ante un nutrido grupo de entusiastas empresarios y funcionarios. El sistema tenía doble propósito: reactivar un sector que se veía amenazado por la crisis mundial y sacar de circulación viejas heladeras que gastan mucha más electricidad que las modernas.
Hugo Ganín, de la Cámara Argentina de Fabricantes de Artefactos de Gas (Cafagas) y directivo de Orbis, dijo que el plan sirvió para que la gente se acercara a los negocios a pedir condiciones y a ver ofertas. "Lo que sucedió es que todos esos planes para electrodomésticos fueron superados rápidamente por el mercado. La gente se acercó a los comercios y enseguida aparecieron los planes de 50 cuotas que daban los bancos en acuerdo con las cadenas. Pero el plan impulsó a la gente a los comercios", dijo.
Claro que el gran fracaso de este plan fue que se lanzó sin que nadie prevea la logística para recibir la heladera vieja. El sistema establecía que una heladera con freezer costaría 1440 pesos financiados en 12 cuotas fijas de 127 pesos cada una, con una tasa anual del 11 por ciento. "Se trata de heladeras familiares de 360 litros, comercializadas por la mayoría de las cadenas conocidas", dijo la Presidenta entonces.
Pero jamás se previó qué hacer y cómo disponer de los electrodomésticos usados. Como también estaba en juego la reducción del consumo de electricidad, pues era necesario que no volvieran al mercado de segunda mano. "Creo que esa parte no se pudo poner en marcha", dijo Ganín.
"Flor de ceibo"
Como emulando al ex presidente Juan Domingo Perón, que lanzó la marca Flor de Ceibo para nombrar a varios productos populares, entre ellos ropa, uno de los primeros pasos de Guillermo Moreno cuando asumió como secretario de Comercio Interior, en abril de 2006, fue lanzar ropa popular a precios bajos. La Colección Clásica de Indumentaria Argentina era una iniciativa del polémico funcionario y consistía en pequeños locales o lugares que los shopping centers cedían al Gobierno para instalar un puesto de ropa de poca variedad y apagados colores. La impronta de la moda a lo Moreno duró poco y los locales desaparecieron en poco tiempo.
Pero si de ilusión y esperanza se trata, no hubo como el plan Inquilinos. Con Néstor Kirchner como presidente y Moreno como ladero e ideólogo, en septiembre de 2006 se presentaron los créditos para inquilinos. ¿Cómo eran? Pues quienes presentaran una cierta cantidad de recibos de alquiler pagados en término podrían calificar para acceder a un crédito bancario para poder comprarse una vivienda.
Días después de la presentación, Moreno personalmente llamaba a los bancos para sugerirles que hicieran publicidad ofreciendo estas líneas de crédito. Un banquero recordó tiempo después ante La Nacion aquel diálogo con el funcionario, en el que el ejecutivo le dijo que no estaban disponibles. "No importa. Vos ofrecelos", respondió el bravo Moreno.
Así la expectativa creció y con ella, y el paso del tiempo, la decepción. Según fuentes oficiales, se otorgaron no más de 10.000 créditos con esta modalidad. Hoy, la línea, que sólo se ofreció durante algún tiempo más en el banco Nación, está prácticamente en desuso y Moreno nunca más volvió a intentar alguna iniciativa de ese tipo.
Recientemente, la versátil usina de programas oficiales lanzó el plan Milanesas para Todos, que se sumó al agonizante plan Pescado para Todos. Mientras tanto, la inflación sigue su curso.
Son los pesos que cuesta el kilo de milanesas rebozadas en el Mercado Central de Buenos Aires, según el plan que recientemente presentó la Presidenta.