DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Moyano y una estrategia de poder

*Por Martin Warmerdam. La decisión oficial de modificar el piso del mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias dejó en claro, una vez más, que la alianza entre el Gobierno y Hugo Moyano es de absoluta conveniencia.

No hay concordancias ideológicas ni coincidencias políticas, más allá de las difusas y elementales que provienen de un pasado común. Se trata de acuerdos absolutamente coyunturales regidos por el toma y daca de las necesidades inmediatas de los protagonistas principales. Esa característica los hace débiles y pasibles de alteraciones tan inesperadas como veloces.

Hace un par de semanas, un Moyano aparentemente iracundo desafió el poder de Cristina Kirchner y desató todo tipo de especulaciones sobre la solidez de los pactos que Néstor Kirchner y el jefe camionero firmaron hace ya tiempo y que tanto la presidente como su nuevo entorno reconocen pero no celebran. Si la sangre no llegó al río fue porque en política los gestos no siempre se traducen en acciones y porque era más que evidente que la intención del líder cegetista era advertir antes que disparar. Como toda negociación que se precie luego del desafío llegó la oferta de una reconciliación. Un porcentaje aparentemente razonable de incremento salarial para los camioneros y un concesión en el impuesto a las Ganancias para salvar el honor de todos, fue un buen resultado para todos.

Pero hay razones de fondo que podrían amenazar ese clima de cordialidad. Uno de ellas está íntimamente relacionada con la cuestión salarial. Moyano se apresuró a firmar porque pretende un horizonte libre de preocupaciones salariales. Gran parte de su energía estará puesta en la marcha electoral y en la calidad de los espacios institucionales o fácticos que pueda ocupar de aquí al futuro. El líder camionero (conviene tenerlo muy en cuenta) es el primer sindicalista que después de Augusto Timoteo Vandor intenta concretar un proyecto de poder político a partir del control de la estructura gremial peronista.

En un país donde esa clase de construcciones no abundan, la posibilidad de devolverle a la CGT los brillos de antaño, no es nada desdeñable. Pero para lograrlo primera va a tener que domeñar la presión de dirigentes sindicales acuciados por realidades muy diferentes a la del transportista. También deberá convencer a Cristina sobre el riesgo que conllevan las estrategias que pretenden minimizar el rol histórico de la estructura cegetista y que florecen en el entorno presidencial. El proclamado acto del 1º de Mayo será seguramente una prueba de fuego para medir la calidad y la potencialidad del proyecto moyanista. Para evaluar su temple y su trascendencia. Y sobre todo para dimensionar la intensidad de su nueva ofensiva.