Moyano Preso
*Por Raúl Acosta. "El hecho de que los contrastes económicos se hayan convertidos en políticos y que haya podido nacer el concepto de "poder económico" muestra por si solo que el punto de la politicidad se puede alcanzar desde la economía o desde cualquier otro sector...".
"... bajo esta impresión acuñó Walther Rathenau su frase tan conocida: la economía, no la política, es hoy el destino. Esta frase servía a un poder político asentado sobre posiciones económicas. Más exacto hubiese sido decir que hoy, como ayer, la política sigue siendo el destino y que lo ocurrido es que la economía se ha convertido en cosa política y, por esa razón, en destino /... / En este sistema político de despolitizaciones, al adversario no se le llama ya "enemigo" pero, en cambio, como "perturbador de la paz" se le declara fuera de la ley y fuera de la humanidad...".
En la página 137 de "Concepto de la política" (Editorial Struhart & Cía) el autor plantea una cuestión que sigue ocupándonos. La incidencia de la economía como cuestión fundamental del poder político y las derivaciones del "enemigo", redefinido con otros sustantivos. El autor del libro es Carl Schmitt.
La secuencia está clara en la memoria. Podemos evocarla. Perón ubica a los trabajadores en una situación excéntrica según la división de clases de Carlitos Marx y los suyos. Otorga las conquistas obreras, las que le tocan porque es justicia social. Las primeras. Después de la afiliación única, en una sola central obrera reconocida, la derivación es "natural". La central obrera es francamente peronista. El obrero es la fuerza básica del peronismo ("conozco una sola clase de hombres, los que trabajan") Toda la construcción política se hace con esa pasta base: peronismo y gremialismo. El reconocimiento es explícito: el movimiento obrero es la columna vertebral del justicialismo. ¿Se entiende? Según Perón, sin la CGT el peronismo es invertebrado.
Perón manejaba la CGT y la clase obrera le respondía, pero no descuidaba las cadenas de mando. El poder de la clase obrera peronista es mucho. Fue. Será. Con Perón vivo, pero lejos, el peronismo trató de ejercitarlo. Augusto Timoteo Vandor no es otra cosa que un gremialista que se da cuenta. Perón también se da cuenta que Vandor se dio cuenta.
El sector obrero es el que aporta todo al peronismo, menos la rapiña para destriparlo. Los muertos de la resistencia son peronistas, pero básicamente obreros. No son tantos los mártires conocidos como los verdaderos, los anónimos, los de base. Los 18 años de la Resistencia Peronista, un período importante de nuestra contemporaneidad (1955/1973) los riega, los abona, los enluta el peronismo, con pocos dirigentes y muchos lutos populares, barriales, simples.
Cuando el 1° de mayo de 1974 Perón hecha a los montoneros de la Plaza de Mayo en el primer acto por el día de trabajador con él de vuelta, no los hecha de cualquier sitio; los expulsa de una fiesta de los trabajadores, que había comenzado desde el mediodía con actores, cantores, con todos festejando el día de los laburantes y se reitera: con Perón en Argentina después de tanto tiempo. Cuando deben retirarse del tercio que ocupaban, al costado y paralelos a la Catedral Metropolitana, son molidos a palos y a trompadas por los del medio de la plaza. Los obreros, con la UOM como lo que era: columna vertebral del movimiento obrero. No ha terminado esa pelea.
Usar al peronismo políticamente es usar a los trabajadores políticamente. Nunca ha sido claro ese nexo. No puede serlo. Las "62 organizaciones peronistas" fueron un artilugio, un by pas. Nada resuelve el peronismo sin la movilización, la exaltación, la participación del sector obrero. El tercio de los cargos políticos que el peronismo destina (destinaba) al sector obrero es un reconocimiento al poder que tiene y la sangre que derramó. Negar esos cargos va de suyo que es negar el poder que tiene y la sangre que derramó. Es cambiar los términos del equilibrio inestable que el peronismo posee.
Cuando este gobierno encarcela a Zanola, el líder bancario que habría cometido ilícitos bien documentados, no mete preso a un corrupto. No mete preso solamente a un corrupto. Mete la mano en el poder gremial.
Económica, política y socialmente es meter la mano en el poder gremial. La puerta se la abre la corrupción, pero muchas veces estuvo sin llave.
Los bancos siguieron trabajando y los líderes o referentes del sector bancario se cuidaron muy bien de abandonar las obras sociales, las comisiones, los cargos, el sitio: el poder.
Vista así la cuestión el recambio de un nombre sería eso. Un nombre. Zanola no es, en este sentido, diferente a cualquier otro. Zanola no es diferente a Moyano. La inversa es posible: Moyano no es diferente a Zanola.
Resultan diferentes, significantes, dos cuestiones. El peso del poder gremial en el peronismo. El concepto social que se tiene del "gremialismo". En el gobierno estas líneas están diferenciadas. Los que disputan el poder en el gobierno, pero son peronistas, discuten un nombre: Moyano. El poder gremial en las cuestiones del ejecutivo es una cosa. El concepto social del peronismo es otra. Todos los líderes sindicales son sospechosos para la clase media y sus referentes. De hecho que el poder empresarial sostiene ese concepto. Para las economías empresariales el poder gremial es fastidioso, es molesto y encontraron la fórmula ideal: es sospechoso. Todo gremialista es sospechoso de ladrón. Moyano es gremialista. El silogismo es un estado de conciencia en la clase media argentina.
No es difícil sostener una hipótesis: Moyano preso soluciona la coyuntura. Moyano es la coyuntura. Que el titular de la CGT vaya preso es, además, una formidable campana de alerta al total del peronismo gremial, que es la base del peronismo. El mensaje es claro: el Estado soy yo, no me jodas que te meto en cana. Un gremialismo cautivo y sometido lleva a pactos políticos más favorables y situaciones sociales más distendidas.
Moyano preso no soluciona la corrupción, si la hubiese en su caso. Es anterior y posterior a Moyano. La corrupción, si se quiere sentar una base para la discusión, debe indicarse que es conceptual. Estructural.
Como en el caso de los crímenes ¿A quien beneficia? Coyunturalmente beneficia a Cristina Fernández de Kircher y su gobierno. Hay, por detrás, otro beneficiario. El vengativo rencor de aquellos muchachos que el gremialismo expulsó a trompadas de la plaza luego que el viejo les dijese que eran. La frase, que incluía la calificación de estúpidos e imberbes, venía precedida de una jerarquización a los obreros, a quienes exaltaba luego de años de ausencia, de proscripción, de resistencia. Para Perón la resistencia la hicieron los obreros.
Sería tonto no indicar quienes son los terceros beneficiados. Los sindicatos de base, los sindicatos autónomos, los sindicatos no peronistas, los sindicatos "clasistas". Atomizar el poder gremial ha sido el exclusivo anhelo de todos los grupúsculos de izquierda que sueñan, como si Trotsky estuviese empujándolos, en destripar el poder gremial que tiene el peronismo. El alto empresariado y los sindicatos clasistas sueñan lo mismo: desguasar la CGT.
Más allá de la soberbia que tiene el "kristinismo" conviene repetir un proverbio oriental. Nunca enciendas un fuego que no te sientas capaz de apagar.
En la página 137 de "Concepto de la política" (Editorial Struhart & Cía) el autor plantea una cuestión que sigue ocupándonos. La incidencia de la economía como cuestión fundamental del poder político y las derivaciones del "enemigo", redefinido con otros sustantivos. El autor del libro es Carl Schmitt.
La secuencia está clara en la memoria. Podemos evocarla. Perón ubica a los trabajadores en una situación excéntrica según la división de clases de Carlitos Marx y los suyos. Otorga las conquistas obreras, las que le tocan porque es justicia social. Las primeras. Después de la afiliación única, en una sola central obrera reconocida, la derivación es "natural". La central obrera es francamente peronista. El obrero es la fuerza básica del peronismo ("conozco una sola clase de hombres, los que trabajan") Toda la construcción política se hace con esa pasta base: peronismo y gremialismo. El reconocimiento es explícito: el movimiento obrero es la columna vertebral del justicialismo. ¿Se entiende? Según Perón, sin la CGT el peronismo es invertebrado.
Perón manejaba la CGT y la clase obrera le respondía, pero no descuidaba las cadenas de mando. El poder de la clase obrera peronista es mucho. Fue. Será. Con Perón vivo, pero lejos, el peronismo trató de ejercitarlo. Augusto Timoteo Vandor no es otra cosa que un gremialista que se da cuenta. Perón también se da cuenta que Vandor se dio cuenta.
El sector obrero es el que aporta todo al peronismo, menos la rapiña para destriparlo. Los muertos de la resistencia son peronistas, pero básicamente obreros. No son tantos los mártires conocidos como los verdaderos, los anónimos, los de base. Los 18 años de la Resistencia Peronista, un período importante de nuestra contemporaneidad (1955/1973) los riega, los abona, los enluta el peronismo, con pocos dirigentes y muchos lutos populares, barriales, simples.
Cuando el 1° de mayo de 1974 Perón hecha a los montoneros de la Plaza de Mayo en el primer acto por el día de trabajador con él de vuelta, no los hecha de cualquier sitio; los expulsa de una fiesta de los trabajadores, que había comenzado desde el mediodía con actores, cantores, con todos festejando el día de los laburantes y se reitera: con Perón en Argentina después de tanto tiempo. Cuando deben retirarse del tercio que ocupaban, al costado y paralelos a la Catedral Metropolitana, son molidos a palos y a trompadas por los del medio de la plaza. Los obreros, con la UOM como lo que era: columna vertebral del movimiento obrero. No ha terminado esa pelea.
Usar al peronismo políticamente es usar a los trabajadores políticamente. Nunca ha sido claro ese nexo. No puede serlo. Las "62 organizaciones peronistas" fueron un artilugio, un by pas. Nada resuelve el peronismo sin la movilización, la exaltación, la participación del sector obrero. El tercio de los cargos políticos que el peronismo destina (destinaba) al sector obrero es un reconocimiento al poder que tiene y la sangre que derramó. Negar esos cargos va de suyo que es negar el poder que tiene y la sangre que derramó. Es cambiar los términos del equilibrio inestable que el peronismo posee.
Cuando este gobierno encarcela a Zanola, el líder bancario que habría cometido ilícitos bien documentados, no mete preso a un corrupto. No mete preso solamente a un corrupto. Mete la mano en el poder gremial.
Económica, política y socialmente es meter la mano en el poder gremial. La puerta se la abre la corrupción, pero muchas veces estuvo sin llave.
Los bancos siguieron trabajando y los líderes o referentes del sector bancario se cuidaron muy bien de abandonar las obras sociales, las comisiones, los cargos, el sitio: el poder.
Vista así la cuestión el recambio de un nombre sería eso. Un nombre. Zanola no es, en este sentido, diferente a cualquier otro. Zanola no es diferente a Moyano. La inversa es posible: Moyano no es diferente a Zanola.
Resultan diferentes, significantes, dos cuestiones. El peso del poder gremial en el peronismo. El concepto social que se tiene del "gremialismo". En el gobierno estas líneas están diferenciadas. Los que disputan el poder en el gobierno, pero son peronistas, discuten un nombre: Moyano. El poder gremial en las cuestiones del ejecutivo es una cosa. El concepto social del peronismo es otra. Todos los líderes sindicales son sospechosos para la clase media y sus referentes. De hecho que el poder empresarial sostiene ese concepto. Para las economías empresariales el poder gremial es fastidioso, es molesto y encontraron la fórmula ideal: es sospechoso. Todo gremialista es sospechoso de ladrón. Moyano es gremialista. El silogismo es un estado de conciencia en la clase media argentina.
No es difícil sostener una hipótesis: Moyano preso soluciona la coyuntura. Moyano es la coyuntura. Que el titular de la CGT vaya preso es, además, una formidable campana de alerta al total del peronismo gremial, que es la base del peronismo. El mensaje es claro: el Estado soy yo, no me jodas que te meto en cana. Un gremialismo cautivo y sometido lleva a pactos políticos más favorables y situaciones sociales más distendidas.
Moyano preso no soluciona la corrupción, si la hubiese en su caso. Es anterior y posterior a Moyano. La corrupción, si se quiere sentar una base para la discusión, debe indicarse que es conceptual. Estructural.
Como en el caso de los crímenes ¿A quien beneficia? Coyunturalmente beneficia a Cristina Fernández de Kircher y su gobierno. Hay, por detrás, otro beneficiario. El vengativo rencor de aquellos muchachos que el gremialismo expulsó a trompadas de la plaza luego que el viejo les dijese que eran. La frase, que incluía la calificación de estúpidos e imberbes, venía precedida de una jerarquización a los obreros, a quienes exaltaba luego de años de ausencia, de proscripción, de resistencia. Para Perón la resistencia la hicieron los obreros.
Sería tonto no indicar quienes son los terceros beneficiados. Los sindicatos de base, los sindicatos autónomos, los sindicatos no peronistas, los sindicatos "clasistas". Atomizar el poder gremial ha sido el exclusivo anhelo de todos los grupúsculos de izquierda que sueñan, como si Trotsky estuviese empujándolos, en destripar el poder gremial que tiene el peronismo. El alto empresariado y los sindicatos clasistas sueñan lo mismo: desguasar la CGT.
Más allá de la soberbia que tiene el "kristinismo" conviene repetir un proverbio oriental. Nunca enciendas un fuego que no te sientas capaz de apagar.