Moria, íntima y reflexiva: "Sólo lloro al hacer el amor"
Una mujer escultural camina sola por la orilla del mar bajo un sol vespertino, donde la brisa le ganó la pulseada, recorta seductoramente su figura. Casi como un mágico rayo de luz ilumina su paso...
... Por momentos, su mirada se pierde en el horizonte y enfoca desafiante a Febo. Despojada de todo título que la coloca en el trono, de aquellos que la señalan, y las voces que la alaban y critican por igual, Moria Casán se sienta frente al mar y desnuda su alma como una mujer reflexiva a quien no le agradan los balances, pero es capaz de hacer el racconto de un verano que la llevó a cumplir su temporada número 18 en Mar del Plata.
"Fue un verano completo y feliz. Si bien nunca dejo de reencontrarme conmigo misma, logré tener mis espacios para estar sola. He disfrutado de mi soledad. Me he redescubierto. No es que me haya abandonado alguna vez, pero siempre estaba para el otro, mientras que en estos meses sólo estuve para mí. Desde los '90, que no vivía un verano sin pareja. Y lo disfruté. Era muy raro verme sin marido y sin los míos, los tuyos, los nuestros. Si bien yo no vivo para los demás sino para mí, aporto para la convivencia de todos, y el estar pendiente de otra persona te distrae. Aunque no soy adicta al trabajo, este verano me permití estar energizada y concentrada en él. Y disfruté volver a estar sobre un escenario con Carmen (Barbieri) después de 25 años", asegura Moria rompiendo el silencio de una playa solitaria, donde se ve a las gaviotas que comienzan a emigrar anunciando el fin del verano. Un verano que la llevó a ganarse los aplausos en "Escandalosas", pero en el que también debió afrontar los difíciles momentos de una pareja que venía postergando un final anunciado.
"Este verano tuvo una carga emotiva, entre trabajo e intimidad, que no logré en mi vida entera. Separarme de Bruno (Spinetto Mendoza) y tomar la decisión de estar sola me hizo muy bien. La decisión fue mía. Pero siempre hay uno que debe hacerlo y el otro aceptar. Yo soy una mujer realista y no me quiero poner la "cocarda" de que siempre soy la que termina las relaciones. Lo que sucede es que a mi lado, generalmente, el hombre está muy cómodo, entonces por qué rompería con eso. Se trata de una cuestión de criterio realista. Soy una mujer que nunca me engañé. Y menos aun lo haría en mi madurez. Cuando ves que la pareja está dispareja, no despareja, como disfuncional, ¿cómo se logra el equilibrio? Emparejando con el otro, y para eso tenía que bajar, y yo no me quería ir al subsuelo por un hombre. No estaba dispuesta a equilibrar hacia abajo para que el otro se sienta bien. En todo caso, si tenía que nivelar, equilibrar, sería hacia arriba. No quiero que para que el otro se sienta bien tenga que sentirme mal yo. Soy una mujer madura y no tengo por qué empezar a hacer algo que jamás hice. Siempre me prioricé, y así me fue muy bien. En el priorizarse y sentirse bien, está el sentido de la vida", confiesa segura la mujer que hoy sólo se deja seducir por el sol que acaricia sensualmente su cuerpo.
El amor es un tema tan recurrente como urticante en su vida. Pero le hace frente y no esquiva la respuesta cuando se le habla de ese sentimiento. "No creo en el amor y en ningún precio que se tenga que pagar por él. No hay nada más egoísta que la palabra amor. El amor no te tiene que instalar en ningún hundimiento ni tenés que dejar de ser vos por sentirlo. En nombre del amor se hacen las peores guerras. No soy una escéptica, porque creo en la piel, en la empatía, en la atracción, en la pasión, pero el amor me parece muy peligroso, edulcorado, y en su nombre se cometen atrocidades. No creo en la media medallita, ni en esas estupideces, ni en ninguna mitad de nada. No hay que dejar de ser uno por el otro. Yo construí mi vida; soy la arquitecta de mi propia existencia y por uno que ni sé bien quién es, no la voy a destruir y dejar de ser yo.
Hay muchas mujeres que se postergan para que el hombre que tienen a su lado se desarrolle. Postergan sus sueños y su belleza para que el tipo no se sienta tan mal. Yo nunca me postergué por nadie.
Cuando era muy jovencita me iba a casar y abrí un regalo que era una batería de cocina; la miré y dije: '¿Qué es esto?, ¡esto no es para mí!'. Huí despavorida al campo de mis abuelos y allí dejé la batería para que se oxide sola. Dejé novio, batería, boda, no era para mí esa vida. Después me casé en dos meses de noviazgo pero cuando me dijeron 'señora de?' , a los tres meses me separé?", reitera, reflexiva, en voz alta, como para escucharse y que la escuchen. Y, con la misma seguridad y convicción, vuelve a encargarse de ese tremendo sentimiento llamado amor y de una soledad que ni ayer ni hoy le dio temor enfrentar.
"Quiero vivir el ahora como siempre lo hice. Si tengo ganas disfruto lo que se presenta y si no, no lo hago, pero no me freno por el miedo al calendario o al "touch and go". Jamás temí a la soledad y nunca me enganché con un tipo por no estar sola. Tengo un interior muy grosso. Hoy mi problema no es quedarme sola, sino no saber qué hacer con tantos tipos, candidatos, que se me presentan. Me haría clonar para poder estar con todos –dice recurriendo a su habitual humor-. Pero estoy disfrutando de mi camita para mí sola. Lo que pasa es que cedí muchas cosas y hoy siento que ya no me banco más perder nada. No quiero compartir mi cuarto con nadie. No puedo dormir más con ningún hombre, mucho menos si ronca. En realidad, hace tiempo que no duermo con alguien", asegura entre bromas que le permiten desnudar la parte más resguardada de su intimidad. Esa que puede doler más o menos.
"Me gustaría vivir la clandestinidad dentro de mi pareja. O sea, darme ciertos permisos para no aburrirme. Ojo, no me refiero a una doble vida. Yo la tuve y me cansé de tantas mentiras. Pero sí un poco de juego e imaginación con tu pareja, que es quien mejor debería conocerte", dice Moria, y sus palabras suenan tan reflexivas como sinceras.
Habla directa y no siente temor de llamar a las cosas por su verdadero nombre, así suenen duras. "Para volver a convivir con un hombre me tendría que flechar alguien muy fuerte. Nunca digo nunca. Pero no soy de esas mujeres que con un hombre quieren dormir 'cucharita' ¡Me muero! Antes le hago un tacle y lo tiro de mi cama. No va conmigo eso de dormir abrazada y no es por ser dura, porque soy sumamente sensible, lo que sucede es que no me convence el amor light. Creo en la pasión que es el equilibrio de la no entrega; el no dejar de ser yo. Mantener la esencia y que el otro te capte. Y eso se da en la vida si una se lo propone. A mí la vida no se me pasa en vano porque no lo permito. Tampoco creo en eso de dar la vida por el otro. No me he sometido jamás a esa especie de esclavitud larvada que es una mentira. Debido a lo no entrega total, conseguí vivir de mí, o sea, mi libertad", asegura.
El sol ya comienza a esconderse y la fresca brisa que sube del mar acelera el final de una charla que podría extenderse por varios atardeceres más.
Entonces, Moria tampoco esquiva la pregunta sobre esa especie de estigma de prueba y error en el amor que persigue a las mujeres Casanova. "Mi madre amó sólo a mi padre, pero con Sofía siempre nos pasa lo mismo. Cuando yo estoy mal con una pareja, ella también está viviendo una crisis con la suya. Pero somos diferentes a pesar de encontrarnos en los mismos puntos. Jamás hablamos del tema. No nos contamos nada porque cuando lo hacemos, terminamos discutiendo feo", cuenta con una gran carcajada.
Mujer fuerte, "teflonizada", como le gusta definirse, apasionada, pero hoy sola. "Nunca me deprimo y sólo lloro de felicidad cuando hago el amor o de emoción. No lloro por pena, sólo puedo hacerlo por ira. En una pelea puedo llorar como catarsis. Pero le escapo al sufrimiento. Me enternecen las cosas primarias. Mi hija, mi nieta Helenita, una parejita de ancianos. Creo que Dios me premió con muchas cosas. Me siento una bendecida de la vida. Es mi temporada número 18 en Mar del Plata, y sigo teniendo éxito. Las únicas que quedamos somos Susana y yo; las demás de nuestra generación han muerto, en el sentido que no existen", advierte convencida.
Un presente en el que no tiene cabida la palabra amor. "No lo digo por capricho. Simplemente no creo que se pueda jurar amor y fidelidad para toda la vida. Creo que esa es la mayor mentira entre las parejas. Porque no existe. Como las células mutan una tampoco puede querer a otra persona para toda la vida. No existen los grandes amores, sí las grandes pasiones. Yo no estoy cerrada al amor; estoy abierta a todo, desde las piernas hasta la mente –dice y vuelve a lanzar una carcajada-. Pero no voy a mostrar a otro señor; no quiero darle 'red carpet' a alguien para luego tener que convertirlo en un felpudo. No quiero someter a nadie más a eso".
Mientras se confiesa muy enganchada con su comunicación a través de Twitter, que define como 'mi nuevo canal literario', ya sueña con sus postergadas vacaciones que, a partir del fin de su causa judicial, le permitirá viajar a Nueva York y a Las Vegas, y si le da el tiempo libre antes de comenzar con la gira por el interior de "Escandalosas", hacerse una escapada también a Europa. Y lo hará ¿sola? "En la vida he hecho todo lo que tuve ganas de hacer.
Seguramente, aparecerá algo nuevo, y también me arriesgaré. Salí con hombres de todas las nacionalidades. Sólo me faltan raza negra y amarilla. Tuve americanos, italianos, pero me quedo con el hombre argentino; porque se hace el canchero, el open mind, pero es tímido y tiene una cosa naïf. A mí me gusta que el hombre me acose, me persiga. Si me histeriquea, lo mando al undergame. Si me querés, jugátela. Vencé prejuicios y tabúes, y me vas a tener. Pero no me interesa la gente famosa; la fama la tengo yo".