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Mónica Ayos y Diego Olivera

En enero, la actriz viajó al país azteca con sus hijos, para tomarse vacaciones cerca de su marido, que está allá desde el pasado protagonizando amor. Pero le ofrecieron un papel y se quedó. Ahora los Por Marina c dos son estrellas de Televisa y por primera vez trabajan juntos. Sobre las ventajas y désventajás de estar 24 horas con la pareja, la mudanza de la familia al DF y las dificultades de vivir lejos, hablan con mucho humor en esta charla íntima.

La historia de la casi inmigración a México (decimos "casi" porque los dos se sienten bien argentos y no piensan dejar su patria) se remonta al 2006. Diego Olivera (42) estaba terminando Herencia de amor cuando lo contactaron desde el país azteca para participar en la versión local de Montecristo. Después de charlarlo con los suyos, dio el OK y viajó. ".Fue algo muy discutido en el seno familiar, pero era ridículo no tenerlo en cuenta". Ese sería el primero de varios viajes. Mónica Ayos (38) se quedó con los chicos, Victoria (7) y Federico (19).
Tenía muchos compromisos en Buenos Aires.

Estaba filmando la película Tres de corazones, de Sergio Renán, grababa Sos mi vida y ensayaba en teatro Doña Flor y sus dos maridos. "Fueron éxitos que hice bien en no posponer, aunque fue difícil para la familia estar separados", comenta Mónica. Diego asiente: "¡Tengo millas para viajar de acá a Japón mil veces! Volaba todos los fines de semana para verlos".

Olivera se convirtió en uno de los nuevos galanes que cautivaron al público mexicano. La historia se repitió con Vivir sin ti y, desde fines del año pasado, con Triunfo del amor, donde interpreta Nos encontramos a la noche en nuestro hogar, y los fines de semana nos vamos a la casa de Acapulco, que alquilamos por unos meses para descansar los días libres, así que no tenemos "agotamiento visual".

-¿Fue difícil todo este tiempo en que vivieron separados? Mónica: ¡Como para cualquier pareja que afronta la distancia! Los dos sentimos pasión [x>r nuestro trabajo y cuidamos no frustrar ni sacrificar posibilidades, para no pasar facturas el día de mañana. Nos elegimos cada día, y en esos momentos de distancia fue igual. Si remontamos aquel barrilete fue porque le pusimos garra, por elección y amor.

Diego: Nos respetamos todo lo que pudimos, hasta que Mónica también comprendió que esto era una oportunidad muy grande. No es fácil que te vaya bien en México. Tengo muchos amigos, que no voy a nombrar, que vinieron y no les fue bien. No es por decir "lo logramos", pero hay que entender el culebrón. Los dos lo entendimos, y gracias a eso hoy podemos estar en familia, los cuatro juntos. Ni Mónica ni yo hicimos protagónicos absolutos en Argentina...
Allá y acá la remamos.

-¿Por eso se fueron? Diego: Hay una realidad: nosotros tenemos una carrera. No es que vinimos a probar suerte. Esto tiene que ver con una expansión. Argentina hace cosas muy buenas, pero tiene sus limitaciones y le cuesta ingresar al mercado internacional. A mí me brindaron esa posibilidad, y no tiene que ver con el ego. Las novelas de México llegan a todo el mundo. En Estados Unidos, Triunfo del amor es el quinto programa de habla hispana más visto. Cuando viajé a Nueva York ¡me reconocían por la calle! Y, por supuesto, cambian los números en los contratos.

-¿Cuánto más paga la tevé mexicana que la argentina? Diego: Por cuestión de ética no te lo puedo decir. La lucha del actor es en tcxios lados igual, pero acá tal vez hay más posibilidades. La torta publicitaria es diez veces más grande que en la Argentina.

-¿Cómo los trata el público? Mónica: ¡A la semana de estar al aire ya me sorprendía firmando autógrafos y sacándome fotos en la calle! La gente es muy intensa.

Diego: Son muy generosos y afectuosos. Yo quiero corresponder con todo lo que la gente me da en México, así que si no estoy de ánimo prefiero guardarme. Pero también depende del día y el lugar, como en cualquier país del mundo.

¡En el microcentro de Buenos Aires un día de semana a la mañana nadie te da pelota! Y acá es igual. Los fines de semana se complica. Pero está bueno: el cariño de la gente, y sobre todo en un país que no es el tuyo, es algo que moviliza y ayuda a seguir remándola.

una nueva vida. Con la propuesta laboral para Mónica llegó una nueva tarea: la organización para instalarse, aunque ella se niega a pensar en algo permanente. "Esto no es una mudanza. En México somos más bien pasajeros en tránsito dice entre risas, pero con un dejo de nostalgia. Para vivir eligieron un barrio privado en la zona de San Angel, en el DF. "Es cómodo, porque está cerca Televisa y no se nos complica el tránsito; además es seguro y nos da tranquilidad, más que nada por los chicos". Victoria ya está por comenzar segundo grado en una escuela de la zona, y Federico, aunque ya se había independizado en Buenos Aires, decidió irse a vivir con su familia.

"Cuando viajamos con Fede a Nueva York le cambió ¡a cabeza, y quería irse a estudiar allá. Y México le pareció un buen trampolín". Ahora, el hijo mayor de Mónica vive con ellos, estudia teatro y comenzó a presentarse en los castings de cine, que según cuenta mamá Ayos es su gran pasión. "Ia adaptación de la familia fue muy buena", suma Olivera.

-¿Se les pegó la tonada mexicana o alguna chilindrinada? Diego: (Cambia el tono de voz) ¡Pues por momentos sí! 'Apapachar" es "mimar", "pues claro, órale" es como decir OK, y "¿qué onda, güey?" sería una especie de "¿qué hacés, boludo?". Pero el "güey" no se me pegó, no me gusta mucho.
Mónica: Yo el acento neutro lo uso sólo cuando piso Televisa. Después, tengo el argento perfectamente ubicado en mi corazón.

-¿Se extraña mucho? Diego: ¡Todo! Salvo el corte de calles y los piquetes.
Pero los quilombos son más o menos los mismos.
Se extraña la cotidianidad y los amigos. Victoria, por ejemplo, está preocupada porque dejó un juguete en un cajón. ¡Acá está llena de juguetes, pero extraña ése en particular! Mónica: Son muchas cosas que se respiran y son tan intrascendentes cuando uno está allá... pero a la distancia cobran valor: mi gente, mi familia, las calles de San Telmo, pero en especial mi jardín, con los árboles que planté y cuidé para ver crecer.
Argentina siempre va a ser mi lugar en el mundo.
-Los dos consiguieron muy buenos trabajos.

¿Piensan quedarse a vivir en México? Mónica: Desaprovechar algo tan grosso como la proyección que nos da esto sería poco inteligente.

Las novelas de acá se venden a todo el mundo: hace una semana se empezó a emitir en Rumania y uxla Europa del Este, y como te contaba Diego, también se ve mucho en los Estados Unidos. La semana pasada, por ejemplo, viajé a Miami por promoción.
La idea es repartirnos entre los dos países.

Diego: Por ahora tenemos que quedarnos. Yo termino Triunfo de amor y empiezo un protagonice) en Amorcito corazón, también de Televisa, pero es imposible pensar que nos fuimos definitivamente.
Además, Moni tiene una relación muy fuerte con Argentina.

-Adelántanos algo de Amorcito corazón, que tiene un título de culebrón tremendo.
Diego: ¡Es mi primer protagónico! Estoy contento, porque es una comedia romántica que me abre un nuevo abanico. Voy a interpretar a un ingeniero viudo con tres nenas, un padre adorable que tiene mucho de antihéroe. Desde que murió su mujer no tiene más vida que la de sus hijas, y muchos rollos por resolver. Me hace acordar un poco a ¡Grande, pal Moni viaja para la Argentina en junio pero tiene que volver, porque es actriz de Televisa, y a alguna novela le va a tener que poner el cuerjoo.
Mónica: Reconozco que a mí es a la que más le cuesta estar lejos del nido. Quedarme mucho tiempo sería difícil. Pero ahora estoy disfrutando.
Nunca pensé que llegaría tan lejos.