Mobbing: cuando el enemigo nos acompaña al trabajo
Por Omar Ledesma. La violencia ejercida en un ámbito ajeno a las paredes que la ocultan de la vista pública.
Hasta ahora, y en las notas precedentes, habíamos hablado de la violencia de género y de la institución del Patriarcado como métodos de ejercicio de coerción, sometimiento, forzamiento de la voluntad y hasta muerte de personas, las cuales si bien con un enfoque transversal y transdiciplinario, se habían limitado, en la mayoría de los casos, a relaciones 1:1 (víctima- victimario). Pero como el Hombre (en tanto especie en la escala zoológica) es Hombre, y de quien sabemos que el 90% como mínimo de su accionar es regido por emociones, y solo el 10% restante por el caudal cognitivo, trasladó el ejercicio sistemático de la violencia al ámbito laboral.
Tal movilización, como todas las ejercidas a través de la violencia, existe casi con la misma antigüedad que la especie, salvo que la evolución formal le fue brindando un cariz de naturalidad y refinamiento tal, que logró en muchos sentidos convertir lo ilícito en normal, y lo patológico en la culpa del más débil, “que no se sabe adaptar a las circunstancias de los cambios”, o cientos de discursos similares que siempre justifican la virtud del trabajo en un ambiente sano (obviamente por parte del responsable de la acción), y siendo la víctima segregada de su lugar, enferma y sola, además de menoscabada en un recurso vital, su sustento económico para continuar siendo y perteneciendo al sistema. Por ende, se puede definir el mobbing como “el hostigamiento laboral o psicológico en el ámbito laboral, sistemático y sostenido en tiempo y forma”.
La primera fractura del mobbing.
Si bien éste era un tema conocido y reconocido, los estratos de poder desde la Revolución Industrial eran cuasi feudales, y los trabajadores disponían de pocos o ningún derecho que los amparase, por lo tanto, la “normalidad” de este ejercicio despótico era naturalizada y jamás cuestionada, en tanto la mano de obra, y por sobre todo, la ecuación hora/Hombre eran extremadamente devaluada. El comienzo del trabajo femenino marcó el comienzo de una lucha por las diferencias de condiciones hombre- mujer y la disparidad de “igual pago por similar trabajo”; ésta básicamente y el cuasi sometimiento a la servidumbre fue, entre otros motivos, la reacción que encendió la llama, literalmente: murieron en ellas las trabajadoras de una planta textil de Chicago, Estados Unidos. Un excelente ejemplo de esta nueva realidad se observa en la crítica cinematográfica, en
tono de comedia, en la película “Tiempos Modernos” protagonizada por Charles Chaplin, donde un puesto es cambiado por múltiples, y el Hombre trabajador debe aumentar su régimen de producción ya sin saber aquello que está haciendo, sólo produciendo a un nuevo ritmo, el que le exige la industrialización. El producto final, la alienación del Hombre.
El mobbing siguió gozando de buena salud, y se instala ya en todo el transcurso del siglo XX, sin marco legal que lo restringiera ni poderes que dejasen de ejercerlo. Sin embargo, la masificación de la comunicación sobre fines del siglo y comienzos del XXI abrieron las ventanas al mundo, y encontramos que en esas fechas, la empresa Stet- Telecom France se hallaba en un proceso de fusión, donde Telecom absorbería a la antigua Stet France: en el término de 4 años, se produjo el suicidio de 27 empleados de diferentes jerarquías arrojándose por las ventanas de los pisos más altos del edificio que ocupaba la empresa, en el distrito de La Defènse, el área financiera de París y una de las más grandes del mundo. La investigación no se hizo esperar, tanto la policial como la científica. En lo científico, en el 2001 y luego del establecimiento de categorías diagnósticas científicamente documentadas, sale a la luz “El libro Blanco del Mobbing” publicado en Barcelona por Iñaki Piñuel Zabala, en el que se explica todo lo que hasta ahora se conocía como referencia e incluso hasta “usos y costumbres laborales”. En la investigación policial, surgió como responsable uno de los vicepresidentes de la empresa, que hostigaba psicológicamente a sus empleados al punto de la despersonalización, por lo cual fue penal, civil y laboralmente responsable ante la Justicia de Francia, debiendo afrontar las penas correspondientes a cada caso.
Hablemos de nuestros pagos...
Para ello, una pequeña introducción teórica: los victimarios, si bien puede ser uno solo, generalmente son varios, y el hostigamiento puede ser descendente (de un jefe a un grupo de empleados o a uno en particular), horizontal, o sea, entre empleados de similar jerarquía, y el menos frecuente, ascendente, desde los sectores empleados hacia los estratos superiores de la pirámide de poder.
Por lejos, el descendente es el más frecuente de observar, y con consecuencias graves en el espectro dimensional stress- ansiedad- depresión. Comienza en una forma casi imperceptible, como por ejemplo cambio de tareas o funciones, a lo que le sigue la recarga en las funciones y sumatoria de ajenas, y ante la imposibilidad de cumplimiento, se desata la violencia psicológica, dentro de lo cual lo más frecuente es la desacreditación de las funciones laborales, el comparativo con el pasado laboral del empleado mostrándole su anterior rendimiento versus el actual, que la empresa se halla en proceso de reducción y que se exige lo máximo de su personal, y una larga lista de etcéteras, donde el receptor (ya víctima) se halla muy lejos de poder rendir lo que se le plantea como esperable, porque la ansiedad y el miedo ya hicieron carne en él, y el mismo miedo, emoción primaria y formadora de todas las subsecuentes, domina todas las áreas de la
vida de la persona. Todo este proceso no hace más que recrudecerse en tiempo y forma, y, a diferencia de otros lugares del mundo, donde se puede contratar un equipo interdisciplinario de revinculación laboral, por estas latitudes el empleado resulta prescindible. Esta violencia no se ejerce siempre en forma directa, sino a través de cargos intermedios, específicamente seleccionados por resultar “mediocres funcionales” (Iñaki Piñuel Zabala) que cumplen esta función con enorme encanto de aspirar a puestos superiores, sin saber que también están siendo utilizados. La víctima se convierte en paciente de Psiquiatría y Psicología, que son las únicas especialidades que pueden otorgar licencias largas en tanto se trabaja en la recuperación del paciente como persona. Las licencias otorgadas son tomadas como ofensas al trabajo o directamente personales al responsable, quien torna imposible la recuperación total al comenzar la persecución por fuera del ámbito laboral (por ej., enviar fotos impresas de la puerta de la casa del paciente para demostrar que el cartero no puede entregar las cartas documento porque no se observa adecuadamente la numeración) o situaciones de similar gravedad (el ejemplo responde a un caso real que atendí esta última semana). Las ART no se hacen cargo bajo el título de “patología no imputable al servicio” con la obtusa observación que hacen del Baremo AACS de la Ley 24557 de Riesgos del Trabajo, la cual no obstante en su artículo 3.- contempla que de mediar patología no listada en el Baremo, la misma puede ser incluida por homologación con alguna presente que reúna la sintomatología clínica. Por ende, cuando se realiza finalmente la intervención de la Justicia Laboral, la misma suele ampararse en el mismo tópico, o derivar a la Superintendencia de Riesgos del Trabajo para tal determinación, la cual por todo lo citado termina siendo negativa. Por tal modo, para la legislación argentina esta figura es un híbrido que se resuelve con la desvinculación en las entrevistas conciliatorias prejudiciales entre las partes, y si ambas están de acuerdo, se paga un monto resarcitorio muy inferior al eventual judicial e incluso a los intereses del demandante (el empleado) y se produce la desvinculación del trabajo. Por último, y si el paciente tiene la osadía de proseguir la vía judicial por el daño psicológico causado (debidamente documentado) debe hacerlo por el Fuero Civil, dado que el Laboral se declara incompetente ante tal caso.
Marchamos y reclamamos por muchas cosas, todas importantes, a nadie se le ocurrió una marcha contra el mobbing?. Creo que es para pensarlo seriamente, el capital humano es el mas caro de obtener y mantener, pero el más prescindible de todos...
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