Mi sobrino pasó de visita y se quedó para siempre: ¿¡qué hago!? Parte ll
Una de las cosas buenas de esa visita, fue una observación antropológica de esa cosa levemente monstruosa...
...que es un adolescente. Cierto es que ya había pasado esa etapa con mis dos querubes, pero la lucha cuerpo a cuerpo era tan feroz, tantos mis miedos, que mientras la atravesábamos no me di cuenta ni cómo eran. Entre los "¡bañate, volvé, temprano, estudia y no fumes marihuana!". La adolescencia se había ido.
Nunca alcancé a tomar conciencia de cómo eran, más bien los vivía como un castigo por no haberles dado la teta o alguna culpa que se me escapaba. Para resarcirme, la vida me había traído otro. Y estaba dispuesta a mirarlo y ya que estaba observar cómo era eso de ser tía full time.
Tiemble la heladera
Hay objetos de un hogar frente a los cuales los adolescentes sucumben: a) heladera; b) juegos electrónicos y c) equipo de música. Ante las primeras tienen la conducta de una termita hambrienta frente a un bosque de arrayanes. Los guía un solo tema: arrasemos sigilosamente. Es así que un domingo por la mañana, cuando una va a buscar la pila de milanesas que había preparado en procura de un domingo sin cocina, encontramos un plato con tristes miguitas de pan rallado y todos terminamos comiendo empanadas (en esos casos yo me tiro a la retranca y graciosamente informo que ese domingo no cocino ni bajo tortura). Saquemos aquí la primera conclusión sobre el arte de ser tía. Si de un hijo se tratara, una compra las empanadas igual pero no se priva de mandarlo al carajo. Se diría que con un sobrino somos más tiernas, pero... después de todo, él nos limpió la bañadera.
En cuanto a la relación sobrino-tía, también hay variantes. Nuestro vástago, que con igual entusiasmo se comía todas las milanesas, al menos ponía al día siguiente cierta cara de compungido, como si la cuestión le importara dos rábanos (cosa que, por supuesto, era mentira). Un sobrino se siente eximido de tales hipocresías, se levanta con una sonrisa floreciente, y hasta se ofrece a comprar las empanadas, inmune a la mufa de la patrona. Anótese esta observación que seguimos.
Continuará.