"Mi mamá me llena de orgullo y es mi inspiración"
Cuando tenía 10 años, Josué quería ser doctor. "Para formar parte del equipo de mamá, ¿viste? Y ahora, encima, mi hermano Maxi también va a boxear.
Si se lastiman, yo los curo", razonaba con la irrefutable lógica de los niños y el gesto reconcentrado.
Josué siempre fue tímido, flaquito, tranquilo como un estanque, amante de los caramelos, muy de su casa. Y aprendió que, de vez en cuando, la vida te tira piñas a la mandíbula: solamente hay que saber esquivarlas.
O bancarse los embates de pie, como mamá Marcela, más conocida como La Tigresa, la enorme mujer que inventó el boxeo femenino en la Argentina.
Cuando vio entrenar a su hermano Maxi, apenas un año mayor, Josué también se calzó los guantes. Aprendió a caminar el ring, a lanzar el cross y el gancho, papá Ramón le enseñó a ponerse en guardia... Algún fuego se estaba encendiendo allí dentro. Había crecido al compás de los triunfos y sin sabores de su madre, ex campeona sudamericana de full contact, luego pionera del ring, una aventurera que debutó como profesional hace 15 años. En 1997, cuando Marcela se le animó a una norteamericana feroz llamada Christy Martin (perdió por puntos, toda una hazaña), Josué apenas tenía tres años. Mientras tanto, I,a Tigresa derribó cada barrera: portadora de la primera licencia pugilística feme- nina, multi-campeona mundial, primera dama en presentarse en el Luna Park, elegida concejal por el Frente para la Victoria... Todo. Lo que nunca imaginó es que un sábado 19 de mayo, en el salón de los Bomberos Voluntarios de General Villegas, provincia de Buenos Aires, ella y su hijo compartirían el mismo ring. A las trompadas. A puro llanto emocionado. A cuento de una pasión que sólo los guerreros de alma como ellos son capaces de comprender enteramente.
-Josué, ¿por qué quisiste ser boxeador? -Porque me encanta. Estoy todo el día viendo boxeo, busco peleas en YouTube, copio los movimientos de los mejores... Me tiro en la cama con mi viejo y nos ponemos a mirar juntos. Me gusta Floyd Mayweather.
-¿Y no tenés miedo? -¿Del boxeo? No. Si tenés miedo, no podés boxear. Dicen que me parezco a mi vieja por cómo tiro la derecha.
Y en la agresividad.
-¿La admiras? -Claro. Es la mejor.
-¿Y te aconseja? -Me dijo que tengo que ser responsable, tomármelo con seriedad, no salir de noche. No hay drama... Voy a resignar todo por el boxeo. Ya lo había decidido el año pasado; sólo falta Los Acuña-Chaparro son cuatro: Marcela (35), Ramón (57), Maximiliano (18) y Josué (17). Viven en Caseros, donde mamá es concejal y vecina ilustre, y tuvieron que recorrer 465 kilómetros para llegar hasta General Villegas, la tierra ele Antonio Carrizo y Manuel Puig. Se instalaron en el hotel Rucalén, a cinco cuadras del cuartel de Bomberos, y desde allí prepararon su noche especial. Acuña se había retirado 21 meses atrás, un poco saturada después de 40 combates (35 victorias, apenas 5 derrotas). "Pero empecé a extrañar la adrenalina, la responsabilidad de entrenarme... Me miraba en el espejo y me veía gorda, aunque en realidad no subí mucho de peso. Y me dije-.
'Vamos a probar, a ver dónde estoy parada'. Ahora me reconozco frente a! espejo. No sé hasta cuándo voy a seguir peleando... Qué pasión ésta, ¿no?".
-¿Y lo de Josué cómo lo tomaste? -Cuando empezó a entrenarse a los 10 años, como un pasatiempo, ni me preocupaba. Imaginaba que se iba a cansar, que después seguro le pedía que estudiara algo y listo, chau boxeo. Pero no, me tapó la boca. Le gusta en serio. Y el día que cumplió 17 nos encaró. Le impusimos varios requisitos: que estudie, se entrene y se cuide.
Dijo a todo que sí.
-¿Pero te gusta que boxee? -... Me gusta. Pero tengo mis miedos. No porque le pueda pasar algo en el ring, sino más bien por las cosas que va a tener que resignar. Yo lo viví. Me casé y fuí madre muy joven, así que hice vida de señora desde chica. Pero no sé si está bueno que se saltee esta etapa de adolescencia...
-Y Maxi, tu otro hijo, también quiere debutar.
-¡Sí! Se enganchó de vuelta cuando vio al hermano entrenándose.
Así que vamos los cuatro al gimnasio, todas las tardes, y salimos a correr juntos. A Maxi, me parece, que le tira más el estudio: quiere ser abogado. Pero se quiere sacar las ganas de pelear, ver de qué es capaz. A Josué, en cambio, te das cuenta de que esto lo apasiona.
Es como yo. Se me parece mucho, arriba y abajo del ring. En octubre va a cumplir 18 años, pero para mí es un niño. Siempre fue el mimado de la casa, sobreprotegido por todos... ¡Y míralo ahora!
Josué, que pesó 51 kilos (categoría mosca), debutó contra Manuel Hilero, un chico de Ameghino. Fueron tres rounds de dos minutos, con uno de descanso. Salió a comérselo crudo, con furia, nervioso, ansioso por clavar un nocaut de derecha. A lo Tigresa. El rival, con más experiencia, esquivó y caminó el ring, y se llevó el ajustado triunfo por puntos.
"Pero le metí un lindo derechazo... ¿Viste cómo el público hizo 'iuhhh!'?", le comentó después a su madre, que no vio la pelea porque se quedó en el vestuario, preparándose para su propia actuación, "listo es aprendizaje, hijo; tomalo con calma", lo consoló Marcela, sabia. Un par de horas después, sobre el mismo cuadrilátero, La Tigresa revivió su eterno romance: ella y el público, una comunión indestructible. Le tocó una dura pelea contra la mexicana María Villalobos, un camioncito que chocó con decenas de puñetazos, pero jamás dio marcha atrás. Marcela dominó a placer la primera mitad (tiró a su rival en el primer asalto) y le costó sobre el final (en el octavo, ella misma sufrió una caída por un golpe en el estómago). Guapísima como siempre, aguantó el temporal y se llevó el merecido triunfo por puntos. Y el títlo supergallo (55 kilos) del Consejo Mundial de Boxeo, uno más en su colección.
Madre, campeona, concejal en Tres de Febrero y estudiante de Derecho, iniciativa que la incansable Marcela inició en este 2012, para seguir dando el ejemplo.
"Ella es el eje de nuestra decisión, la motivación que nos lleva a ponernos los guantes. Sólo nosotros, como familia, sabemos lo que es sufrir, gozar, reír y llorar por el boxeo", resume Maxi, quien se entrena desde enero y también sueña con su debut. "Mi mamá me llena de orgullo y es mi inspiración. Quiero ser campeón del mundo", se anima Josué con esa voz templada que nunca lo abandona.
Es cierto: sólo ellos, hijos de La Tigresa, saben de qué se trata esta jungla.
Josué siempre fue tímido, flaquito, tranquilo como un estanque, amante de los caramelos, muy de su casa. Y aprendió que, de vez en cuando, la vida te tira piñas a la mandíbula: solamente hay que saber esquivarlas.
O bancarse los embates de pie, como mamá Marcela, más conocida como La Tigresa, la enorme mujer que inventó el boxeo femenino en la Argentina.
Cuando vio entrenar a su hermano Maxi, apenas un año mayor, Josué también se calzó los guantes. Aprendió a caminar el ring, a lanzar el cross y el gancho, papá Ramón le enseñó a ponerse en guardia... Algún fuego se estaba encendiendo allí dentro. Había crecido al compás de los triunfos y sin sabores de su madre, ex campeona sudamericana de full contact, luego pionera del ring, una aventurera que debutó como profesional hace 15 años. En 1997, cuando Marcela se le animó a una norteamericana feroz llamada Christy Martin (perdió por puntos, toda una hazaña), Josué apenas tenía tres años. Mientras tanto, I,a Tigresa derribó cada barrera: portadora de la primera licencia pugilística feme- nina, multi-campeona mundial, primera dama en presentarse en el Luna Park, elegida concejal por el Frente para la Victoria... Todo. Lo que nunca imaginó es que un sábado 19 de mayo, en el salón de los Bomberos Voluntarios de General Villegas, provincia de Buenos Aires, ella y su hijo compartirían el mismo ring. A las trompadas. A puro llanto emocionado. A cuento de una pasión que sólo los guerreros de alma como ellos son capaces de comprender enteramente.
-Josué, ¿por qué quisiste ser boxeador? -Porque me encanta. Estoy todo el día viendo boxeo, busco peleas en YouTube, copio los movimientos de los mejores... Me tiro en la cama con mi viejo y nos ponemos a mirar juntos. Me gusta Floyd Mayweather.
-¿Y no tenés miedo? -¿Del boxeo? No. Si tenés miedo, no podés boxear. Dicen que me parezco a mi vieja por cómo tiro la derecha.
Y en la agresividad.
-¿La admiras? -Claro. Es la mejor.
-¿Y te aconseja? -Me dijo que tengo que ser responsable, tomármelo con seriedad, no salir de noche. No hay drama... Voy a resignar todo por el boxeo. Ya lo había decidido el año pasado; sólo falta Los Acuña-Chaparro son cuatro: Marcela (35), Ramón (57), Maximiliano (18) y Josué (17). Viven en Caseros, donde mamá es concejal y vecina ilustre, y tuvieron que recorrer 465 kilómetros para llegar hasta General Villegas, la tierra ele Antonio Carrizo y Manuel Puig. Se instalaron en el hotel Rucalén, a cinco cuadras del cuartel de Bomberos, y desde allí prepararon su noche especial. Acuña se había retirado 21 meses atrás, un poco saturada después de 40 combates (35 victorias, apenas 5 derrotas). "Pero empecé a extrañar la adrenalina, la responsabilidad de entrenarme... Me miraba en el espejo y me veía gorda, aunque en realidad no subí mucho de peso. Y me dije-.
'Vamos a probar, a ver dónde estoy parada'. Ahora me reconozco frente a! espejo. No sé hasta cuándo voy a seguir peleando... Qué pasión ésta, ¿no?".
-¿Y lo de Josué cómo lo tomaste? -Cuando empezó a entrenarse a los 10 años, como un pasatiempo, ni me preocupaba. Imaginaba que se iba a cansar, que después seguro le pedía que estudiara algo y listo, chau boxeo. Pero no, me tapó la boca. Le gusta en serio. Y el día que cumplió 17 nos encaró. Le impusimos varios requisitos: que estudie, se entrene y se cuide.
Dijo a todo que sí.
-¿Pero te gusta que boxee? -... Me gusta. Pero tengo mis miedos. No porque le pueda pasar algo en el ring, sino más bien por las cosas que va a tener que resignar. Yo lo viví. Me casé y fuí madre muy joven, así que hice vida de señora desde chica. Pero no sé si está bueno que se saltee esta etapa de adolescencia...
-Y Maxi, tu otro hijo, también quiere debutar.
-¡Sí! Se enganchó de vuelta cuando vio al hermano entrenándose.
Así que vamos los cuatro al gimnasio, todas las tardes, y salimos a correr juntos. A Maxi, me parece, que le tira más el estudio: quiere ser abogado. Pero se quiere sacar las ganas de pelear, ver de qué es capaz. A Josué, en cambio, te das cuenta de que esto lo apasiona.
Es como yo. Se me parece mucho, arriba y abajo del ring. En octubre va a cumplir 18 años, pero para mí es un niño. Siempre fue el mimado de la casa, sobreprotegido por todos... ¡Y míralo ahora!
Josué, que pesó 51 kilos (categoría mosca), debutó contra Manuel Hilero, un chico de Ameghino. Fueron tres rounds de dos minutos, con uno de descanso. Salió a comérselo crudo, con furia, nervioso, ansioso por clavar un nocaut de derecha. A lo Tigresa. El rival, con más experiencia, esquivó y caminó el ring, y se llevó el ajustado triunfo por puntos.
"Pero le metí un lindo derechazo... ¿Viste cómo el público hizo 'iuhhh!'?", le comentó después a su madre, que no vio la pelea porque se quedó en el vestuario, preparándose para su propia actuación, "listo es aprendizaje, hijo; tomalo con calma", lo consoló Marcela, sabia. Un par de horas después, sobre el mismo cuadrilátero, La Tigresa revivió su eterno romance: ella y el público, una comunión indestructible. Le tocó una dura pelea contra la mexicana María Villalobos, un camioncito que chocó con decenas de puñetazos, pero jamás dio marcha atrás. Marcela dominó a placer la primera mitad (tiró a su rival en el primer asalto) y le costó sobre el final (en el octavo, ella misma sufrió una caída por un golpe en el estómago). Guapísima como siempre, aguantó el temporal y se llevó el merecido triunfo por puntos. Y el títlo supergallo (55 kilos) del Consejo Mundial de Boxeo, uno más en su colección.
Madre, campeona, concejal en Tres de Febrero y estudiante de Derecho, iniciativa que la incansable Marcela inició en este 2012, para seguir dando el ejemplo.
"Ella es el eje de nuestra decisión, la motivación que nos lleva a ponernos los guantes. Sólo nosotros, como familia, sabemos lo que es sufrir, gozar, reír y llorar por el boxeo", resume Maxi, quien se entrena desde enero y también sueña con su debut. "Mi mamá me llena de orgullo y es mi inspiración. Quiero ser campeón del mundo", se anima Josué con esa voz templada que nunca lo abandona.
Es cierto: sólo ellos, hijos de La Tigresa, saben de qué se trata esta jungla.