Metrodelegados, una herencia conflictiva
Por Carlos Burgueño. El Ejecutivo nacional le enviará al Gobierno de la Ciudad el manejo de los subtes con un regalo extra: la interna crónica entre los Metrodelegados y la conducción nacional de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), en pelea permanente por quién representa a los operarios del servicio.
Para peor, en manos del Ministerio de Trabajo de Carlos Tomada, está la inminente decisión de avalar a los hombres del subte, relacionados con la izquierda sindical más pura y dura, la representatividad legal e institucional para discutir condiciones laborales y las paritarias salariales del año próximo.
Sin embargo, desde la gestión de Mauricio Macri descartan que tener que manejar esta interna gremial, a veces violenta y siempre conflictiva, genere tensiones. Según el jefe de Gabinete porteño Horacio Rodríguez Larreta, están preparados en la Ciudad para discutir y negociar con los gremialistas que serán nuevos dependientes de la administración de Macri. «Nosotros negociamos con Hugo Moyano la recolección de basura y con Amadeo Genta la situación de los empleados municipales», aseguraba ayer el funcionario.
Lo que es seguro, es que en las negociaciones que comenzarán en horas entre el Gobierno nacional y el porteño por el traspaso de los subtes y el monto del subsidios a transferir (ver nota aparte), no se tiene en cuenta el dinero que costarán los aumentos salariales para los empleados del sector. La base del cálculo, en principio un total de $ 700 millones de máximo (y a descontar hacia abajo), no incluye el dinero de más que se debería conseguir el año próximo para cubrir el aumento salarial de los operarios del subte. Hasta 2010, esos fondos provenían del incremento de los subsidios que la Nación transfería a Metrovías, empresa del grupo Roggio, en un esquema que continuará repitiéndose en otros servicios de transporte como los ferrocarriles y los colectivos. En otras palabras, aunque la Nación transfiera los $ 700 millones que hasta este año destinó para los subsidios al subte, igualmente el Gobierno de Macri deberá comenzar a hacer cuentas fiscales para destinar dinero para liquidar los aumentos salariales de los operarios del sector.
Si se repitiera el esquema que quiere impulsar el Gobierno nacional, este incremento debería ser negociado en no más de un 18% para todo 2012. Ése es el nivel que el Ministerio de Economía tiene presupuestado para los empleados públicos nacionales, y que debería repetirse en gran parte de las reparticiones estatales y semiestatales del país.
El problema, es que los Metrodelegados tienen otros planes. Si se concreta su deseo de comenzar a negociar aumentos salariales desde 2012, decisión que debe partir de Trabajo, sería su inauguración como discutidores de paritarias. Ya vienen adelantando estos representantes, que no se quedarán conformes con el incremento negociado este año (25%) y que para la primera vez que les toque discutir, reclamarán un 30%, además de condiciones laborales más favorables. Al menos esos fueron los reclamos históricos de los Metrodelegados, sobre los que fomentaron su razón de ser. Obviamente, Macri no tiene en su carpeta presupuestaria, dinero reservado para los seguros aumentos salariales de los trabajadores del subterráneo de Buenos Aires. Otro dato es que estos hombres, no aceptarán negociar con la gente de Amadeo Genta y sus municipales.
El Gobierno de Macri heredará también el crónico conflicto entre los Metrodelegados y la conducción nacional de la UTA, que sólo a regañadientes, y después de muchos enfrentamientos públicos, aceptó el derecho a la existencia del grupo de representantes de los operarios del subte. El 10 de octubre del año pasado, el Gobierno nacional decidió inscribir como gremio a los delegados, luego de años de enfrentamiento con la UTA nacional de Roberto Fernández. Éste bajó la cabeza con la decisión, pero aclaró que sería él quién continuaría negociando paritarias, advirtiendo que los Metrodelegados «desde ahora tendrán que portarse bien».