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Menos egresos universitarios

Los bajos rendimientos estudiantiles en el nivel superior, tanto oficial como privado, exigen encarar a fondo esta realidad.

La baja calidad del secundario es un antecedente que gravita luego en la universidad; por eso, es un problema central por resolver, así como la permisividad del ingreso superior es engañosa y termina resultando perjudicial para el estudiante y el erario. Esta situación fue tratada, días atrás, durante la realización, en la Universidad Nacional de Córdoba, del Encuentro Nacional por la Educación, presidido por el ministro Alberto Sileoni.

Durante su transcurso se difundió que el número de graduados en nuestras universidades sólo alcanzaría al 6 por ciento de los estudiantes que cursan. Hubo otras estadísticas: en 2009, el 25,5 por ciento de los inscriptos no rindió ninguna materia, y sólo un porcentaje casi semejante (24,2%) fue el de los estudiantes que cumplieron el año de estudios con un ritmo óptimo de cursada.

La primera información originó un debate en el curso del cual un trabajo presentado por María Luz Vera y Gabriela Galassi consideró el tiempo promedio de duración de las carreras, que es un 60 por ciento mayor de lo previsto en las casas de estudios oficiales y un 40 en las privadas. Los datos objetivos reactivaron un juicio, a menudo enunciado, en el sentido de que el ingreso irrestricto lleva a muchos a inscribirse y mantener una condición de estudiante que no caduca, aunque no rindan exámenes. El sistema vigente concluye siendo generador de desigualdades, pues del conjunto de graduados sólo el 16,5 pertenece a familias de menores recursos, mientras el 47,1 corresponde a quienes pertenecen a hogares de mejor nivel económico.

El secretario de Políticas Universitarias, Alberto Dibbern, objetó los datos indicados por la metodología de medición empleada y sostuvo que cuando se considera el número de egresados que cumplen la carrera en el lapso de un lustro el promedio es del 28 por ciento en las universidades oficiales y, entre ellas, el porcentaje más alto lo tiene la Universidad Nacional de Córdoba (40%). Sileoni consideró, por su parte, que los abandonos que se registran en el nivel superior de la enseñanza tienen raíces comunes con los que se registran en el nivel medio y aludió a la pobreza como causa principal de las deserciones del sistema.

Podrán fluctuar las cifras según universidades y carreras, o ser manipuladas las cifras de egresos, pero eso no elude la verdad de los bajos rendimientos estudiantiles. Por lo tanto, se trata de una realidad innegable que se debe encarar a fondo, cuanto antes mejor.

Habría que conocer discriminadamente otras razones influyentes en el abandono de las carreras superiores e insistir en los beneficios de una positiva orientación vocacional como aporte a la solución del problema, pues reduciría frustraciones que afectan la vida institucional y personal.