Mendoza, obra de la mano del hombre
Fue la mano del hombre la que pudo superar las adversidades de un clima hostil y semi desértico como es el de Mendoza.
Esta provincia es la principal productora de uvas y vinos de la Argentina y además posee una destacada producción en otros rubros, los que también alcanzan a importantes exportaciones. Además, fue la cuna del Ejército que logró la gesta libertadora de América.
Suele escucharse habitualmente que Mendoza es una provincia "rica". Tienen razón quienes así piensan si riqueza se relaciona con el esfuerzo, la perseverancia y la dedicación del hombre que, con sacrificio, transformó el desierto y supo sobreponerse a las inclemencias del tiempo que muchas veces se lleva gran parte de la producción.
A Mendoza la naturaleza la premió con lugares de incalculable belleza, con la montaña y el Aconcagua como emblemas. Pero la castigó con un clima hostil, semi-desértico, con precipitaciones anuales que no superan los 200 milímetros, con inviernos extremadamente fríos y veranos calurosos. Precisamente, para hacer frente a ese clima hostil es que surgió la mano del hombre para transformar el paisaje desde la cultura del trabajo.
El hombre debió aprovechar los deshielos y derivar el agua a través de canales y acequias para lograr convertir el desierto en oasis productivos que crecieron junto a los principales ríos: el Mendoza, en el norte; el Tunuyán (Valle de Uco) en el centro y el Atuel y el Diamante en el Sur.
Aún así, aprovechando al máximo el agua de la montaña -para lo cual fue necesaria la implementación de una ley que es tomada como ejemplo en el mundo- Mendoza cuenta con sólo el 3 por ciento de su territorio cultivado. El resto, sigue siendo desierto.
En esa pequeña porción cultivable, el mendocino logró ubicar a la provincia como la mayor productora de uvas y vinos de la Argentina (la quinta en el mundo). Es, además, la primera productora nacional de cerezas, guindas, ciruelas, damascos, membrillos y nueces, y la segunda en duraznos, manzanas y peras.
En el rubro hortícola, es la primera productora de tomates, mientras la papa, la cebolla y los zapallos son considerados los de mejor calidad, junto a lo que se considera "verdeo" (lechuga, acelgas, espinacas), con un mercado centrado preferentemente en los grandes centros de consumo del país.
Aprovechando las bellezas naturales y con el aporte mancomunado del Estado y del sector privado, la provincia alcanzó un lugar preponderante en el rubro turístico nacional. El año pasado superó el millón de visitantes, de los cuales sólo el 43% correspondió a turismo interno y el resto al internacional.
Con un dato no menos interesante: el 89% de los turistas manifestó su intención de retornar a la provincia. Para que este plano se alcanzara, el mendocino debió modificar su carácter más bien hosco, propio del montañés, por otro más amable, cordial y ameno, manteniendo la humildad que siempre lo caracterizó.
En el plano agrícola, la vitivinicultura figura como la principal actividad. El reconocimiento es mundial -Mendoza está considerada como una de las 9 capitales mundiales del vino- junto a Burdeos, en Francia; Rioja, en España, Porto en Portugal y Napa Valley, en Estados Unidos, entre otras, mientras paralelamente se conformó un Plan Estratégico Vitivinícola que ha cumplido sus objetivos mucho antes de lo previsto, que ha sido tomado como ejemplo a nivel nacional para otras actividades y que ha permitido un crecimiento exponencial en las exportaciones, alcanzando los mil millones de dólares en ese rubro.
Hasta no hace mucho, Mendoza fue la primera productora mundial de ajos -superada recién en los últimos años por China- y las exportaciones alcanzan unos 150 millones de dólares.
Existe además una importante actividad industrial, que permitió exportaciones por más de 170 millones de dólares en material eléctrico y maquinarias, por 45,7 millones en materias plásticas y por 56,7 millones en metales y manufactura.
Mendoza es trabajo, es esfuerzo, es tesón para superar las adversidades. Y es historia: fue cuna del Ejército de la gesta libertadora de América con el general San Martín -en tanto gobernador de la provincia- como su abanderado.
Suele escucharse habitualmente que Mendoza es una provincia "rica". Tienen razón quienes así piensan si riqueza se relaciona con el esfuerzo, la perseverancia y la dedicación del hombre que, con sacrificio, transformó el desierto y supo sobreponerse a las inclemencias del tiempo que muchas veces se lleva gran parte de la producción.
A Mendoza la naturaleza la premió con lugares de incalculable belleza, con la montaña y el Aconcagua como emblemas. Pero la castigó con un clima hostil, semi-desértico, con precipitaciones anuales que no superan los 200 milímetros, con inviernos extremadamente fríos y veranos calurosos. Precisamente, para hacer frente a ese clima hostil es que surgió la mano del hombre para transformar el paisaje desde la cultura del trabajo.
El hombre debió aprovechar los deshielos y derivar el agua a través de canales y acequias para lograr convertir el desierto en oasis productivos que crecieron junto a los principales ríos: el Mendoza, en el norte; el Tunuyán (Valle de Uco) en el centro y el Atuel y el Diamante en el Sur.
Aún así, aprovechando al máximo el agua de la montaña -para lo cual fue necesaria la implementación de una ley que es tomada como ejemplo en el mundo- Mendoza cuenta con sólo el 3 por ciento de su territorio cultivado. El resto, sigue siendo desierto.
En esa pequeña porción cultivable, el mendocino logró ubicar a la provincia como la mayor productora de uvas y vinos de la Argentina (la quinta en el mundo). Es, además, la primera productora nacional de cerezas, guindas, ciruelas, damascos, membrillos y nueces, y la segunda en duraznos, manzanas y peras.
En el rubro hortícola, es la primera productora de tomates, mientras la papa, la cebolla y los zapallos son considerados los de mejor calidad, junto a lo que se considera "verdeo" (lechuga, acelgas, espinacas), con un mercado centrado preferentemente en los grandes centros de consumo del país.
Aprovechando las bellezas naturales y con el aporte mancomunado del Estado y del sector privado, la provincia alcanzó un lugar preponderante en el rubro turístico nacional. El año pasado superó el millón de visitantes, de los cuales sólo el 43% correspondió a turismo interno y el resto al internacional.
Con un dato no menos interesante: el 89% de los turistas manifestó su intención de retornar a la provincia. Para que este plano se alcanzara, el mendocino debió modificar su carácter más bien hosco, propio del montañés, por otro más amable, cordial y ameno, manteniendo la humildad que siempre lo caracterizó.
En el plano agrícola, la vitivinicultura figura como la principal actividad. El reconocimiento es mundial -Mendoza está considerada como una de las 9 capitales mundiales del vino- junto a Burdeos, en Francia; Rioja, en España, Porto en Portugal y Napa Valley, en Estados Unidos, entre otras, mientras paralelamente se conformó un Plan Estratégico Vitivinícola que ha cumplido sus objetivos mucho antes de lo previsto, que ha sido tomado como ejemplo a nivel nacional para otras actividades y que ha permitido un crecimiento exponencial en las exportaciones, alcanzando los mil millones de dólares en ese rubro.
Hasta no hace mucho, Mendoza fue la primera productora mundial de ajos -superada recién en los últimos años por China- y las exportaciones alcanzan unos 150 millones de dólares.
Existe además una importante actividad industrial, que permitió exportaciones por más de 170 millones de dólares en material eléctrico y maquinarias, por 45,7 millones en materias plásticas y por 56,7 millones en metales y manufactura.
Mendoza es trabajo, es esfuerzo, es tesón para superar las adversidades. Y es historia: fue cuna del Ejército de la gesta libertadora de América con el general San Martín -en tanto gobernador de la provincia- como su abanderado.