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Máximo, entre las fórmulas para seguir en 2015

*Por Ricardo Kirschbaum. A partir de hoy, primer día efectivo de su segundo mandato luego de los fastos de la reasunción, Cristina Kirchner deberá dedicar una parte de sus desvelos a imaginar su continuidad o su sucesión.

No tiene alternativas legales: la Constitución le cierra las puertas a un nuevo período, cláusula a la que ayudó a nacer en Santa Fe.

El mar que comienza a navegar tiene otras acechanzas, además de las inclemencias económicas amenazantes. Desde su posición sólida, una elección que ganó por demolición y una mayoría legislativa que le permite gobernar sin problemas , no puede ignorar que su finitud es una cuestión de estado que tendrá que resolver. O bien su período se agota como lo establece la Carta Magna y selecciona un sucesor de sus propias entrañas, o ensaya otras alternativas para poder ser ella la que continúe más allá del 2015 . Todo esto si la oposición -Macri, en solitario, por ahora- no construye una opción triunfadora para entonces, algo que es muy prematuro y riesgoso vaticinar hoy.

La personalidad de Cristina, su estilo de gobernar, su adicción al secretismo y al minimalismo como fórmula mágica de poder , quedó representada en la conformación de su propio gabinete para este tiempo, el mismo pero con leves variantes, que profundizan esa tendencia a concentrar toda la decisión que ha caracterizado a los Kirchner . La designación de Abal Medina como jefe de Gabinete es, además de una ratificación de que la disciplina y acatamiento es una virtud esencial en ese micromundo, una confirmación de que la construcción de un espacio propio, independiente del "pejotismo" , sigue viento en popa. Dos movimientos se están produciendo en ese sentido: jaque al poderío de Moyano en el sindicalismo, amenazado por procesos judiciales que se pueden reactivar y doble jaque a Daniel Scioli , quien cedió sin pelea el control de la Legislatura a quienes, más temprano que tarde, intentarán neutralizar sus aspiraciones presidenciales o tumbarlo, si es preciso, para abortar la amenaza.

Entonces, Cristina tiene a mano impulsar una reforma -no ella en persona, pero sí sus partidarios- para salvar la "proscripción" constitucional , evocando así una bandera de lucha del peronismo, cuando estuvo excluido por una reacción tan ciega como torpe. Un proceso para el que necesita los dos tercios de los legisladores pero que encierra peligros: recordar cómo esa cuestión catapultó definitivamente a Chacho Alvarez a la primera línea de la política argentina.

También puede aceptar las tesis de Zaffaroni e impulsar un sistema parlamentario , apelando a los socialdemócratas (socialistas, sectores radicales) para que apoyen esa construcción, maniobra que trabaja sobre la ¿ingenuidad? de los potenciales aliados.

O una carta más fuerte, coherente con su modo de entender el poder, y postular a su hijo Máximo para el 2015 . Es su consejero más influyente, el único que puede modificar sus decisiones o imponer otros criterios o nombres, el que veta candidatos o pone a parir a personajes como Boudou. Si su hija Florencia le puso la banda presidencial, Máximo puede aspirar a continuar con la dinastía en el poder . Todo quedaría en familia.