Mauricio Macri, y el primer año de Antonia, su hija menor
"El momento de bañar a Antonia no lo cambio por nada del mundo", dijo el jefe de Gobierno porteño.
Nota extraída de la revista Caras.
Dice Mauricio Macri: "Yo creo que Dios recompensó mi esfuerzo con la llegada a mi vida primero de Juliana y después de Antonia". El jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri (52) festeja junto a su esposa, la empresaria Juliana Awada (37), el primer año de su hija en la quinta familiar "Los Abrojos", en San Miguel.
El escenario es perfecto: el encuentro se hizo al aire libre, bajo un sol primaveral y en el parque rodeado por las cinco casas que posee cada miembro de la familia: una para el jefe del clan, Franco Macri y otras cuatro para sus hijos Mauricio, Mariano, Gianfranco y Sandra.
Mauricio tuvo que posponer la fiesta de su hija menor porque el 10 de octubre, cuando Antonia cumplió un año, el jefe de Gobierno estaba en Europa. Un día antes, el 9, Macri, se reunió en el Palacio de La Moncloa con el Jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy y recién pudo darse el gusto este último sábado, ya que el encuentro en Madrid había sido programado con meses de antelación.
Macri luce muy distinto cuando está con su familia a cómo se lo ve en sus actividades de gestión: su adustez habitual cambia a una forma más expansiva y simpática.
"Mauricio es otro desde que se casó con Juliana", reconocen en su entorno. Y Mauricio asume su nuevo talante con sencillez. Y si su carácter mutó desde que se casó con Juliana, ese cambio se profundizó desde que llegó Antonia, hace poco más de un año.
"El momento de llegar a casa y bañar a Antonia no lo cambio por nada en el inundo", confiesa Mauricio mientras a su lado la primera dama porteña y Valentina (8) -hija de Awada y el conde belga Bruno Laurent Barbier, su ex pareja- sonríen mientras se hamacan como si en fueran dos niñas de la misma edad y no mamá e hija.
Dice Mauricio Macri: "Yo creo que Dios recompensó mi esfuerzo con la llegada a mi vida primero de Juliana y después de Antonia". El jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri (52) festeja junto a su esposa, la empresaria Juliana Awada (37), el primer año de su hija en la quinta familiar "Los Abrojos", en San Miguel.
El escenario es perfecto: el encuentro se hizo al aire libre, bajo un sol primaveral y en el parque rodeado por las cinco casas que posee cada miembro de la familia: una para el jefe del clan, Franco Macri y otras cuatro para sus hijos Mauricio, Mariano, Gianfranco y Sandra.
Mauricio tuvo que posponer la fiesta de su hija menor porque el 10 de octubre, cuando Antonia cumplió un año, el jefe de Gobierno estaba en Europa. Un día antes, el 9, Macri, se reunió en el Palacio de La Moncloa con el Jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy y recién pudo darse el gusto este último sábado, ya que el encuentro en Madrid había sido programado con meses de antelación.
Macri luce muy distinto cuando está con su familia a cómo se lo ve en sus actividades de gestión: su adustez habitual cambia a una forma más expansiva y simpática.
"Mauricio es otro desde que se casó con Juliana", reconocen en su entorno. Y Mauricio asume su nuevo talante con sencillez. Y si su carácter mutó desde que se casó con Juliana, ese cambio se profundizó desde que llegó Antonia, hace poco más de un año.
"El momento de llegar a casa y bañar a Antonia no lo cambio por nada en el inundo", confiesa Mauricio mientras a su lado la primera dama porteña y Valentina (8) -hija de Awada y el conde belga Bruno Laurent Barbier, su ex pareja- sonríen mientras se hamacan como si en fueran dos niñas de la misma edad y no mamá e hija.