Matías Garfunkel, íntimo: el pibe buenazo que yo conocí
Vino de Nueva York siendo rico (se le calculaba una fortuna de 1200 millones de dólares), y quería ser famoso. La fórmula de "Ricos y Famosos" lo llevó a cometer ingenuidades y ganarse odios. ¿Por envidia?
Por Jorge D. Boimvaser
@boimvaser
Contrariamente a otros jóvenes herederos multimillonarios (Esquenazi, Werthein, Macri –Mauricio y Jorge- y más), Matías Garfunkel nunca participó en actividades empresariales del grupo familiar, nunca tuvo que cumplir un horario ni siquiera protocolar en las firmas de la familia, pues nació y se crió con una bolsa enorme de dinero bajo el brazo. Quizás le faltó ese roce en el mundo laboral que no significa "tener calle", pero sí quizás algún cúmulo de obligaciones que lo hayan acercado a un mundo más real del que él conoció.
En las otras familias multimillonarias no faltan los "hijos bobos", que aún con roce y algo más de calle no dejan de hacer boberías sociales, económicas y políticas. Pero Matías Garfunkel nunca mostró ni soberbia, ni pedantería, aunque sí un grado de ingenuidad que lo pagó con dinero. Y desilusiones varias.
"¿Cómo fue que te ligaste con un tipo como Raúl Moneta, que es un confeso antisemita?", le pregunté una tarde en su amplia oficina de Puerto Madero a espaldas del Hotel Hilton (después se mudó frente a Plaza Lavalle, en el mismo edificio donde tiene su estudio Roberto Dromi, el ex ministro de Menem). La inquietud no enfocaba al historial de Moneta como banquero prófugo y otras irregularidades, sino al hombre que tiene una filosofía despreciativa y discriminatoria a los judíos.
Matías Garfunkel no era ajeno al judaísmo, participaba en las reuniones locales de diferentes grupos activistas dentro de la colectividad. La compra en sociedad con Moneta de la Rock and Pop y otras radios fue una pesadilla, no por los millones de dólares que perdió (según documentos que llevó a la justicia se consideró estafado por el banquero), sino al enterarse de los dichos despectivos y discriminadores que Moneta dijo sobre él.
"Es un nazi confeso", le dije. Y con absoluta ingenuidad respondió: "Me lo presentó Martín Menem (hijo de Eduardo M., el hermano del ex Presidente) que era abogado mío también, y nadie me dijo de quién se trataba".
Lo decía apesumbrado, y cuando le conté que Moneta tenía de aliado a Aníbal Fernández, tampoco ni lo sabía ni lo podía entender. Le resultaba contradictorio que quien fuera banquero de Menem, y otras cosas más, estuviera ahora tan ligado con el kirchnerismo. Ingenuidad total, pero nada de malicia.
Para desentumecerlo de un tema que le dolía hablar, agregué: "Matías, igual sos mi héroe, ¿cómo fue eso de salir de vacaciones con Luciana Salazar?", fue algo para hacerlo sonreír. Y reconoció haber llevado a la blonda una semana a New York. Pero mientras él me reconocía esa aventura, "Luli" comentaba por cuerda separada: "Sí, es cierto, me invitó una semana a Manhattan pero nunca me tocó ni un pelo". Fue antes de su relación con Vanucci, así que puede contarse sin herir susceptibilidades.
A Raúl Moneta le "robó" un colaborador de alto octanaje en el mundo del espionaje e "inteligencia empresaria" y los vínculos internacionales, el ex hombre de la CIA en la Embajada de USA en Buenos Aires, Frank Holder.
Era su socio en "Garfunkel Partners". Holder fue socio del jefe Montonero ya fallecido Rodolfo Galimberti en una de las agencias de seguridad más fuertes del mundo, también especializada en grandes fraudes bancarios. La agencia de Holder participó en dos de los más resonantes casos de fraudes de los Estados Unidos, la quiebra de Enron y el caso Madoff. Y ahí estaba entrando y saliendo de la oficina de Matías y planeando de partir en minutos a cualquier destino del mundo en su avión privado, como quien arregla con amigos comer esa noche en la parrilla del barrio.
La puerta de su despacho siempre abierta, por la que entraban y salían sus colaboradores haciendo preguntas, y ese estilo nada protocolar que mostraba la hilacha de un tipo buenazo.
Después tuvo un fuerte encontronazo particular y de dinero que terminó mediatizado con Jorge "Corcho" Rodríguez, cuando Moneta aprovechó para tirarle artillería pesada desde sus medios gráficos y radiales. Aunque el ex de Susana Giménez señalaba a Matías G. como autor de una presunta estafa, lo cierto es que todo surgió de un problema entre sus parejas que los llevó al "Corcho" y a Matías a una feroz pelea en el barro.
Se supo en varios ámbitos de esa ingenuidad de Garfunkel y tuvo propuestas de inversiones a las que Frank Holder filtró una por una. De pronto apareció en los medios periodísticos como una figura odiada y el sanbenito que era "una mala persona y tipo jodido" no tenía fundamento con la realidad.
Pertenecer al mundo de "Ricos y Famosos" no es sencillo si se porta una billetera única e inacabable (difícil que su fortuna se dilapide así porque sí), pero ahí el fantasma de la envidia a granel y la necesidad de tener mucha calle para transitar esas veredas sin caer en los pozos de la soberbia y en las zancadillas de sus pares no es para cualquiera.
En su colección privada de obras de arte no faltaban los Picasso, Frida Kahlo y otros genios de la pintura. Las dejó de exhibir en su mansión de Belgrano cuando le dijeron que sino estaban formalmente declaradas no hiciera alarde de ellas. Son cientos de millones de dólares en cuadros, y eso se llama en la AFIP bienes personales y algo más.
Y un día lo inexplicable, el romance con una modelo escandalosa (aquella referencia de Vanucci a la zanahoria con Pablo Rago, y sus cruces con el "Ogro" Fabbiani superaron cualquier límite), y a partir de ahí hasta dejó de concurrir a su despacho en Puerto Madero, y a su alrededor sus principales colaboradores sintieron que no todo se soluciona dando indicaciones por teléfono.
Comprarle el 50% del multimedio a Sergio Spolsky es algo que no comprendieron ni sus allegados, pero ahí estaba Matías siendo parte del mundo kirchnerista y ocupando un sitial entre los aplaudidores oficiales a los discursos de Cristina Fernández en Casa de Gobierno. "Rico y Famoso", y codearse con el poder político puede ser imprudente pero no lo convierte en mala persona.
Después el accidente en Bariloche y los rumores de todo tipo que se escuchan estos días. No suena a conspiración, pero el karma de todo tipo multimillonario es que nadie supone que le pueda pasar nada cuando son tan mortales como el resto de los humanos.