Matías Bagnato, el sobreviviente de la Masacre de Flores, pide que no liberen al asesino: "Si lo sueltan, paso a estar preso yo"
En diálogo con DiarioVeloz, cuenta cómo es vivir pendiente de la Justicia, expresa sus temores y le agradece a su abuela.
Gustavo Leandro Rodríguez
@GusLRodri
grodriguez@diarioveloz.com
"No es fácil revivir siempre estas cosas porque es destructivo psicológicamente. No puedo laburar porque estoy con tratamiento psicológico", revela Matías. "Si sale, es volver a vivir un calvario como hace cinco años, volver a tener tres policías en la puerta de mi casa. Si los jueces lo sueltan, paso a estar preso yo. No es vida esto. Es mucho tiempo, el dolor es muy grande", agregó.
En aquella noche, Fructuoso incendió la casa de Matías, quien perdió a sus papás, sus dos hermanitos y a un amigo de ellos. Él logró escapar y a partir de ese momento vivió un infierno del cual hoy parece no poder escaparse. "Escuchás a los jueces hablar de derechos humanos y yo me pregunto dónde están los nuestros", comentó.
Matías explica que hoy está a la espera de la resolución de los jueces Pablo Jantus, Horacio Días y Eugenio Sarrabayrouge. Hace cinco años ya había atravesado esta sensación de miedo cuando recibió el llamado inesperado del hombre que mató a su familia.
Luego del juicio en 1994, Matías continuó su vida, mientras Fructuoso Álvarez González fue beneficiado diez años después con el intercambio de presos con España, su país natal. Según establece la ley, el beneficio se otorga en caso de tener familiares en la nación destinataria, algo que no se cumplía ya que todos sus parientes estaban en la Argentina. "En España no existe la condena perpetua, por lo que le cambiaron la pena a 'Asesinato por 20 años'. España no estaba autorizado a cambiar la condena ni a dejarlo libre. Violaron eso y en la Argentina no les importó. Entonces volvió al país en libertad", explicó.
"Hay cosas que no se van a superar más. Para mí es como si los hubiera perdido ayer, aunque hayan pasado 21 años. Y si encima se suman estas cosas... Tengo que estar todo el tiempo mirando qué pasa. Es casi una obligación, porque es por mi seguridad y la de mi abuela", expresó Matías.
Asimismo, Bagnato manifiesta que su temor no pasa sólo por lo que pueda ocurrirle a él, sino también por lo que pueda sucederle a su abuela y por la sensación de miedo que, aunque Fructuoso no vuelva a acercarse a ella, no se la sacará jamás.
"Me dijo: 'A mí no me importa que me mate. Mi miedo es por vos'. Todo el tiempo le vuelven a matar a su única hija y a sus nietos. Con 87 años, no me parece justo que tenga que pasar por estas cosas. Ni siquiera puede vivir tranquila los últimos años de su vida por culpa de este hijo de pu... Esa es la impotencia más grande que siento", reveló.
¿Se te cruzó por la cabeza ir a verlo a la cárcel?
- No, no lograría absolutamente nada. Me acuerdo que en el juicio cuando fui a declarar lo tenía ahí nomás. Su abogado dijo que me tenían que investigar a mí. Ya está. ¿Qué voy a hablar con un psicópata? Sus acciones me demuestran que no tendría sentido. Cuando me llamó, pensé: "¿Por qué? Si ya me recontra jodiste la vida por todos lados". No se lo llegué a decir porque me cortaba el teléfono. Es algo imposible. Cuando nos cruzamos, los dos estábamos rodeados de policías, cada uno por su lado. Pero sí, me gustaría saber por qué. Según los policías, aparentemente lo que hace es dar vuelta la situación. Es decir, me echa la culpa por haber estado preso, pero no cree que está preso porque mató a toda mi familia. Si en el 2010 tenía bronca, cuando yo hacía mi vida porque no controlaba nada, imaginate ahora que está preso por mí. Me debe tener mucha más bronca. Me tiene preocupado porque es capaz de hacer cualquier cosa.
- Ya dejó de ser un peligro sólo para vos...
- Prendió fuego mi casa sin medir la menor consecuencia. Porque menos mal que no agarró el tanque de combustible del garage de mi viejo, porque ahí volaba la casa de mis vecinos también. No le importó absolutamente nada. En la causa aportaron un antecedente: en una audiencia aparece una pareja que tenía una inmobiliaria y que había tenido un conflicto con él. Un día les incendió la inmobiliaria. Es piromaníaco. Pareciera que siempre resuelve de esa manera: "Me cagaste, te prendo fuego".
- Daría la sensación de que no va a reinsertarse. ¿Lo imaginás toda la vida en la cárcel, como pasa con Robledo Puch?
- Ojalá Dios quiera que pase lo mismo. Hace poco estuve hablando con el padre de Ángeles Rawson. Pensaba: "En 15 años a esta gente le va a pasar lo mismo que estoy viviendo yo". Lo preocupante es que nunca sabés cómo van a salir de la cárcel. De hecho, la mayoría sale mucho peor. No digo que nadie pueda salir de la cárcel. El tema es que no existe una protección para la víctima y que no existan leyes en casos puntuales como estos, y entiendan que estos tipos son realmente peligrosos. No está establecido en ningún lado que "este tipo prendió fuego una casa y no se va a recuperar más".
De acuerdo al informe de los psicólogos que estudiaron al asesino, "utiliza el espacio y se muestra colaborador y hepático, se observa un discurso y acciones manipuladoras que tienden a lograr un beneficio personal, sin importarle compromiso o vínculo con otros".
Fructuoso fue detenido por última vez en 2010, luego de haber estado prófugo dos años sin que nadie supiera nada. A partir de la amenaza, Matías denunció que estaba libre y lo volvieron a meter en la cárcel. Tras haber sido removido de la causa el polémico juez Axel López, un interino firmó, casi sin mirar el expediente, el traslado a un penal de Chaco, a una granja abierta, más precisamente.
No obstante, cuando asumió la causa, Pérez Arias comprendió que habían cometido un grave error y ordenó que volviera al penal de Ezeiza. "Yo no formo parte de la causa porque la ley establece que el problema lo tiene él con la Justicia. Pérez Arias me dijo que nada le impedía notificarme de lo que pasaba. Así como dije barbaridades de Axel López, también tengo que remarcar cuando alguien hace las cosas bien. Pérez Arias usó el sentido común. Me dijo que iba a estar al tanto de todo lo que pase. Tengo el contacto directo. Lamentablemente no depende de él, que se portó de manera ejemplar", valoró Matías.
- ¿Cuánto te sirvió haber entrado a Gran Hermano?
- En ese momento estaba sin trabajo. Mis amigos me hicieron una broma y me anotaron en el casting. Fui sin la idea de que iba a quedar. Cuando me dijeron que entraba, yo no quería saber nada. Entonces mi abogada, Rogelia Pozzi, la viuda de Eduardo Aulet, asesinado por el clan Puccio, me dijo: "Mati, esto te puede servir algún día". Jamás me imaginé que iba a pasar todo esto. La historia siempre estaba presente, pero el tema judicial era algo terminado. Si él no me llamaba y me amenazaba en 2010, yo ni me enteraba que estaba suelto.
- ¿Cómo fue el día que te llamó para amenazarte?
- Cuando yo recibo ese llamado pienso: "Mi abuela y yo somos su materia pendiente". Él hubiera quedado libre y chau, porque nadie se había enterado que estaba suelto. Yo creo que la noche que incendió mi casa estaba convencido de que íbamos a morir todos. Nunca se imaginó que en la cama de mi abuela estaba Nicolás Borda (NdeR: amigo de sus hermanos), y que yo iba a poder salir por la ventana. Tenía mucha plata. Entonces creo que si pasaba eso, quizá tapaba todo con la excusa de un escape de gas. "Quizás quedamos los dos vivos para esto, para seguir peleando y hacer justicia", me dice siempre mi abuela.
- ¿Sentís que a otros les puede servir tu experiencia?
- Cuando fue el juicio político, las madres del dolor me contactaron por lo que había pasado conmigo, algo parecido a lo que pasó con los papás de Soledad Bargna (NdeR: fue violada y asesinada en su departamento de Caballito por un hombre que disponía de salidas transitorias). Me sumé junto a su papá y redactamos un pedido para modificar la ley de ejecución penal, para que las víctimas sean parte de las causas. Nos reunimos con Aníbal Fernández, quien se comprometió a llevarlo al Senado. Después quedó en la nada. Nunca se trató. Ojalá esto sirva para que otros no sufran lo mismo. Es una lucha contra todo un sistema. Este es un país donde, desgraciadamente, no se cambian tan fácilmente las cosas. Son tantas las cosas que pasan todos los días que el hecho de que las víctimas no sean parte de estos procesos me parece terrible.
- ¿Cómo hacés para seguir después de haber perdido a tu familia y con todo lo que tenés que enfrentar ahora?
- Ahora me costó mucho volver a todo esto. En un momento decís: "Basta de vivir así". Me costó mucho la semana pasada. Unos amigos me dijeron que lo pusiera en Twitter. Me decían: "Si sale el fallo y lo sueltan, te vas a querer morir". Me insistieron tanto que dije: "Lo pongo en Twitter". Yo no creía que los medios iban a darle tanta repercusión, y menos con el debate y el balotaje tan cerca. La semana pasada me llamabas, te decía 'hola' y lloraba. Me llenó de pilas el apoyo de la gente y los medios. La gente me da mucha fuerza.
- ¿De dónde sacaste la entereza para salir del momento inmediatamente posterior a lo que pasó?
- Unos días antes del incendio, mi papá había cambiado el auto y nos fuimos a la Costa para ablandarlo. Cuando volvíamos en la ruta, mi hermano de 14 quería ir adelante. Atrás, mi mamá y mi hermanito más chico iba arriba de ella. Yo, que iba al lado, en un momento la miré a mi mamá y pensé por un segundo: "La pierdo y me muero". Esas cosas que siempre pensamos cuando somos chicos. A los cuatro días no perdí a mi mamá; los perdí a todos. Hasta que no vivís las cosas, no sos consciente de lo que podés llegar a aguantar. Por suerte tengo al lado mío un fierro como es mi abuela.
- ¿En algún momento se te cruzó por la cabeza el suicidio?
- Obvio. Yo sentí mucha culpa durante varios años. A mí me duele la ausencia de todos pero, al ser el hermano mayor, la muerte de mis hermanos me destruyó. Así como pensaba que podía perder a mi mamá y morirme, nunca me imaginé que iba a enterrar a mis hermanos de 9 y 14 años. Pensaba: "¿Por qué salí por la ventana? ¿Por qué no le dije a Fernando que se quedara en mi cuarto?". Al tiempo entendí que no fue mi culpa, que simplemente fue lo que tocó y que hice lo que pude. Y por otra parte estaba mi abuela. Si yo no me salvaba, ella se pegaba un tiro. Siempre que se me cruzó por la cabeza, lo descartaba inmediatamente, porque si me mataba, mi abuela se moría automáticamente. Si se me cruzaba por la cabeza preguntarme para qué vivo, me acordaba que tenía que vivir por mi abuela, que hizo mucho para que yo pudiera armar mi grupo de amigos, me formara profesionalmente, que fuera una persona sin rencores y sin odios.
- ¿Cuánto le debés a tu abuela?
- Yo me acuerdo de un apretón que me dio en el brazo. Me dijo: "Matías, yo sé que me escuchás. Yo quiero que sepas que perdí tanto o más que vos. Yo te prometo que te voy a devolver todo lo que pueda y la vida me permita devolverte. Vas a tener una casa de nuevo. Pero eso sí, voy a ayudar a un nieto fuerte. Un nieto llorando en una cama, no. Así que si vos querés que tu abuela esté al lado tuyo, te levantás ya y venís a tomar mates conmigo". La miré y pensé: "No puedo estar así". Me sacó adelante. Me acuerdo de estar sentado y sentir que se me cayeran las lágrimas. Ahí me golpeaba el brazo y me decía: "Arriba, eh, arriba que no se llora. Hay que enfrentar las cosas. Hay que ponerle huevos". Una mujer única. Yo pensaba: ella perdió a su única hija, se quedó sin casa, yo estaba en calzoncillos, y encima se tenía que ocupar de todo esto. Me da bronca que, con 87 años, tenga que vivir así.