Materias primas
Por Ernesto Bilder* Las materias primas son productos no elaborados utilizados en la primera fase del proceso productivo. En el sistema internacional, donde se comercializan, se las denominan "commodities", haciendo referencia a bienes genéricos con mínimas diferencias. Son tangibles y objeto de consumo o transformación posterior.
El petróleo, el gas, la soja, el trigo y el cobre son ejemplos de este tipo de bienes.
Desde comienzos del siglo XX y hasta la década del setenta, aun con fluctuaciones, sus precios tendieron a bajar. Esta realidad dio lugar a la teoría del "deterioro de los términos de intercambio" entre los exportadores de materias primas y los vendedores de productos industriales. Simplificadamente, si en un año dado un tractor equivalía al precio de una tonelada de trigo, un quinquenio más tarde, la transacción será posible entregando una tonelada y media del cereal. Quien estudió el tema fue Raúl Prebisch desde la Cepal, en Santiago de Chile, en la segunda mitad del siglo pasado.
El mundo posterior a la Revolución Industrial iniciada por Inglaterra a fines del siglo XVIII estaba dividido en un Norte de fábricas e innovaciones tecnológicas y el Sur productor de materias primas. Se recomendaba a los países de la periferia industrializarse para superar la injusta situación. Ésta era la primera gran división internacional del trabajo que impusieron los países centrales.
A partir de 1973 el petróleo, commodity por excelencia, comienza a ganar precio en una carrera que parecía imparable. La permanente inestabilidad del Medio Oriente y la mayor necesidad del oro negro lo sustentaban.
Desde entonces comienza un nuevo capítulo al publicarse el informe de la Dra. Donella Meadows (Club de Roma) sobre "Los límites al crecimiento" donde alerta sobre el inevitable agotamiento de los recursos naturales ante la creciente explotación mundial. Paralelamente se teoriza sobre la volatilidad de los precios de los bienes primarios sujetos a complicados mercados oligopolizados. A título de ejemplo podemos señalar que tres empresas dominan el 62% del mercado mundial de mineral de hierro.
Pero los grandes cambios se producen desde el 2000. Comienza una suba regular de precios en los mercados mineros, energéticos y de materias primas agrícolas.
En el 2008 el precio del barril de petróleo se aproxima a los 150 dólares; posteriormente la crisis desatada en el sistema financiero y los temores de recesión en el Primer Mundo lo hacer retroceder a menos de 100 dólares. Ese mismo año la soja llegó a su mayor valor de 611 dólares la tonelada, para luego bajar menos pronunciadamente.
Para la Argentina este cambio de tendencia en los precios significaba un relativo retorno a los comienzos del siglo XX, cuando era el granero del mundo y Europa nos compraba la producción. El ingreso de China en la economía global modificaría todo el panorama. El gigante asiático ha entrado en un camino capitalista, acelerando su crecimiento de manera espectacular desde 1979 por obra de Deng Xiaoping (1904-1997). La etapa de transición en que se encuentra, entre un país de bajos ingresos a otro de medianos, supone la necesaria demanda de materias primas como la soja utilizada como forraje, al buscar cambiar la calidad de su alimentación. Completando el surgimiento asiático la India también es gran demandante de commodities con sus más de mil millones de habitantes. Si bien el futuro próximo de China, con tasas de crecimiento espectaculares, puede dar continuidad al robustecimiento de la demanda mundial de productos básicos, no debe olvidarse que en el universo económico siempre se producen cambios. La Argentina, en su historia, pasó de la producción lanar a la de carnes vacunas y trigo, luego con las técnicas de enfriado ganó los mercados europeos hasta la crisis del treinta. Con cierta diversificación mantuvo su importante economía agraria a lo largo de décadas, pero con la soja, desde los setenta y en especial a mediados de los noventa gracias a las modificaciones genéticas se motorizó una revolución tecnológica y productiva que cambió radicalmente el agro argentino. En la actualidad la soja cuenta con el 64% del área sembrada en la Argentina y deja el 35% de retenciones sobre su precio. Se estima que la cosecha del período 2010-2011 rondará los 49 millones de toneladas, mayor que la suma de la producción de trigo y maíz. Si tomamos como referencia un valor reciente en Chicago de 520 dólares la tonelada, el impuesto gubernamental es aproximadamente 180 dólares por tn. Se exporta con diferentes grados de elaboración, siendo el complejo productor de aceites de Rosario el más importante. La Argentina se encuentra entre los tres mayores vendedores del planeta juntamente con Estados Unidos y Brasil. Aproximadamente el 50% de la demanda mundial constituyen las compras chinas.
El trigo, un cereal que también ha visto subir su precio en los mercados externos, tiene una retención de 23% de su precio, pero sujeto a mayores controles estatales dado su elevado e importante consumo interno.
Un hecho destacado en la actual turbulencia internacional que obviamente afecta a los commodities, es que el precio del petróleo pareciera haberse separado de los productos agrarios, ya que el primero está fuertemente vinculado con las demandas del Primer Mundo, especialmente de Estados Unidos, y el segundo con las necesidades alimenticias de las potencias emergentes como China. Dado que las perspectivas de crecimiento son menores en el Norte que en el país asiático, los precios del oro negro han tendido a estabilizarse o bajar, mientras que se mantienen elevados los agrarios y agroindustriales. Aunque la especulación y el cambiante valor del dólar influyen en las cotizaciones.
Concluimos pensando en que siempre hay riesgos en depender de algunos pocos productos para superar la antigua restricción de la economía argentina: la entrada de divisas. No obstante, es tiempo de capitalizar esta oleada de buenos precios de los commodities.