Mataron en un robo a un kiosquero en Mar del Plata: el año pasado se salvó de ser baleado gracias a un paquete de chicles
El comerciante ya había sufrido cuatro robos previos y en uno de ellos salvó su vida de milagro.
Cristian Velázquez, un kiosquero de 50 años, fue asesinado este lunes de un disparo en la avenida Jacinto Peralta Ramos al 700, en Mar del Plata. La víctima había sufrido cuatro robos previos.
Dos delincuentes ingresaron al comercio y le dispararon en la cabeza después de que intentara defenderse con gas pimienta, como lo había hecho en abril del año pasado.
En esa ocasión, logró sobrevivir. “Sentí que me podían haber matado. Me salvaron los paquetes de chicle”, declaró Velázquez al diario local La Capital después de ese violento asalto en el mismo comercio. En ese entonces, los delincuentes le dispararon sin lograr herirlo y se escaparon: la bala quedó incrustada en los chicles que vendía.
“Uno de los malvivientes me pidió plata, no reaccioné y ahí me tiran el primer tiro, que le pega a los chicles y por eso no me da a mí”, relató por entonces. El caso tomó estado público, se viralizó en redes y su historia se contó en los principales medios de comunicación.
Pero esta vez, el desenlace fue fatal. Los ladrones se escaparon sin robar nada, en una moto de baja cilindrada. Uno de ellos, quien disparó, llevaba una gorra, mientras que el otro tenía la cara descubierta y ya habría sido identificado. La Policía Científica encontró dos plomos en el interior del local, que podrían haber sido disparados por un arma calibre 32.
La zona comercial de la avenida Jacinto Peralta Ramos, donde ocurrió el crimen, es muy concurrida durante el día. En apenas 100 metros, se encuentran varios comercios como panaderías, dietéticas, kioscos, carnicerías, veterinarias y un supermercado. El tránsito es denso, con vehículos y colectivos constantemente circulando, lo que hace difícil encontrar estacionamiento incluso en un día común.
El kiosco en el que trabajaba Velázquez está a pocos metros de la esquina de Irala, en dirección hacia Mario Bravo, y es un punto de paso frecuente debido a que también se cargan tarjetas SUBE y se cobran servicios e impuestos. En la pared exterior del local, se observa un cartel que informa sobre la presencia de cámaras de seguridad municipales, mientras que en el interior hay un afiche que dice: “Sonría, los estamos filmando”.
“Nos vamos acostumbrando a los robos a cada rato”, lamentó Velázquez meses atrás. Y agregó: “Sentí que me podían haber matado, porque es así todo el tiempo, estamos solos, no hay seguridad. Siempre pasa algo en esta cuadra, siempre a alguien le están robando”.
Los vecinos del barrio denuncian una creciente ola de inseguridad y afirman que se sienten desprotegidos: “Nos acostumbramos a los robos, pero estamos solos. No hay seguridad”, expresó un frentista.
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