Massa no va a la pelea en la interna bonaerense
* Por Mariano Pérez de Eulate. El justicialismo bonaerense se encamina a resolver su más reciente diferencia intestina de la manera en que suele hacerlo: sin elecciones internas.
El justicialismo bonaerense se encamina a resolver su más reciente diferencia intestina de la manera en que suele hacerlo: sin elecciones internas. El intendente de Tigre, Sergio Massa, que había avanzado con la idea de pelearle a Daniel Scioli la postulación a la gobernación en agosto próximo, reunía anoche a su tropa más fiel para anoticiarla de que no dará esa pelea. Mientras duró, la ilusión de un duelo en el PJ sonó atrapante, innovadora. No es que al ex jefe de gabinete de Cristina Fernández le hayan faltado ganas. Más bien parece haber quedado embretado en una pelea ajena, la de la CGT moyanista y el gobierno nacional, que terminó situando al gobernador del lado de la Casa Rosada y a Massa en el bando sindical, aun cuando ésa no haya sido su real intención.
Si la capitulación massista se anuncia hoy, probablemente en los próximos días se desinfle la candidatura a intendente de Tigre del más joven de los hermanos de Scioli, Nicolás, quien había sido presentado como la carta de la gobernación para pelear con Massa en su propio territorio. Si el tigrense competía en las internas por la postulación provincial, Scioli jugaría el apellido familiar en aquel distrito acomodado del Delta donde tiene su casa particular. Nicolás había empezado a tejer cierta tímida red de apoyos locales con el diputado provincial Robetto Passo y el titular de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia, Carlos Gianella.
ALGO DE HISTORIA
Ya desde la semana pasada, Massa mascullaba bronca. El tigrense es joven pero se ha formado políticamente junto a personajes del peronismo que tienen mucha historia y mucho olfato. Vio venir enseguida lo que pasaría cuando la mano derecha de Hugo Moyano en la CGT, el taxista Omar Viviani, salió lo más pancho a decir que el candidato a gobernador de la central obrera era Massa y no Scioli y que el tigrense contaría con el apoyo del movimiento obrero.
La noche anterior a esa declaración de guerra al sciolismo, hace más de una semana, Massa, Viviani y una serie de comensales más habían estado cenando en la sede gremial de los taxistas. A los ojos del kirchnerismo bonaerense, habían estado conspirando.
Hasta ese momento, Massa venía manejando los tiempos con cautela, muñido de encuestas que le dan un buen nivel de conocimiento a nivel provincial Primero amenazó con pedir una lista de adhesión para molestar a Scioli, pero en la Rosada le bajaron el pulgar. Scioli es un aliado de Cristina y ya bastante tiene con tener que soportar la colectora "progre no peronista" del moronense Martín Sabbatella. Entonces, el tigrense empezó a operar la posibilidad de pelear la candidatura a gobernador en las internas abiertas, simultaneas y obligatorias del 14 de agosto.
Nadie podía decirle que no tenía derecho a eso. E incluso podría jugar con esa idea hasta el último momento posible, a la espera de una buena negociación política con el Gobernador.
Pero lo de Viviani, prematauro según la lógica massista, lo perjudicó. Lo dejó como virtual socio de Moyano y sus muchachos justo en el momento en que la Presidenta daba el ya célebre discurso de José C. Paz y parecía trazar el inicio de una movida para desprenderse del camionero como aliado estratégico.
Moyano incluso se juntó con Scioli para tratar de explicarle que la CGT estaba alineada orgánicamente al proyecto K y que, en tanto el gobernador es la segunda figura más importante de ese esquema, apoyaría su postulación y no la de Massa. El daño, según fuentes de Tigre, ya estaba hecho. Aun cuando el taxista hubiese hablado "a título personal".
CONJETURAS
Una versión extendida en el PJ dice que la verborragia de Viviani no fue un desliz. Que se trató de un apriete a Scioli porque justamente en aquella reunión entre Moyano y el gobernador -que estaba planificada- las partes debían acordar la confección de la lista de diputados nacionales que el PJ bonaerense presentará en octubre. "Los muchachos sabían que Cristina bajó la orden de achicar la presencia sindical en las listas y por eso quisieron apurar a Daniel", explicaba ayer una fuente del kirchnerismo.
Según fuentes sciolistas, el gobernador y Massa se reunieron discretamente en las últimas horas. Tomaron un café. Allí, el tigrense habría adelantado su intención de planchar sus aspiraciones provinciales. Es probable que, en breve, haya una foto juntos para mostrar unidad y cooperación.
Massa, en verdad, llegó a esta instancia con la capacidad de daño bastante desinflada. Porque, más allá de lo que digan las encuestas respecto a su imagen, Scioli en persona se había encargado de robarle los apoyos de los intendentes que integraban el Grupo de los Ocho críticos del kirchnerismo, hoy sólo un buen recuerdo. Scioli los mimó, les prometió ayuda, les pidió colaboración, se fotografió con cada uno de ellos. Por estas horas, nadie se anima a decir a ciencia cierta cuántos de esos ocho dan la vida por el tigrense.